023. Matrimonio sagrado (3)
La mitología de Mesopotamia aporta un ejemplo muy interesante de unión sexual sagrada, el relato de los amores entre el dios Nabû y su esposa Tašmêtu.
| Eugenio Gómez Segura
Imagen del dios Nabû procedente de Nimrud, hoy en el Museo de Iraq. Tomada de Wikimedia commons.
En la ciudad de Nimrud, en Asiria, al norte del actual Irak, que en la Biblia aparece como Calaj (Kalchu en asirio) se celebró un ceremonial que festejaba el matrimonio entre el dios Nabû y la diosa Tašmêtu. Esta boda tenía lugar muy cerca del año nuevo, en el segundo mes del calendario, Ayyar, precisamente entre abril y mayo. La secuenciación ayuda a entender la importancia del ritual, como se verá en otros casos más modernos, pues se trata de una fiesta de claro contenido agrícola y, por tanto, económico, vinculada a la cosecha venidera y a los trabajos propios de la huerta.
El dios Nabû, llamado en el Antiguo Testamento Nebo, era el dios de la escritura, que consignaba los destinos de los hombres. Pero su historia religiosa es más compleja que esta simple atribución. Su predominio en algunas fases de la historia mesopotámica lo convirtió en una divinidad que acaparó poderes y papeles que en fases anteriores habían sido atribuidas a otras divinidades, de manera que acabó por convertirse en un dios asociado a Marduk como divinidad del conocimiento, e incluso a Ninurta, divinidad asociada con los guerreros y granjeros, y ligada a la vegetación y su renacer anual.
Nabû, en consecuencia, durante los reinados de Asaradón (también Esarhaddon)y Asurbanipal (que reinaron consecutivamente desde 680 a 627 a. C.) adquirió un papel especialmente importante por la evolución que todas las religiones conocen a lo largo del tiempo, evolución que en unas ocasiones prima unas divinidades y en otras intercala ritos o incluso otras divinidades (sin ir más lejos, el papel de Papá Noel sustituyendo a los reyes Magos puede servir de ejemplo sencillo y actual; la evolución de la figura de la Virgen María en los primeros siglos el cristianismo, como ejemplo más complejo).
Tašmêtu, por su parte, era una diosa de la ciudad de Dilbat, al norte de Babilonia. Su evolución la llevó a ser una advocación de la Inanna / Ishtar, que desempeña un papel trascendental en la sexualidad cósmica de la que he hablado en posts anteriores.
La unión de estas divinidades se celebra en una tablilla hallada en la biblioteca de Asurbanipal de la que traduzco algunos versos de su versión inglesa:
(anverso de la tablilla)
12. Tašmetu, caricia de amor en el regazo de Nabû
13-14. Mi Señor, ponme un pendiente, déjame darte placer en el jardín,
15-16. Nabû, mi Señor, ponme un pendiente, permíteme hacerte feliz
17, Tašmetu mía, te pondré brazaletes de cornalina…
(reverso de la tablilla)
9. Tašmetu, con aspecto sensual, entró al dormitorio
10. Cerró la puerta colocando el perno de lapislázuli
11. Se lavó, subió a la cama y entró en ella
12. Sus lágrimas llenan un cuenco de lapislázuli, un cuenco de lapislázuli
13. Con un poco de lana roja él enjuagua sus lágrimas
14. Pregunta, pregunta, interrógame, interrógame,
15. ¿Para qué, para qué te has adornado, mi Tašmetu?
16. Para ir contigo al jardín, mi Nabû
17. Permíteme ir al jardín, al jardín,
El texto continúa con otras referencias al poder, los tronos de ambos, y, sobre todo los placeres de ese jardín perfecto. En definitiva, una unión sexual al máximo nivel cósmico de la época que, inserta en esas fechas del calendario, tenía una importancia muy grande para las expectativas agrícolas y económicas de la población.
Un oficial del rey precisa en una tablilla el carácter matrimonial de la ceremonia:
Mañana, 4 de Ayyar, al crepúsculo, Nabû y Tašmetu entrarán en el dormitorio donde debe desarrollarse su noche de bodas. El 5 se les sevirá un banquete regio… (tomado de J. Bottéro, La religión más antigua: Mesopotamia, p. 185).
Saludos cordiales.