057. El azafrán (2)
El azafrán aparece en varias instancias curiosas de la literatura clásica. Asociado a muchachas casaderas, parece apuntar a una relación entre la fertilidad natural y las vísperas de boda.
| Eugenio Gómez Segura
Muchachas recogiendo flores en un prado (J. W. Waterhouse)
El Himno a Deméter que la tradición nos ha legado como compuesto por Homero (fechado hacia el año 600 a. C. y por lo tanto no homérico y sí anónimo), ofrece tres versos en los que aparece mencionado el azafrán: Cuando Perséfone, hija de Deméter y Zeus, se encontraba en un prado con las hijas de Océano, recogiendo flores, fue raptada por Hades. Como el rapto en la mitología griega es un motivo asociado a la boda, el azafrán ha de ser relacionado también aquí con las nupcias y la edad núbil:
Cuando (Perséfone), apartada de Deméter la del arma de oro, de hermosos frutos, jugaba con las muchachas de ajustado regazo, hijas de Océano, y recogía flores: rosas, azafrán y hermosas violetas, en el tierno prado, y también gladiolos, y jacinto, así como el narciso, que, como señuelo, hizo brotar para la muchacha de suave tez la Tierra… (Him. Dem. 3-8, trad. A. Bernabé Pajares).
El Himno Homérico dedicado a Pan (el XIX) asocia, en cambio, el azafrán con el jacinto y los campos florecientes en un pasaje que incluye a las Ninfas de los montes que forman coros a imagen de los formados por muchachas en las ceremonias que podríamos definir como de “puesta de largo”, también asociadas a las futuras bodas.
Estas ideas se completan con citas anteriores. Es bastante importante la que Homero nos ofrece en el Il XIV 348:
… Y el hijo de Crono estrechó a su esposa (Hera) en los brazos. Bajo ellos la divina tierra hacía crecer blanda hierba, loto lleno de rocío, azafrán, jacinto espeso y mullido, que ascendía y los protegía del suelo. En este tapiz se tendieron, tapados con una nube bella, áurea, que destilaba nítidas gotas de rocío. Así dormía sereno el padre en lo más alto del Gárgaro, doblegado al sueño y al amor, con su esposa en brazos… (Trad. E. Crespo Güemes).
Estas notas ofrecen una explicación al color de las vestimentas de algunas diosas griegas: la Aurora, Enío, y Telesto. Esta última está incluida en la lista de las hijas de Tetis y Océano, de las que Hesíodo dice que “por la tierra se encargan de la crianza de los hombres, en compañía del soberano Apolo y d ellos Ríos y han recibido de Zeus este destino” (Hes. Teog 346-48, trad. de A. Pérez Jiménez y A. Martínez Díaz).
Lo curioso de toda esta recopilación de textos es que, en la literatura bíblica, la única mención al azafrán también aparece en un contexto amoroso o sexual: en el Cantar de los cantares se dice de la novia (4, 12-14):
Eres huerto cerrado, hermana y novia mía, huerto cerrado, fuente sellada. Tus brotes, paraíso de granados, lleno de frutos exquisitos, nardo y azafrán, aromas de canela, árboles de incienso, mirra y áloe, con los mejores bálsamos (Trad. Biblia de Jerusalén).