A propósito del noveno Consistorio ordinario público del papa Francisco para la creación de nuevos cardenales Los cardenales de Francisco: Se acabaron los príncipes en la Iglesia
"Francisco mira a las periferias geográficas de la catolicidad y no sólo a los centros tradicionales de poder en la Iglesia para la elección de los nuevos cardenales"
"Continúan en lista de espera de la púrpura sedes tradicionalmente cardenalicias"
"Para Francisco el ministerio del cardenalato nada tiene que ver con las representaciones principescas del pasado"
"Hermosas pinturas antiguas dan cuenta, con humor, de una imagen popular y mediática de los cardenales en la Iglesia Católica"
"Para Francisco el ministerio del cardenalato nada tiene que ver con las representaciones principescas del pasado"
"Hermosas pinturas antiguas dan cuenta, con humor, de una imagen popular y mediática de los cardenales en la Iglesia Católica"
El 30 de septiembre 2023 tendrá lugar en Roma un nuevo consistorio para la creación de 21 nuevos cardenales. El papa Francisco concederá la púrpura cardenalicia, según lo anunció en el ángelus del 9 de julio 2023, a tres nuevos prefectos de dicasterios de la Curia romana (para los Obispos, la Doctrina de la fe y las Iglesias orientales); a dos nuncios apostólicos (Italia y Estados Unidos de Norteamérica); al patriarca de Jerusalén; a seis arzobispos (Ciudad del Cabo –Sudáfrica, Córdoba –Argentina, Bogotá –Colombia, Łódź –Polonia, Yuba –Sudán del Sur, Madrid –España); al arzobispo coadjutor de Tabora (Tanzania); a tres obispos diocesanos (Penang –Malasia, Hong Kong –China, Ajaccio -Francia); al obispo auxiliar de Lisboa (Portugal); al rector general de los salesianos. Además de los anteriores 18 nuevos cardenales con derecho a voto en un eventual cónclave, el papa Francisco creará tres nuevos cardenales mayores de 80 años: dos obispos eméritos y un sacerdote franciscano argentino.[1]
Como en ocasiones anteriores, en el listado de nuevos cardenales, el papa Francisco sorprende con el nombramiento de algunos obispos diocesanos, de obispos auxiliares, coadjutores e incluso eméritos. Una práctica habitual en su pontificado que es coherente con su concepto de la Iglesia que mira con atención a las periferias geográficas de la catolicidad y no sólo a los centros tradicionales de poder en la Iglesia. Con el nombramiento de los nuevos cardenales, en el actual pontificado, continúan en la lista de espera de la púrpura, sedes tradicionalmente cardenalicias como las de Milán y Venecia en Italia, y otros cargos en la curia como el del pro-prefecto para el dicasterio de la evangelización y el del prefecto del dicasterio para los textos legislativos.
El papa Francisco desde el primer consistorio para la creación de cardenales ha ido advirtiendo a los elegidos sobre la naturaleza del ministerio del cardenalato que nada tiene que ver con las representaciones principescas del pasado de las que permanecen algunos rezagos en el rito de creación y posterior saludo protocolario, en los saludos y costumbres reverenciales. A modo de contraste, se ilustran a continuación exhortaciones de Francisco a los cardenales en los consistorios de su pontificado con pinturas y caricaturas de tiempos pasados que muestran excesos y desviaciones de los así llamados “príncipes” de la Iglesia, no totalmente superados:
“El cardenalato no significa una promoción, ni un honor, ni una condecoración; es sencillamente un servicio que exige ampliar la mirada y ensanchar el corazón. Y, aunque parezca una paradoja, este poder mirar más lejos y amar más universalmente con mayor intensidad se puede adquirir solamente siguiendo el mismo camino del Señor: la vía del abajamiento y de la humildad, tomando forma de servidor (cf. Flp 2, 5-8). Por ello te pido, por favor, que recibas esta designación con un corazón sencillo y humilde. Y, si bien tú debas hacerlo con gozo y alegría, actúa de manera que este sentimiento esté lejos de toda expresión de mundanidad, de todo festejo ajeno al espíritu evangélico de austeridad, sobriedad y pobreza” (Francisco, Carta a los nuevos cardenales, 12 enero 2014).[2]
“La Iglesia tiene necesidad de vosotros, de vuestra colaboración y, antes de nada, de vuestra comunión, conmigo y entre vosotros. La Iglesia necesita vuestro valor para anunciar el evangelio en toda ocasión, oportuna e inoportunamente, y para dar testimonio de la verdad. La Iglesia necesita vuestras oraciones, para apacentar bien la grey de Cristo, la oración –no lo olvidemos– que, con el anuncio de la Palabra, es el primer deber del Obispo. La Iglesia necesita vuestra compasión sobre todo en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos países del mundo. Expresemos juntos nuestra cercanía espiritual a las comunidades eclesiales, a todos los cristianos que sufren discriminación y persecución.
¡Debemos luchar contra cualquier discriminación! La Iglesia necesita que recemos por ellos, para que sean fuertes en la fe y sepan responder el mal con bien. Y que esta oración se haga extensiva a todos los hombres y mujeres que padecen injusticia a causa de sus convicciones religiosas. La Iglesia también necesita de nosotros para que seamos hombres de paz y construyamos la paz con nuestras obras, nuestros deseos, nuestras oraciones. ¡Construir la paz! ¡Artesanos de la paz! Por ello imploramos la paz y la reconciliación para los pueblos que en estos tiempos sufren la prueba de la violencia, de la exclusión y de la guerra” (Francisco, consistorio 22 febrero 2014).[3]
“Mantenerse con humildad en el servicio no es fácil cuando se considera el cardenalato como un premio, como cumbre de una carrera, una dignidad de poder o de mayor distinción. De aquí tu compromiso cotidiano para mantener alejadas estas consideraciones, y sobre todo para recordar que ser cardenal significa incardinarse en la diócesis de Roma para dar allí testimonio de la Resurrección del Señor y darlo totalmente, hasta la sangre si es necesario.
Muchos se alegrarán por esta nueva vocación tuya y, como buenos cristianos, harán fiesta (porque es propio del cristiano alegrarse y saber festejar). Acéptalo con humildad. Sólo haz que, en estos festejos, no se insinúe el espíritu mundano que aturde más que el aguardiente en ayunas, desorienta y separa de la cruz de Cristo” (Francisco, Carta a los nuevos cardenales, 4 enero 2015).[4]
“Dios es amor y lleva a cabo todo esto si somos dóciles a la acción de su Santo Espíritu. Por tanto, así es como tenemos que ser: incardinados y dóciles. Cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles tenemos que ser al Espíritu, para que la caridad pueda dar forma y sentido a todo lo que somos y hacemos. Incardinados en la Iglesia que preside en la caridad, dóciles al Espíritu Santo que derrama en nuestros corazones el amor de Dios (cf. Rm 5,5)” (Francisco, consistorio 14 febrero 2015).[5]
“Jesús no deja de «bajar del monte», no deja de querer insertarnos en la encrucijada de nuestra historia para anunciar el Evangelio de la Misericordia. Jesús nos sigue llamando y enviando al «llano» de nuestros pueblos, nos sigue invitando a gastar nuestras vidas levantando la esperanza de nuestra gente, siendo signos de reconciliación. Como Iglesia, seguimos siendo invitados a abrir nuestros ojos para mirar las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de su dignidad, privados en su dignidad. Querido hermano neo Cardenal, el camino al cielo comienza en el llano, en la cotidianeidad de la vida partida y compartida, de una vida gastada y entregada. En la entrega silenciosa y cotidiana de lo que somos. Nuestra cumbre es esta calidad del amor; nuestra meta y deseo es buscar en la llanura de la vida, junto al Pueblo de Dios, transformarnos en personas capaces de perdón y reconciliación” (Francisco, consistorio 19 noviembre 2016).[6]
“Jesús «camina delante de vosotros» y os pide de seguirlo con decisión en su camino. Os llama a mirar la realidad, a no distraeros por otros intereses, por otras perspectivas. Él no os ha llamado para que os convirtáis en «príncipes» en la Iglesia, para que os «sentéis a su derecha o a su izquierda». Os llama a servir como él y con él. A servir al Padre y a los hermanos. Os llama a afrontar con su misma actitud el pecado del mundo y sus consecuencias en la humanidad de hoy. Siguiéndolo, también vosotros camináis delante del pueblo santo de Dios, teniendo fija la mirada en la Cruz y en la Resurrección del Señor” (Francisco, consistorio 28 junio 2017).[7]
“Mientras vamos de camino a Jerusalén, el Señor se nos adelanta para recordarnos una y otra vez que la única autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo. Es la que surge de no olvidarse que Jesús, antes de inclinar su cabeza en la cruz, no tuvo miedo ni reparo de inclinarse ante sus discípulos y lavarles los pies. Esa es la mayor condecoración que podemos obtener, la mayor promoción que se nos puede otorgar: servir a Cristo en el pueblo fiel de Dios, en el hambriento, en el olvidado, en el encarcelado, en el enfermo, en el tóxico-dependiente, en el abandonado, en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas. Solo así, la autoridad del pastor tendrá sabor a Evangelio, y no será como «un metal que resuena o un címbalo que aturde» (1 Co 13,1). Ninguno de nosotros debe sentirse “superior” a nadie. Ningunos de nosotros debe mirar a los demás por sobre el hombro, desde arriba. Únicamente nos es lícito mirar a una persona desde arriba hacia abajo, cuando la ayudamos a levantarse” (Francisco, consistorio 28 junio 2018).[8]
“La disponibilidad de un Purpurado a dar su propia sangre —que está simbolizada por el color rojo de la vestidura—, es segura cuando se basa en esta conciencia de haber recibido compasión y en la capacidad de tener compasión. De lo contrario, no se puede ser leal. Muchos comportamientos desleales de hombres de Iglesia dependen de la falta de este sentido de la compasión recibida, y de la costumbre de mirar a otra parte, la costumbre de la indiferencia” (Francisco, consistorio 5 octubre 2019).[9]
“Todos nosotros queremos a Jesús, todos deseamos seguirlo, pero tenemos que estar siempre vigilantes para permanecer en su camino. Porque con los pies, con el cuerpo podemos estar con Él, pero nuestro corazón puede estar lejos y llevarnos fuera del camino. Pensemos en los muchos tipos de corrupción en la vida sacerdotal. Así, por ejemplo, el rojo púrpura del hábito cardenalicio, que es el color de la sangre, se puede convertir, por el espíritu mundano, en el de una distinción eminente. Y tú ya no serás el pastor cercano al pueblo, sentirás que eres sólo “la eminencia”. Cuando sientas esto, estarás fuera del camino” (Francisco, consistorio 28 noviembre 2020).[10]
“Un Cardenal ama a la Iglesia, siempre con el mismo fuego espiritual, ya sea tratando las grandes cuestiones, como ocupándose de las más pequeñas; ya sea encontrándose con los grandes de este mundo —debe hacerlo, tantas veces—, como con los pequeños, que son grandes delante de Dios” (Francisco, consistorio 27 agosto 2022).[11]
[1] https://www.catholic-hierarchy.org/event/cs2023.html
[2] https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2014/documents/papa-francesco_20140112_nuovi-cardinali.html
[3] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140222_omelia-concistoro-nuovi-cardinali.html
[4] https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2015/documents/papa-francesco_20150104_lettera-nuovi-cardinali.html
[5] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2015/documents/papa-francesco_20150214_omelia-concistoro-nuovi-cardinali.html
[6] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2016/documents/papa-francesco_20161119_omelia-concistoro-nuovi-cardinali.html
[7] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2017/documents/papa-francesco_20170628_concistoro.html
[8] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2018/documents/papa-francesco_20180628_omelia-concistoro-nuovicardinali.html
[9] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2019/documents/papa-francesco_20191005_omelia-concistoro-nuovicardinali.html
[10] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2020/documents/papa-francesco_20201128_omelia-concistoro.html
[11] https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2022/documents/20220827-omelia-concistoro.html
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