En baño público y cartelera al aire libre se está convirtiendo la pared oriental y la fachada de un templo histórico ubicado en el centro de Bogotá muy cerca de los palacios de gobierno y de la catedral primada. El templo construido entre 1557 y 1566, es el más antiguo de la ciudad.

Un mes después del 8 de marzo, día de la mujer 2021, grafitis que dejaron las marchas todavía se pueden encontrar en muros de edificios históricos del centro de Bogotá. Sólo las entidades bancarias del sector han pintado sus paredes. Por toda la carrera séptima, desde los alrededores de la Iglesia de las Nieves en la calle 20 hasta el templo de san Francisco en la Avenida Jiménez de Quesada, las paredes registran las máximas que gritaban las marchantes enardecidas como manifiesto al mundo de su pretendida liberación.

Si se comparan los escritos de otras marchas feministas en distintas ciudades de Latinoamérica, Bogotá no es la excepción, los lemas se repiten como slogans programáticos y desahogo colectivo del sentimiento reprimido contra el machismo imperante en la región.

Uno de los episodios de las marchas del día de la mujer en Bogotá al que mayor relevancia dieron los medios fue la quema del portón principal del templo colonial de san Francisco, joya arquitectónica de la ciudad. El conato de incendio fue rápidamente controlado y el ESMAD de la Policía Nacional finalmente también disolvió la marcha en una jornada que dejó su huella en puertas y muros del pasaje peatonalizado del centro histórico de la ciudad.

Un grafiti en la pared sur del tempo de las Nieves a pocas cuadras del templo de san Francisco reza así: “La única iglesia que ilumina es la que arde”; fue escrito seguramente minutos antes del conocido desenlace de la marcha. Y como explicación de lo sucedido, otro escrito, en los muros del templo incendiado advierte: “por las que tu Iglesia quemó”.

La ideología feminista expresó de ese modo su rechazo a la Iglesia que identifica como institución que encubre abusos y promueve la discriminación de género, con frases cortas, contundentes, cargadas de odio y amenaza: “muerte al cura”; “muerte a la Iglesia”; “Iglesia violadora”; “caerán”; “pedófilos”; “encubriendo machos y tan…”

El aborto sin restricciones es seguramente uno de los puntos en el que la doctrina católica y cristiana en general choca frontalmente con el movimiento feminista mundial. Frases alusivas a esta cuestión son las que más se repiten en los muros: “aborto libre”; “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”; “saquen sus doctrinas de nuestras vaginas”.

En un país en el que las estadísticas de feminicidio siguen en aumento a pesar de las leyes cada vez más drásticas que castigan ese delito, se comprende una máxima que registra otro grafiti: “mujeres como esclavas nunca más”; grito de guerra que identifica en las instituciones, que sostienen el statu quo de la nación, la causa de la discriminación: “ni Dios ni patria”; “ni de la Iglesia ni del marido”; “feminismo decolonial”.

Se registran así algunas de las frases de la marcha del 8M 2021 en Bogotá. Las mujeres en conjunto toman conciencia de su dignidad y de la dominación patriarcal de la que han sido objeto históricamente. Sin embargo, valdría la pena preguntar si sus enemigos son realmente el niño o la niña no nacidos, la familia, la comunidad parroquial o si su legítima pretensión de liberación está siendo manipulada por intereses ajenos que promueven otro tipo de esclavitudes.