Abolido el régimen de cristiandad en Euskadi

El gesto de Patxi López de prometer su cargo como nuevo Lehendakari, no postrado ante Dios con el Crucifijo y la Biblia, sino "de pie en tierra vasca" y ante la Constitución, el Estatuto y los ciudadanos allí presentes, denota la voluntad de abolir el régimen de cristiandad muy arraigado en Euskal Herria.

Es un buen comienzo, aunque a los más tradicionales les parezca un ataque a la religiosidad del pueblo. Es todo lo contrario. Yo lo interpreto como un intento de volver a la realidad del tiempo que nos toca vivir, que no conlleva renuncia a las creencias que cada uno puede tener. Como no ha sido obstáculo para que el obispo de Bilbao, Mons. Blazquez haya dicho que reza para que el nuevo Gobierno sea "un paso adelante en la pacificación".

Me explico. Con la noción de mundo y la nueva apreciación del orden temporal que aporta el concilio Vaticano II, desaparece el antiguo régimen de cristiandad que mantenía al mundo en estado infantil porque lo absorbía la Iglesia. La tutela que ésta ejercía sobre el mundo contravenía de alguna manera la voluntad de Dios expresada en el relato de la creación (Gén. 1, 28). En consecuencia, ha desaparecido "el peligro de agustinismo político", del que hablan los teólogos, que consiste en hacer depender la validez de las estructuras y actividades temporales de su conformidad con la fe y el orden sobrenatural.

La Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actualse propone reconciliar a la Iglesia con el mundo laico de hoy. En este documento la Iglesia parece decir: yo acepto y amo a este mundo tal como es. No es que acepte todo lo que me ofrece, pero fiel al Señor y a su Evangelio quiero ayudarle a ser verdaderamente mundo y a servirle de todo corazón. La esposa de Cristo entra así en una nueva relación con el mundo distinta a la que mantenía en la antigua era de cristiandad, que lo divinizaba todo. El Mundo ha adquirido ya su plena autonomía y la Iglesia sigue siendo ella misma con sus estructuras y metas propias (Y. Congar, La Iglesia en el mundo de hoy.

Los que viven de manera adulta su fe valoran mucho el compromiso en la sociedad, un compromiso político serio y honesto en el mundo, para su transformación en un mundo másjusto, de manera que todos los ciudadanos, hijos del mismo Dios, puedan tener acceso con más equidad a todos los recursos que la creación nos ofrece. Esta forma de vivir la fe cristiana no es temporalismo ni horizontalismo, como a veces se tacha a los que viven así su fe. Todo lo contrario, al Dios bíblico y cristiano se le encuentra en su revelación en la vida del mundo, nunca fuera de él.

Un teólogo, al que no se le puede tachar de temporalista ha escrito:

"Si yo falto al amor o si falto a la justicia, me alejo
infaliblemente de Vos y mi culto no es más que idolatría.
Para creer en tí, debo creer en el Amor y en la Justicia; y vale mil veces más creer en estas cosas que pornunciar
tu nombre. Fuera de ellas es imposible que yo alguna vez
te encuentre y aquellos que las toman por guía están en
el camino que les conduce a tí"
H. de Lubac, Sur les chemins de Dieu.
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