Cristianismo y Secularidad
Capítulo Cuarto
Nuevo Lenguaje para una nueva teología
Es importante abordar el tema del lenguaje válido en teología hoy, de manera que pueda entenderlo el hombre laico o secularizado de nuestro tiempo. El lenguaje metafísico abstracto utilizado durante toda la Edad Media y hasta el Concilio Vaticano II, no dice nada al hombre pragmático actual y es necesario que la teología hable el lenguaje de aquellos a quienes está dirigida.
La filosofía de Ortega presta un gran servicio a la teología en este sentido. Dice así: "en todo decir hay un emisor y un receptor ninguno de los cuales son indiferentes al significado de las palabras... El lenguaje es por esencia diálogo y todas las otras formas de hablar depotecian su eficacia". Por lo que es obligado concluir con nuestro gran filósofo que "la palabra es un sacramento de muy delicada administración".
En el tema que nos ocupa, como hemos adelantado ya, este lenguaje no es otro que el político, entendido este término en el sentido de incidencia en la problemática humana, que es siempre política. Es, además, el único lenguaje que entiende el hombre de hoy secularizado, que vive entregado por completo a la vida del mundo y quiere tener mayor protagonismo en él.
1. Una teología mediada políticamente
La que reúne hoy todas las características para la comprensión de la fe que se busca es una teología expresada en categorías políticas, es decir, en un lenguaje que recoja las preocupaciones de la sociedad. (Política viene del griego polis, que significa ciudad. En la Grecia antigua los ciudadanos participaban muy activamente en los asuntos que concernían a su ciudad). Sólo una teología vertida en este lenguaje es capaz de mostrar la relevancia del evangelio al hombre y a la mujer de nuestro tiempo.
Doy a continuación los argumentos de algunos autores entre los muchos que apoyan esta tesis y que aclaran la significación del término político tan discutido. Todos ellos toman lo político como el escenario en el que se realiza la acción del hombre y se desarrolla también el cristianismo. Así Hugo Assmann dirá que a partir de la distinción entre Estado y sociedad que establece la Ilustración, el ámbito de lo político es todo lo que está contenido en el término sociedad.
A su vez, la teóloga alemana, Dorotea Sölle, concibe la teología política como hermenéutica (interpretación) política, que se aparta de la interpretación existencial-personalista anterior y abre un horizonte nuevo de interpretación en el que la política se entiende el campo en el que la verdad cristiana se hace práctica. En consecuencia, comenzamos a comprender el evangelio con toda seriedad sólo cuando tenemos presente el horizonte político de toda nuestra vida. Oltmann, después de haber señalado que lo que pretende la nueva teología es despertar la conciencia política de toda la teología cristiana, se ha referido igualmente a la hermenéutica política, puesto que su campo de acción es la política como el horizonte amplio en que se desarrolla la vida actual del hombre.
Abundando en el tema, Metz dirá que en el escenario público los cristianos comienzan a tomar conciencia de que el evangelio no mira sólo a la vida individual, sino que tiene en cuenta todos los aspectos sociopolíticos del hombre en el mundo, lo que les obliga a un compromiso en tal sentido. Como lo expresa la fórmula que acuñaron algunos grupos de católicos franceses: "Todo el evangelio en toda la vida" .
Ahora bien, esto no significa que haya que dejar al margen como no esencial la pregunta por la existencia individual, significa más bien que esta sólo tiene solución en los condicionamientos y esperanzas sociales. La teología política, pues, se refiere a una acción no individual sino colectiva, que tiene como sujeto los grupos humanos, las clases sociales o los pueblos, siendo esto lo que la constituye en una acción política, en la que se integra lógicamente el individuo.
En consecuencia, todos los ciudadanos del mundo, como verdadero sujeto de la comunidad política, hemos de implicarnos más en la vida pública, para hacer posible un nuevo orden social en él. En Particular los cristianos hemos de concienciarnos de que esto es una exigencia que dimana de la dimensión sociopolítica de la fe que profesamos. Los teólogos que hablan hoy de la dimensión social de la fe, no se refieren a un aspecto secundario de ella, sino al componente mismo de la fe como praxis histórica. No existe una fe en estado puro separada de su ámbito humano y cultural, la fe cristiana es siempre una fe inculturada.
Merced a la moderna experiencia de lo político y de la fe en sintonía, el hombre se siente responsable último de sus creaciones sociales, que no atribuye ya a la naturaleza ni a los dioses. Sin embargo, Metz nos advierte que lo que en la Ilustración se realiza, y luego se afirma en el transcurso de la época moderna y se absolutiza, es el concepto de hombre burgués.
Este es el concepto que se estableció en la teología moderna merced al abrazo de la Ilustración y la teología liberal. Por eso, frente a este hombre burgués ilustrado, que es el que se tomó como sujeto, Metz aboga ahora con mucho acierto porque todos los hombres sin excepción alguna sean o puedan llegar a ser sujetos de su propia historia.
2. La política reemplaza a la metafísica
Ante la mediación política de la teología encontramos dos reacciones extremas: La de los que se adhieren incondicionalmente a ella y la de los que la rechazan por completo. Entre los primeros, el teólogo de la secularidad Harvey Cox propone asumir las categorías de la política para interpretar el mensaje cristiano.
He aquí su argumentación: puesto que la política ha reemplazado a la metafísica como el modo de captar la realidad en la ciudad secularizada, es ella quien da unidad y significado hoy a la vida y al pensamiento humanos. Por eso hablar hoy de Dios se convierte en un asunto político: "Se convierte en una cuestión de donde, en el flujo y reflujo del conflicto humano, pueden ser detectadas esas corrientes que continúan la actividad liberadora que presenciamos en el Éxodo y en la Pascua" .
A su vez Metz dirá que la Ilustración crea una nueva comunidad de consenso, cuya base no está ya constituida por la razón metafísica. Esta había sido el principio tácito de entendimiento en las sociedades feudales, por eso la Ilustración es crítica con la metafísica clásica. También la Reforma criticó a la metafísica escolástica. De modo que la política, en cuanto escenario de la vida en que el hombre se realiza como sujeto de su propia historia, define hoy el kairós (el tiempo) de la teología.
Así que la teología es actual y habla debidamente, si lo hace mediada por lo político, es decir, al filo de lo que acontece en la sociedad y el mundo. Los teólogos de la liberación admiten sin dificultad la mediación política de la teología, porque para ellos esta mediación se da por el solo hecho de hablar críticamente sobre la praxis histórica en el sentido de encarnación de la fe.
Así zanja Hugo Assmmann la cuestión sobre si la teología de la liberación es o no teología política. Dice así: "Definiéndose como reflexión crítica sobre la praxis histórica de la liberación en el sentido de toma de cuerpo de la fe, la teología de la liberación se presenta explícitamente como una forma latinoamericana de teología política".
El uruguayo Juan Luis Segundo confirma la tesis de Assmann diciendo: "Existe hoy en América Latina -más hablada que escrita, es cierto- una teología política simplemente porque existe una teología real y la realidad es política en su plano más decisivo". La cita de Segundo está en el texto de H. Assmann, que hace suyo .
Hervé Chaigne constata que los contrarios a la mediación política de la teología son de ordinario los más radicales defensores de la teología existencial-personalista, así como los que no aceptan la tesis de la secularización del cristianismo como beneficiosa para su encarnación en el mundo.
En su favor suelen utilizar el argumento de politización de la fe, pero no hay que hacer caso a tal recusación, que hace del cristianismo un viajero clandestino y molesto de la historia. "Se trata de mostrar que la historia es el momento y el lugar donde, en compañía de Cristo, se elabora y se descubre (todo es uno) el destino exhaustivo del hombre".
A su vez Metz afirma sin titubeos que la teología existencial-personalista que no comprenda la existencia del hombre como un problema político en el más amplio sentido de la palabra, seguirá siendo abstracta ante la situación del mismo individuo. Y la teología corre peligro de entregar la fe, de manera acrítica e incontrolada, a las modernas ideologías sociopolíticas.
Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
(Es parte de mi tesis doctoral)
4. Lenguaje del humanismo pol