Cristianismo y Secularidad



Cristianismo y Secularidad

Manual de Nueva Teología Politica Europea

Capítulo Segundo

La teología ante los retos
del mundo actual


La tragedia vivida por los judíos en los campos de exterminio en Aushwiz causó un profundo impacto en el jóven Metz, coautor primero de la teología que tratamos, cuando apenas contaba diciseis años. Jamás ha olvidado el Holocausto, por lo que puede decirse que el grito desgarrado de estas víctimas está en el origen de su teología política.

Estoy seguro que hoy Metz contemplará horrorizado cómo los descendientes de aquellos que fueron quemados vivos por los nazis están repitiendo ese mismo holocausto con Palestina y El Líbano. Reyes Mate, alumno y amigo personal suyo, se ha contagiado de su mismo espíritu recordatorio y, ante la escasa memoria de la generación actual, ha escrito recientemente: "vivimos ante un estado de excepción latente, que olvida a las víctimas y mira hacia el otro lado". El filósofo-teólogo vallisoletano hace una llamada a repensar la idea de convivencia en el mundo, desde la mirada atenta de todas las víctimas que hay en él.

1. Holocausto palestino y chantajes de Israel
Respecto a la memoria del holocausto judío, al que Metz prestó mucha atención al iniciar su teología, no es aventurado decir que lo que la actualidad está demandando es que hablemos del holocausto de Palestina. Por una compleja ley psicológica difícil de descifrar hasta para las escuelas de Freud y Erich From, Israel está haciendo desde hace unas décadas con el pueblo palestino lo que el nazismo hizo con él.

Han transcurrido ya varios años de la muerte del dirigente de la OLP, Arafat, considerado por el sionismo el mayor obstáculo para la paz, y sin embargo no se aprecian aún mejoras en el vivir diario de los palestinos. Ninguna de las promesas que se hicieron tras su muerte se han cumplido. Lo úmico relevante es que el 24 de noviembre de 2005 los medios de comunicación dieron la noticia de la apertura del puesto de Rafá fronterizo entre Gaza y Egipto para salir al exterior tras un enclaustramiento de años que se hacían siglos. Poco más se ha hecho aparte de esto. Al contrario, hoy la situación está mucho peor.

Sharon, fuera ya de la escena política por la grave enfermedad que padece, ha estado emulando fielmente mucho tiempo la bárbara conducta de Hitler. Es posiblemente su discípulo más aventajado y el que mejor ha sabido reproducir sus hazañas bélicas. Lo cierto es que, con uno y otro, el divorcio entre psicología y ética ha alcanzado el grado máximo. Pero el primer ministro actual israelí, Ehud Olmert, que ha tomado el relevo del político enfermo, se ha plegado a la presión del sector ultraconservador y está continuando hoy la política de exterminio que aquel diseñó, incluso más sanguinaria en junio y julio del 2006 en que escribo.

Lo que están haciendo en este momento los mandatarios israelíes y su ejército en Palestina y El Líbano, el único país que ha salido en su defensa con las milicias de Hezbolá, es un crímen de lesa humanidad, un verdadero holocausto. El ataque de Israel a Beirut lo ha calificado una de las personas que han tenido que salir de allí apresuradamente como un crematorio gigante. Vemos que hasta la terminología concuerda con la del antiguo holocausto judío.

A pesar de todo Israel se considera "pueblo elegido de Dios" y patria del Mesías al que sigue esperando. Sin embargo, su existencia como pueblo y como Estado es fruto de un chantaje permanente. Comenzó chantajeando la religiosidad de sus tribus, manipulando la rica fantasía de fabuladores, narradores y profetas para erigirse entre todas las naciones como pueblo de Dios.

Ciertamente el sionismo se ha equivocado de Dios, porque el Dios bíblico y cristiano se define como Justicia, Libertad, Paz, Verdad y Amor, que es lo que sistemáticamente niega Israel a los palestinos. Su voracidad le ha llevado a conquistar lo que no logró en la guerra de los seis días. Y para conseguir sus pretensiones ideó otro chantaje muy relevante en pleno siglo veinte: ofreció a Estados Unidos su territorio como bastión de Occidente en el corazón mismo de Oriente, si lo erigía en Estado judío.

Ahora con el apoyo norteamericano Israel hace oídos sordos a todas las voces que le llegan del mundo, para que selle la paz y devuelva su dignidad al pueblo de Palestina y a sus autoridades. Ahora bien, la paz se hace imposible mientras haya medio millón de palestinos en Siria, donde viven como refugiados. Algunos llegaron en oleadas en 1948 después de la primera guerra arabe-israelí y año de la proclamación del Estado de Israel por Ben Gurión (15-V-1948), al término del mandato británico sobre Palestina.

Los que viven en el campo de Yarum, en Damasco, se debaten entre la esperanza en el regreso prometido y el realismo de una situación, que no sólo no cambia, sino que va a peor. Después el conflicto se agravó con los asesinatos sin juicio previo de algunos líderes de Hamas ordenados por las autoridades israelíes y el rechazo de la Hoja de Ruta acordada por el Cuarteto, Estados Unidos, Rusia, Naciones Unidas y Unión Europea, que exigía la abolición del muro de separación levantado por Israel.

Recientemente el boicot al gobierno de Hamas, democráticamente elegido, ha derivado en una brutal represión y masacre indiscriminada a toda la población palestina, particularmente en el norte de Gaza, con la excusa de la retención de un soldado judío, Gilad Shalit, capturado el 25 de junio del 2006 en una rápida incursión de los palestinos en la base militar israelí.

Hamas exige a cambio del soldado retenido la liberación de 135 palestinos prisioneros en Israel entre los que hay varios ancianos y niños. Pero los israelíes siguen sin escuchar una vez más la denuncia de la comunidad internacional, que, ante la desproporción de la fuerza desplegada por el Ejército israelí, pide a las autoridades judías que negocien con Hamas y cese en su represión indiscriminada a los palestinos. El conflicto ha ido en aumento con la captura de otros dos soldados judíos por parte de las milicias libanesas de Hezbolá, lo que le ha servido como pretexto de nuevo a Israel para masacrar también a El Líbano, a su población civil sobre todo.

En síntesis, Israel no tiene ninguna voluntad política de solucionar el contencioso que mantiene con la Palestina por él ocupada, que se solucionaría sólo con reconocer las fronteras de 1967. Lo impide el sionismo, esto es. el movimiento internacional judío que aspira a recobrar Palestina como patria.

Y quiero hacer notar, finalmente, que todos estos desmanes aquí reseñados se están cometiendo en contra de múltiples resoluciones de Naciones Unidas, con la oposición de la población mundial, incluso con la opinión en contra de importantes medios de comunicación de su propio país y con el único apoyo de la rica colonia judía norteamericana, que ejerce gran influencia sobre el gobierno de Bush .

Francisco Garcia-Margallo Bazago
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