Cristianismo y Secularidad
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
Capítulo Primero
Evolución del pensamiento
teológico preconciliar
2. Escuela de Tubinga
Es digna de una mención especial la aportación que ha hecho a la evolución de la teología la escuela de Tubinga. Sus anhelos y deseos lograrían la plenitud en la renovación aportada por el concilio Vaticano II, con uno d e sus más insignes representantes, Arnold, en el aula conciliar.
Estos teólogos se adelantaron de tal manera al movimiento teológico de su tiempo, que puede decirse que su conciencia escatológica estaba muy próxima a la de este nuevo milenio. Ellos practicaron el diálogo con el mundo en que vivieron mucho antes de que lo hiciera oficial el Concilio Vaticano II, dando así la respuesta pastoral de la Iglesia católica a la modernidad.
Hoy nos estamos beneficiando de aquellos logros aceptando con la Iglesia conciliar las ideas de libertad, igualdad y fraternidad propias del judeocristianismo con las que recuperamos buena parte de nuestra herencia cristiana. En efecto, la asunción que hace Gaudium et spes de estos ideales: libertad (GS 17), igualdad (GS 29) y fraternidad (GS 32), acompañando y perfeccionando la dimensión comunitaria de la persona (GS 24-26), la han interpretado los teólogos de hoy como la incorporación a su doctrina del lema de la Revolución francesa.
Si bien ya con anterioridad, refiere Rovira Belloso, Chesterton había adelantado la idea: "Tres virtudes que se han vuelto locas han hecho posible el milagro". El concilio se suma así a los ideales del humanismo y esto hace que los cristianos sean considerados "creadores de nueva humanidad" junto con todos aquellos hombres y mujeres que han trabajado y trabajan con el mismo afán (GS 30) .
Metz valora muy positivamente la apologética primera de esta escuela de finales del siglo XVIII, cuyos máximos representantes fueron JA. Drey, JB. Hirscher, JA. Möhler y JE. Kuhn. La considera una teología de "contestación" en el mejor sentido de la palabra . La facultad de teología que existía en Tubinga desde 1450 pasó en el siglo XVI al protestantismo por influencia de Melanchtón.
Y a principios del siglo XIX los católicos fundaron en el mismo Land de Wütemberg, en la ciudad de Elwangen, una facultad teológica que en 1817 se trasladó a Tubinga. Desde entonces, según el estudio histórico que ha hecho José-Luis Illanes, existen dos facultades de teología en el mismo lugar, una protestante y otra católica. Aunque la línea inaugurada en Tubinga fuera seguida minoritariamente, se continuó en el siglo XIX y en los años del XX que precedieron al Vaticano II. Y no sólo tuvo en Arnold uno de sus mejores representantes en los años pre y postconciliares, como ha señalado Julio Ramos, sino que su teología está presente en los documentos del Concilio.
Lo que explica que el que fuera profesor de Teología pastoral y vicerrector de la Universidad Pontificia de Salamanca hasta su muerte prematuramente, prestara+++ mucha atención a la influencia que esta escuela ha ejercido en la renovación de la teología .
Repasando su historia Illanes constata cómo todos los profesores de la facultad católica, a pesar de sus diferencias, coincidieron en dos puntos fundamentales: La búsqueda de una teología que sintonizara con la cultura de la época y el convencimiento de que la historia, más exactamente, la atención al dato concreto y el método genético que caracterizan a la investigación histórica, era la mejor ayuda para alcanzar ese objetivo. Su propósito era unir el dato histórico a la especulación, lo que equivale a nuestra preocupación actual de aunar teoría y praxis.
A los dos años de su traslado de Elwangen a Tubinga su primer director, Johann Sebastian Drey (1777 1853), publicó Introducción a la teología, que viene a ser como el programa de la escuela. En ella, lo mismo que en su gran obra posterior Apologética, se advierte el influjo de las ideas de Hegel, Schelling y Schleiermacher que él repiensa. El cristianismo, escribe Drey, no es una idea, sino una historia sagrada, por tanto, no puede ser deducido, sino sólo captado y comprendido en su realidad concreta.
Pero esa historia no se reduce a una serie de hechos inconexos, por el contrario, obedece a un designio eterno de Dios que se desarrolla en el tiempo. De manera que la noción de revelación ocupa en su reflexión teológica un lugar importante junto a la tradición: la verdad de Dios que se revela se conserva en la tradición y en la Iglesia. La tarea de la teología es, pues, expresar con la ayuda de la ciencia la unidad del designio divino.
Para ello Drey considera necesario articular todos los datos en torno a una idea central, que, de acuerdo con lo que se dice en la misma revelación, no es otra que la de Reino de Dios. Reino que se despliega y crece en la historia como un organismo vivo.
Junto a Drey destaca con otras figuras preclaras de la escuela de Tubinga, como apuntábamos, Johann Adam Möhler (1796 1838). Frente al racionalismo de la primera Ilustración, esta gran figura de la teología del siglo XIX se inclinó hacia los estudios históricos. Ahora bien, su obra no es historiográfica, sino teológica y su objetivo, lo mismo que en Drey, es lograr que en la teología se unan referencias históricas y reflexión especulativa.La teología no es para Möhler ni historia erudita ni especulación racionalista, sino tarea del espíritu que profundiza y organiza desde la fe la idea divina revelada en Cristo y presente por su Espíritu en la Iglesia histórica.
El centro de su reflexión teológica fue la Iglesia, porque el cristianismo para él no es mera doctrina ni mera experiencia religiosa individual, sino vida que, nacida de Cristo, se transmite, manifiesta y comunica en la Iglesia. Pero frente al racionalismo y a los que colocan en primer plano los elementos jurídico estructurales y societarios, él ve ante todo la Iglesia como vida, vida divina presente en la historia. La Iglesia aparece como un organismo vivo que se desarrolla en la historia impulsada por el Espíritu Santo. Es este Espíritu quien infunde la fe a los creyentes y vivifica a la comunidad.
En la Simbólica Möhler presenta a la Iglesia como la prolongación de la Encarnación, en la que están presentes la unidad de lo divino y lo humano lo mismo que en Cristo. Pero no sólo en la eclesiología, sino que en todo el dogma católico ve la misma unidad de lo visible y lo invisible, lo natural y lo sobrenatural. Este sentido de unidad y la conciencia de que la teología debe estar enraizada en la tradición es lo más significativo que Möhler aporta a la teología.
Para el profesor Julio Ramos, la nueva eclesiología de Möhler, que presenta la vida en la Iglesia como concepto fundamental, su dependencia del Espíritu y su relación con la encarnación de Cristo, ha sido muy clarificadora para la teología. De la misma manera la orientación bíblico-teológica de la escuela de Tubinga, sobre todo con Sailer, supone el paso de una teología de la Ilustración y del pragmatismo utilitario anterior a una teología del romanticismo tubingués .
Ver: Franciaco Garcia-Margallo Bazago
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Ed. TIRANT LO BLANCH. Valencia