Cristianismo y Secularidad
2. Superación de la teología escolástica y fe personalista
2.2. El espíritu de Cristo actuante en la historia
No es necesario decir que la escatología a la que apelan Metz y Moltmann no es la que describe un futuro lejano, sino la que se ha convertido en una teología de la esperanza, que aguarda activamente la aparición de un mundo nuevo. El objeto, pues, ya no es únicamente la meta esperada, sino también la esperanza movida por esta meta; su discurso no versa sobre el fin último del hombre, sino sobre el presente del hombre y del mundo en el horizonte de la meta esperada.
De manera que en este tiempo de secularización la única teología que puede dar razón de la esperanza cristiana conjuntamente con las esperanzas terrenas es una teología política que tome en serio la dimensión social de la existencia humana. Su cometido es ejercer una función crítica frente a la tendencia a la privatización de muchas corrientes teológicas y establecer un nuevo género de relaciones entre la escatología y la actividad sociopolítica de los cristianos y ciudadanos en general.
Esta tesis es seguida por Fries, quien no duda en afirmar que el acto de fe en el contexto histórico en que nos movemos hoy sólo es posible, si esa misma fe tiene algo que ver con el hombre y su realidad, esto es, si sus fórmulas le atañen, de modo que él mismo se exprese en ellas y se vea afectado por ellas sin que le enajenen y, además de eso, den respuesta cumplida a sus preguntas.
La referencia del Dios de la fe cristiana al hombre es tan radical que Fries no duda en decir: hablar del hombre es hablar de Dios y hablar de Dios es tanto como hablar del hombre en su propio modo de ser. Esto es, únicamente Dios es el que da una respuesta definitiva a la pregunta del hombre sobre su propia existencia humana.
Ahora bien, esto no quiere decir que Dios quede reducido a esta función de respuesta al hombre; lo que quiere decir es que el hombre, en cuanto ser abierto y que pregunta, está concebido de tal manera que sólo Dios y su palabra pueden ser la respuesta que busca. Así fue respuesta para Abrahán,Isaac y Jacob y se manifestó en Jesucristo como Padre de todos los hombres.
Todo cuanto ha sucedido en la historia paradigmática de Israel, lo que dijeron los profetas y se ha realizado en Jesucristo hace referencia al hombre, para que éste se comprenda a sí mismo y se realice humanamente en su quehacer en el mundo que le ha sido confiado. De la misma manera fundamenta J. Cahill la necesidad de que la teología fundamental sea en el futuro más bíblica y menos racional, teniendo en cuenta que no todo en la Biblia tiene la misma importancia.
En ella sobresale el interés hacia el pobre, la justicia social, el amor al prójimo etc. Cuestiones que considera tan actuales como en los tiempos bíblicos. La teología fundamental, pues, ha de ser hoy lo contrario a una concepción extrinsecista de un Dios que habla al hombre desde fuera de la historia y en el pasado: tanto la revelación como la salvación son procesos que se desarrollan a través de la gracia de Dios, pero desde la acción del hombre y la comunidad social.
De ahí que Metz diga que la causa de la fe no puede ser defendida en el plano puramente teórico. Dios actúa en la historia humana aquí y ahora a través del espíritu de Cristo que permanece en el mundo. Por tanto, la función de la teología política fundamental será discernir esas manifestaciones inmanentes de la revelación y de la salvación de Dios que se dan también en nuestro momento histórico.
Una constante de la tradición judeocristiana es que Dios se manifiesta siempre en la historia, lo que explica la importancia que la teología fundamental concede a la autocomunicación de Dios en la historia actual que vive la humanidad. Para lo cual ella ha de permanecer abierta a los saberes del mundo, en una búsqueda ininterrumpida del sentido de la existencia humana .
3. Una teología práctica
Si bien es verdad que ya los santos Padres se fijaron en el comportamiento humano en su reflexión teológica, y lo mismo cabe decir de los escolásticos, sin embargo, su atención se centró en la subjetividad de la persona, para conformarla a la ley de Dios. Por tanto, su reflexión, en este sentido, fue más bien de orden moral que dogmático. De ahí que en la Contrarreforma, cuando la teología se divide en varias ramas (exégesis bíblica, dogmática, moral y apologética), el tema del comportamiento humano se encomendara a la moral.
El interés de la teología por la acción práctica es reciente, pero apenas en unas décadas hemos visto aparecer un gran número de teologías referidas a muy diversas actividades humanas: teología del trabajo, del desarrollo, teología de la cultura, de la revolución, teología política y de la liberación, de la violencia... Todas ellas llamadas " teologías de la praxis" .
El impulso a esta teología de la praxis le viene dado de un giro significativo que se da en los años treinta, en que comienza a abandonarse la teología de finales del siglo XIX y primeros del XX, que era fundamentalmente bíblica, patrística o litúrgica, y comienza a elaborarse lo que se llamaría una "teología de la acción". De ordinario el renacimiento teológico viene ligado a nuevos despertares evangélicos y a las exigencias de la vida apostólica o sencillamente a la renovación de la vida cristiana .
Metz también se ha referido a este despertar de la teología en los años treinta del siglo XX, en que la teología dogmática comienza a liberarse de la neoescolástica, reemprendiendo el diálogo con las filosofías modernas y las teorías históricas en un largo camino que llevaría a la tendencia que hoy se agrupa bajo el lema de "teología política". En la actualidad su principal mentor ha puesto todo el interés en la dimensión práctica de la teología.
Es decir, busca una teología que promueva la praxis cristiana, asumiendo la problemática del mundo en su globalidad. La misma inquietud siente Moltmann, quien ha aprendido en Dilthey que la hermenéutica teológica será abstracta y estéril, si no se convierte en una teoría que tenga su cumplimiento en la práctica . Alfredo Fierro considera asimismo la praxis como la matriz de la nueva teología política, ya que aparece como reflexión de la fe sobre la praxis política de nuestro tiempo, particularmente, sobre la praxis de los cristianos .
3.1. Razones de su aparición
El aprecio actual por la realización práctica, suele esgrimirse como primera razón. El desarrollo de la ciencia y la técnica en el siglo XVIII, cuya influencia se mantenía en un cierto letargo, irrumpe en el XX con mucha pujanza. El hombre se hace consciente del inmenso poder que tiene a su disposición y comienza a valorar más las realizaciones prácticas. También los teólogos ven la necesidad de verificar a la luz del mensaje cristiano el sentido y el valor del comportamiento humano en la sociedad.
La segunda razón es consecuencia de la primera. Se huye de la vía especulativa, es tiempo de hacer más que de filosofar. El hombre abandona la metafísica y se dedica a la actividad científica, después de comprobar que la ciencia ha logrado resolver problemas, que inútilmente esperó durante mucho tiempo que resolviera la metafísica.
En el campo de la filosofía Horkheimer abre la década de los años treinta del siglo pasado con su trabajo sobre la Filosofía de la Historia, en el que la filosofía no aparece como un asunto meramente teórico, sino teórico-práctico: el pensamiento ha de hacerse historia para cumplir su cometido. La filosofía social superándose a sí misma, ha de convertirse en "investigación social". Este era el nuevo nombre de la praxis capaz de alumbrar una nueva sociedad. Lo que el filósofo de la escuela de Francfurt materializó más adelante en su Teoría Crítica.
Todo esto ha llevado a los teólogos a prestar atención a la vida del mundo, a los aspectos científicos, a las relaciones sociales, económicas y políticas entre los hombres y a buscar la respuesta que el mensaje cristiano ofrece a los nuevos problemas. Evidentemente ni la filosofía escolástica ni el pensamiento existencial-personalista eran ya adecuados como mediación para la interpretación del mensaje cristiano en la situación actual.
Este hecho motivó a los teólogos a buscar procedimientos operativos inmediatos, que respondan a las circunstancias sociales y políticas del hombre de hoy. Todo lo cual ha sido posible gracias a la concienciación de que el mensaje cristiano no reviste un carácter privado e individualista, sino social y público; que no es especulativo ni abstracto, sino práctico y concreto.
Como consecuencia de ello surge esta teología práctica, cuyo objeto fundamental es manifestar el carácter concreto, social y político de la revelación. Asimismo el fenómeno de la secularización ha permitido prestar más atención a un componente fundamental del mensaje cristiano, que no se había valorado suficientemente: el interés por la justicia social, la paz, la guerra, el desarrollo de los pueblos, el trabajo, en fin, todo lo que atañe a la vida del hombre y del mundo. De ahí que la teología política se encuentre presente en las obra teológica de Harvey Cox, uno de los iniciadores de la secularización de la teología./-----
Un factor muy relevante en la aparición de la teología de la praxis ha sido el concilio Vaticano II, que en la Constitución pastoral sobre la Iglesia, Gaudium et spes, afronta los principales problemas sociales, culturales y políticos que aquejan a la humanidad hoy. A su luz la teología se ha orientado hacia la esfera social y política, ante la urgencia de dar solución a los problemas de algunos pueblos, como Hispanoamérica y los países en vias de desarrollo en su totalidad.
Todas estas causas, y otras que no podemos recoger, han impulsado en estos últimos años a teólogos católicos y protestantes de Europa y América Latina, sobre todo, a elaborar varios tipos de teología de la praxis. De manera que hoy se puede decir que la teología que mejor desempeña el papel diaconal, que defendemos, es una teología que se define más por la ortopraxis que por la ortodoxia.Lo mismo católicos que protestantes abogan hoy por la ortopraxis teológica.
Schillebeeckx justifica su preferencia por ella, basándose en que la interpretación correcta de la expresión reino de Dios incluye mejorar el mundo, en donde el reino tiene su primera manifiestación. A su vez los teólogos protestantes de la Asamblea de Upsala de 1966 insisten en la acción como criterio para la interpretación de la palabra. Incluso se piensa que la incidencia de la acción sobre la significación va a suscitar un nuevo tipo completamente nuevo de teólogo .
Es el tipo de teólogo enfrentado a la acción que anunció Bonhoeffer en su día, al que nos hemos referido en las primeras páginas. El Vaticano II corrobora cuanto hemos dicho en la constitución Dei Verbum cuando dice: "La praxis, el actuar real de los cristianos ... es un dato básico para encontrar el sentido y la autenticidad de una palabra que se presenta como palabra de Dios" (DV, 2).
Otro argumento en favor de la teología práctica es que el cristianismo no es contemplación ni espera pasiva del reino, sino que implica la transformación del mundo. Es así como se realiza la esperanza escatológica del mundo nuevo que esperamos. De manera que, en la preferencia manifiesta de la teología política por la praxis, Metz no duda que la mera teoría conduce a un estadio precrítico, por eso, solucionar los problemas que existen en la realización fe y praxis social es algo esencial en su teología.
Esta misma necesidad de la praxis la descubre el teólogo protestante Miguez Bonino, quien no ve posible un camino directo de la revelación a la teología; la mediación de la praxis la considera inevitable el teólogo italiano afincado en América Latina. Una teología que quiera alimentarse y reproducirse a sí misma desvinculada de la praxis histórica no tiene sentido para él . Dumont en el artículo citado la nota anterior avala esta tesis, porque la hermenéutica bíblica está my ligada al acontecimiento histórico y la misma fe cristiana
se fundamenta sobre un hecho histórico.
Por su parte, el peruano Gustavo Gutierrez considera también la teología como "reflexión crítica en y sobre la praxis histórica" en confrontación con la palabra del Señor. De ahí que no dude en utilizar los instrumentos que proporcionan las ciencias sociales, con el fin de conocer mejor las causas que alimentan la injusticia y la opresión en su continente, imposibilitando la esperanza .
Uno de los reproches de la teología de la liberación a la teología clásica es el de no estar enraizada en la praxis de un pueblo y de partir de esquemas teóricos, generalmente tomados de las filosofías del ser y no del obrar. En ella no aparece el pueblo como sujeto de la predilección de Dios, sino la humanidad considerada en abstracto e independiente de su concreción histórica, por lo que se revela políticamente dependiente. En esto acusa también a la teología progresista de no haber roto con la clásica .
Afortunadamente, en este momento se puede decir que la teología política y la teología de la liberación hablan el mismo lenguaje, aunque una y otra se empeñen en establecer diferencias entre ellas. Ambas relacionan fe escatológica y práctica social, religión y realidad social. El testimonio de Moltmann que encauza su teología de la esperanza por esta misma corriente, es muy significativo al hacer notar que la crítica religiosa moderna no se pregunta ya sobre la esencia de la religión, sino sobre sus funciones prácticas, para concluir que la teología no puede continuar siendo pura teoría.
Debe ser teología práctica, "teología política", o lo que es lo mismo: reflexión de la praxis a la luz del evangelio, transformación práctica de la fe comprometiéndose en favor de la justicia pública.
Asimismo Metz no entiende la relación teoría praxis como se entiende habitualmente. Es decir, no entiende la praxis como la aplicación o concreción de una teoría previamente elaborada. Su teología fundamental práctica se opone a una subordinación no dialéctica de la praxis a la teoría y a la idea; hace mucho hincapié en la fuerza inteligible de la praxis misma y en este sentido hay que decir que prima la praxis en su teología.
De ahí que la nueva teología política rechace por acríticos y pseudoteóricos todos los intentos de fundamentar la teología en una teoría pura o en la reflexión exclusivamente. Él ha dedicado mucho tiempo a reflexionar sobre este tema, porque inmediatamente después de la publicación de sus primeras obras tomó conciencia, a través de algunos trabajos de sus discípulos, de las limitaciones prácticas de una teología crítica puramente teórica.
Tal vez ha sido Marcel Xhaufflaire quien más influencia ha ejercido sobre él en este sentido . También los teólogos de la secularidad se han adherido a una teología de la acción en oposición a la teología de lujo, que criticó Bonhoeffer, una teología meramente contemplativa, que se contenta con interpretar el universo.
La nueva teología práctica quiere ser activa y transformadora: ha llegado la hora de transformar el mundo y no perder más tiempo en interpretarlo. En consecuencia, la teología debe hacer el esfuerzo de colaborar en favor del progreso humano y el desarrollo de los pueblos, porque no es posible hacer separación entre transformación interior y acción social. Los que así se expresan sostienen que hay que insistir en una teología política viable, porque toda empresa humana e incluso el cosmos están comprendidos en la promesa de la salvación.
Concretamente, Harvey Cox espera mucho de la teología política, porque observa que actualmente existe unidad entre el movimiento hacia la libertad, la justicia social y la estima por la persona .
Todos los teólogos que vengo mencionando coinciden en decir que otra razón, aparentemente extraña, para que la teología huya de la mera teoría y se acerque a la práctica, es que la misma noción cristiana de Dios es una idea práctica, porque el hecho de ser pensado por el hombre afecta a la vida de éste. Pensar a Dios conlleva un cambio respecto a uno mismo. Lo que explica que los temas metanoia, conversión, éxodo etc., sean básicos en la teología política.
Muy particularmente se aplica esta idea a la cristología, que más que un saber sobre Jesús se considera una práctica de seguimiento (DV 4 y 17). El saber cristiano no se transmite por conceptos, sino mediante la práctica de seguir a Jesucristo. Metz reflexiona detenidamente sobre la radicalidad del seguimiento cristiano como mística y política a la vez. De manera que cuando él centra el problema fundamental de la teología en un nuevo modelo de relación entre fe escatológica y praxis social lo que está diciendo es que la relación con lo social y lo político no es algo añadido a la fe cristiana, sino que pertenece a su misma esencia .
Por consiguiente, la teología política trata de superar la noción conceptual de la fe, que se infiltró en la teología bajo la influencia de Hegel en que "lo creído pasó a ser lo sabido, lo pensado". En cambio, en la revelación la fe es una fe práctica, no se mueve por conceptos o ideas: Sal de tu tierra, le dice Dios a Abrahán. Es, pues, una opción, una respuesta libre a la iniciativa gratuita de Dios, pero una opción que desciende a todos los niveles de la existencia humana. Así que la unidad que se reclama para la fe es una unidad histórica y salvífica indivisible.
Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea