Cristianismo y Secularidad



Cristianismo y Secularidad


Manual de Nueva Teología Política Europea

2.2. La teología asume la historia humana

Ante la situación histórica que vive la humanidad y que hemos descrito, estamos más legitimados por Metz para decir que, en adelante la teología no debe ser ajena a la historia que viven los hombres porque lo que acontece en ella forma parte de la única historia de salvación.

Este aserto quedará más claro en la medida en que vayamos viendo su obra. Pero el teólogo conciliar, E. Schillebeeckx, da un paso más y dice que la historia salvífica es un acontecimiento humano-liberador. La misma tesis desarrolla Ignacio Ellacuría en toda su obra filosófica y teológica.El testimonio de los teólogos que se encuentran con Dios en la historia humana se multiplica.

No podía ser de otra manera ya que el Dios bíblico está muy vinculado a la historia de los hombres. Israel reconoce a Yahvé como el señor de la historia a diferencia de los dioses paganos que le consideran señor de la naturaleza. Es, pues, en las relaciones interhumanas donde se revela el Dios bíblico y cristiano.

De modo que la comunidad cristiana no puede sustraerse de los problemas que plantea hoy la historia y retirarse a un espacio propio de fe o de considerar las cuestiones históricas como irrelevantes. Si esto sucediera estaríamos de nuevo en el Docetismo y haríamos de la fe un nuevo mito. Esta unidad entre Dios y la historia aquí y ahora, la ve Gustavo Gutierrez como "un solo devenir humano asumido irreversiblemente por Cristo señor de la historia" .

Puesta esta premisa, hay que concluir que la teología ha de actualizarse permanentemente al filo de la historia y todo el entramado de acontecimientos sociopolíticos que se suceden, para mejor anunciar el mensaje cristiano. Es el modo de que la teología se mantenga fiel al depósito recibido y de que no se repita en ella la situación del perezoso de la parábola evangélica, que guardó el talento y no lo hizo multiplicar por miedo a perderlo (Mt 25, 24-30).

Esto es lo que el Vaticano II quiere decir con la expresión signos de los tiempos, una acertada intuición teológica para decir que los acontecimientos históricos son indicadores de la historia de Dios con los hombres. En parecidos términos se ha expresado el teólogo Claude Geffré: en la medida en que desea ser fiel a la palabra de Dios, la teología constituye una tarea siempre nueva.

El teólogo que así escribe no hace más que concebir la teología como un servicio al evangelio en función de los desafíos del hombre actual secularizado. Es lo que Pedro Casaldáliga llama la "Causa del Hombre Nuevo", de una Humanidad más fraterna, que en clave política llama el obispo socializada, para que el mundo respire armoniosamente humano. El cree en este imposible y necesario "Hombre Nuevo" .

Hoy son la nueva teología política europea y las diversas teologías de liberación de los países en vía de desarrollo, que son asimismo políticas, las que tensionan la fe y la esperanza cristianas en esta dinámica, para dar respuesta a los interrogantes de la humanidad. Por lo que puede decirse que la teología posconciliar está determinando de hecho la práctica de los cristianos comprometidos en la transformación del mundo.

No obstante, tanto la teología de la liberación como la nueva teología política europea son conscientes de la ambigüedad de la historia, por eso prestan mucha atención al Crucificado. De modo que la historia de la esperanza cristiana aparece en ellas como la historia de la pasión del mundo. La esperanza en el cristianismo se alimenta de la discrepancia del presente que vive y el futuro de justicia que espera. Pero no se resigna a que no haya en el presente otra alternativa que la de la injusticia.

Eso sería la mayor negación de la fe y la esperanza cristianas tal como aparecen en Nnuevo Testamento. De ellas dimana precisamente la fantasía creadora que se traduce en proyectos políticos, científicos y de toda índole. En definitiva, su proyecto es crear alternativas más humanas para los desafortunados de la tierra. El cree y espera cristianmente no tiene más remedio que mostrar su descontento ante la sociedad de mercado generalizado hoy en el mundo, en que tienen todas las de ganr los fuertes, mientras que los débiles se hacen cada vez más débiles y van en aumento.

Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
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