Cristianismo y Secularidad
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
3. Cuestiones planteadas a la teología tradicional
Los teólogos que abogan porque la teología afronte los problemas reales del mundo y rescate así a la fe cristiana de la privatización en que ha caído, plantean a la teología tradicional los siguientes interrogantes: ¿se está preguntando la teología por las verdaderas cuestiones? ¿No dedica demasiado tiempo a discutir temas que no le dicen nada al hombre secularizado y próximo al ateísmo de hoy?
¿Por qué titubea tanto la Iglesia en decidirse por una teología encarnada en la realidad?. Es preciso que la teología pierda el miedo a equivocarse, el evangelio es amante del riesgo (Lc 5, 4; Mt 14, 24). En su día Bonhoeffer fue pionero en plantear estas cuestiones a la teología y a la Iglesia. El teólogo evangélico se quejaba de la lentitud en que se procede a la renovación en ellas, incluso llega a decir que unas decisiones no tomadas a tiempo pueden ser más pecaminosas que las decisiones falsas que proceden de la fe y el amor.
En este contexto de inquietud y búsqueda se inscribe el proyecto de la nueva teología política. Lo que sus autores se proponen es formular el mensaje cristiano acorde con los postulados del mundo moderno. Para ellos, la hora de la apologética que adolecía de ser excesivamente racional y defensiva se ha agotado para siempre.
Ahora la teología trata de volverse a la apología de la fe tal como aparece en el Nuevo Testamento. Ya desde el C. Vaticano I se entiende la teología fundamental no como pura apologética de defensa, sino más bien como "la recta razón que demuestra los fundamentos de la fe". El mismo Claude Geffré ha escrito muy positivamente al respecto .
En su origen la teología fundamental es una respuesta a los planteamientos surgidos de la modernidad, de ahí que se sitúe entre fe y razón, entre los postulados de la revelación y los del hombre que la recibe. Su cometido en ese momento era garantizar la credibilidad y la racionalidad de la fe. Hoy la teología fundamental tiene un doble cometido: uno intelectual-testimonial y otro que es interpretar de manera solvente la esperanza cristiana. Este último es el que consideran hoy los teólogos como el tema teológico fundamental: dar razón de la esperanza, según la confesión de Pedro (1 Pe 3, 15).
José Aguirre, apoyándose en la secularización del mundo contemporáneo, urge a los cristianos a conjugar ambos términos, razón y esperanza, en un doble sentido: que la razón no se cierre sobre sí misma, porque se volvería destructiva, y que la esperanza no se vuelva estéril y vana haciéndose muda. La esperanza no subsiste sin la razón, por lo que "la razón ha de abrirse a la esperanza y la esperanza ha de alimentarse de palabras nuevas y de nuevas razones para esperar".
Ya Schleiermacher, considerado el Orígenes de la modernidad, tradujo en el siglo XIX con gran maestría el mensaje cristiano al lenguaje de la razón moderna, pero la Iglesia romana, en lugar de agradecérselo, reaccionó de manera defensiva y condenatoria, por el intento de conciliación entre fe cristiana y modernidad que eso significaba.
Un grave error que ha subsanado el Vaticano II con la apertura al mundo actual en Gaudium et spes. La Iglesia en su afán de salvaguardar la fe ha impedido no pocas veces la entrada de los alejados y ha motivado la salida de los de dentro. De la misma manera la teología tradicional se ha preocupado más por la integridad del dogma que por fomentar el seguimiento de Jesús.
La nueva teología, en cambio, anima hacia el futuro y tiene claro que es inútil pretender que las creencias de hoy sean como las de ayer. Cada época tiene su forma propia de credibilidad.
Toda la problemática teológica a que me he referido anteriormente demuestra que la teología no es lo primero en el cristianismo. Gustavo Gutierrez, uno de los máximos exponentes de la teología de la liberación, habla de la inmensa riqueza que se alberga en los caminos que la comunidad cristiana ha ido encontrando en el seguimiento de Jesús a lo largo de la historia. Una experiencia a la que no se debe renunciar.
La Iglesia, por la predicación del evangelio, la celebración de los sacramnetos y la caridad de sus miembros anuncia el reino de Dios en el corazón mismo de la historia humana. Por eso, "la vida, predicación, celebración y compromiso histórico de la Iglesia serán para la inteligencia de la fe un privilegiado lugar teológico". De donde se sigue que en toda corriente espiritual digna de ser reseñada hay primero una viva experiencia.
A continuación se produce una reflexión sobre esa vivencia, que se propone a la comunidad cristiana como una manera de seguir a Cristo. Finalmente la experiencia espiritual es teologizada. De donde se sigue que la teología es un acto segundo. Esto quiere decir que en la vida de la comunidad cristiana la teología no es algo principal de lo que no se puede prescindir, sino que lo principal es el seguimiento de Jesucristo, la preocupación por los que sufren, los injustamente excluidos de la sociedad y reducidos al silencio.
Él vive en todos ellos, por lo que si queremos hablar con propiedad del alcance de su resurrección, hemos de acelerar el proceso de su liberación y la recuperación de la dignidad de la que se les ha privado. No en vano hay teólogos que ven una íntima relación entre la resurrección de Cristo y la liberación de todo hombre y mujer donde vive encarnado.
Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
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