El tema del Dios jugador y el azar o dado adquiere nuevas dimensiones. Cada vez va ganando terreno una física que se parece al juego humano que es imprevisible: "Puede la moneda caer a uno u otro lado" (Prigoguin).

Prigoguin rechaza de plano la frase de Einstein de que "Dios no juega a los dados. Pero, si hay dados, si hay juego, si hay jugadas imprevisibles, entonces hay reglas y hay jugadores.

¿Quién diseñó las reglas? ¿Quién diseñó el juego? ¿Por qué Prigoguin, Einstein y todo ser humano tiene ineludiblemente ganas de jugar y de ganar?. Por qué todo científico. ¿Por qué todo literato, todo ser humano siente el placer que le paga el banquero de su ordenador cerebral cuando gana, o sea, cuando otros pierden?

¿Juega Dios? ¿A qué juego?. Estas son las nuevas preguntas que nos formulan los nuevos científicos o los nuevos teólogos de la ciencia. La pregunta, la cuestión y el juego científico-teológico está ahí: ¿Juega Dios a los dados o no juega? ¿Es el Universo y no solamente la sociedad humana y la vida del individuo un juego a ganar y perder?

¿Siente Dios placer o pena cuando pierde el juego? ¿Qué juego? Parece que Dios al ser perfecto en todo, no puede nunca perder. Sin embargo, ya el Génesis plantea este tema al advertir que Dios se disgustó mucho al ver cómo se comportaban sus criaturas, se arrepentió de su creación y estuvo tentado de volverles o devolverles a la nada. Ya advirtió Protágoras que el hombre es la medida de todas las cosas.

Aparece por todas partes Dios como un jugador que se alegra si sus criaturas se portan bien y que se enoja si le plantan cara o le desafían. Una de sus criaturas, Lucifer, pierde el juego pero sigue jugando con Dios y contra Dios. ¿Quiere esto decir que puede la criatura intentar ganar la partida al Creador? Este juego está planteado en la cultura judía, musulmana, cristiana y otras culturas. Pero es la ciencia la que ha puesto sobre el tapete una vieja cuestión desde nuevas perspectivas: Si Dios juega a los dados, al azar.

Ver:José Antonio Jáuregui, Dios hoy
Ediciones NOBEL