Espiritualidad de P. Casaldáliga


Evangelizar liberadoramente


Reflexión sobre santidad política

La santidad política en la teología de América Latina es una santidad encarnada, histórica, una santidad que opta por los pobres, los empobrecidos y toma partido por ellos.

Que se sitúa en su lugar social, que asume con los pobres los riesgos, el conflicto, que contesta al sistema de opresión, de dominación, de privilegio. Es una santidad que contempla a Dios sobre la marcha de la misma historia, de los acontecimientos diaríos. Las espiritualidades tradicionales hablaban de contemplar y después pasar, entregar, comunicar a los demás lo contemplado. Otras espiritualidades decían: "contemplativos en la acción".

Nosotros decimos que hay que ser contemplativos en la liberación, contemplativos en la acción típicamente política.

No se trata sólo de una acción benefactora, simplemente humanitaria o caritativa. Se trata de una acción típicamente política. Pío XI decía que la mayor expresión del amor cristiano es la caridad política, porque es un amor que alcanza a las personas y a los pueblos, alcanza a las personas como estructuradas y estructurantes, alcanza a las coyunturas y a las estructuras del ser y del vivir de los humanos.

Es una santidad que sabe vivir ecuménicamente la presencia de Dios y su acción salvadora en el mundo. Una santidad normalmente de frontera. En toda esa marcha de la liberación del Dios con nosotros y del Dios como nosotros, no aparece como un Dios "eclesiástico", ni siquiera como un Dios "cristiano", pero aparece siempre como un Dios "liberador".

Cuando nosotros celebramos nuestros mártires, recordamos que en todo caso, siendo algunos de ellos quizá no cristianos, y hasta proclamándose ateos, fueron "mártires del Reino de Dios", mártires de ese proceso mayor, de esa Causa mayor, de ese interés mayor de Dios, al cual también la Iglesia debe servir.

La Iglesia, toda ella, no puede ser más que una diaconía, un servicio al Reino de Dios. La Iglesia no es para sí misma. La Iglesia es para el Reino, en el Mundo, en la esperanza y en la preparación del Reino más allá, en la parusía.

Pedro Casaldáliga, obispo
Al acecho del Reino

A Bartolomé de las Casas

Los pobres te han jugado la partida
de una Iglesia mayor, de un Dios más cierto:
contra el bautismo sobre el indio muerto
el bautismo primero de la vida.

Encomendero de la Buena Nueva,
la Corte y Salamanca has emplazado.
Y este tu corazón apasioanado
quinientos años de testigo lleva.

Quinientos años van a ser, vidente,
y hoy más que nunca ruge el Continente
como un volcán de heridas y de brasas.

¡Vuélve a enseñarnos a evangelizar,
libre de carabelas todo el mar,
santo padre de América, Las Casas!
P. Casaldáliga
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