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Jesús en el emigrante

Así ha presentado a Jesús el sacerdote mexicano Alejandro Solalinde:"Veo en las personas migrantes a mi Señor Jesús que llega". Centroamericanos -guatemaltecos, hondureños, salvadoreños y nicaragüenses,que tratan de llegar a Estados Unidos buscando un futuro que les ha negado el destino y que en el camino son objeto de palizas, robos, secuestros y violaciones.

Él mismo vive amenazado y ha sido detenido y advertido por las autoridades mexicanas. Durante mes y medio y bajo la protección de Amnistía Internacional compartió en España su experiencia denunciando la violencia y el silencio que se cierne sobre muchas de estas personas.

Lo que él ve en ellos y desde su fe es a Jesús que llega. Para él, es un honor recibirlos y servirlos. No se explica que estos trabajadores que no tienen nada, que cruzan por un México que les quita todo -ropa, zapatos, dinero, honra- y aún no conocen el lugar al que van, mantengan la esperanza. Aunque también ve en sus ojos mucho dolor, sufrimiento, secuelas de violencia, violación de sus derechos humanos. Esto es mucho mayor en el caso de las mujeres.

En México, los migrantes son mercancia para la delincuencia organizada y los funcionarios corruptos. El mismo tren en que viajan es peligroso y resulta mortal cuando la policía mexicana y los funcionarios del Instituto Nacional de Inmigración hacen operaciones por las noches. La gente que viaja -en el techo- se tira en marcha y como consecuencia de ello unos mueren, otros quedan heridos, muchos son detenidos, secuestrados y extorsionados. Ese tren es como una bestia y un instrumento mortal.

¿Por qué esa persecución implacable de las autoridades? Es el compromiso de los acuerdos de los Estados Unidos a través de la "Inicitiva Mérida"(tratado para combatir supuestamente el narcotráfico y el crimen organizado) por el que México ha recibido millones de dólares.

El problema está en que los funcionarios han traducido este compromiso en atropellar los derechos humanos. Por otro lado los persiguen porque los migrantes no son personas, son mercancías para la policia, la delincuencia organizada y los funcionarios corruptos. Es una oportunidad de conseguir un dinero fácil. Es la industria de la explotación del pobre.

Ciertamente Estados Unidos es un país cosmopolita como ninguno, sin embargo olvidan que ellos no son los dueños de esas tierras, que los originarios son otros, que han sido exterminados y quedan unos pocos que han dejado en reserva como piezas de museo.

El sacerdote mexicano, Alejandro Solalinde vive amenazado y acosado por las autoridades mexicanas por defender los derechos humanos de los migrantes centroamericanos. Nadie es profeta en su tierra, dice. Pero allí sigue con un pequeño grupo de 18 personas, hombres y mujeres la mayoría mejicanos, auque hay algunos centroamericanos que fueron víctimas y que se quedaron para defender a sus hermanos.

Todo esto es lamentable. Jesús viene hoy a nosotros en los emigrantes.

(Periódico Alandar, mayo de 2011)
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