Laudato Si' Carta encíclica del Papa Francisco
scristpan class="imagen">
sobre el cuidado
de la casa común
Lo que le está pasando
A nuestra casa
CAPITULO TERCERO
RAIZ HUMANA DE LA CRISIS
ECOLOGICA
109. El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo técnocrático en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano.
Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales del mismo modo que se afirma, con lenguajes no académicos, que los problemas del hambre y la miseria del mundo simplemente se resolverán con el crecimiento del mercado.
No es una cuestión de teorías económicas, que quizás nadie se atreve hoy a defender, sino de su instalación en el desarrollo fáctico de la economía. Quienes no lo afirman con palabras lo sostienen con los hechos, cuando no parecen preocuparles una justa dimensión de la producción, una mejor distribución de la riqueza, un cuidado responsable del ambiente con los derechos de las generaciones futuras. Con sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente.
Pero el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. Mientras tanto, tenemos un "superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria desumanizadora", y no se elaboran con suficiente celeridad instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más pobres acceder de manera regular a los recursos básicos.
No se termina de advertir cuáles son las raíces más profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientación, los fines, el sentido y el concepto social de crecimiento tecnológico y económico.
110. La especialización propia de la tecnología implica una gran dificultad para mirar el conjunto. La fracmentación de los haberes cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante.
Esto mismo impide encontrar caminos adecuados para resolver caminos más complejos del mundo actual, sobre todo del ambiente y de los pobres, que no se pueden abordar desde una sola mirada o de un solo tipo de intereses. Una ciencia que pretanda ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo que ha generado el conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social.
Pero este es un hábito difícil de desarrollar hoy. Por eso tampoco pueden reconocerse verdaderos horizontes éticos de referencia. La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia. En la realidad concreta que nos interpela, aparecen diversos síntomas que muestran el error, como la degradación del ambiente, la angustia, la pérdida del sentido de la vida y de la convivencia. Así se muestra una vez más "que la realidad es superior a la idea".
Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco
sobre el cuidado
de la casa común
Lo que le está pasando
A nuestra casa
CAPITULO TERCERO
RAIZ HUMANA DE LA CRISIS
ECOLOGICA
109. El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo técnocrático en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano.
Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales del mismo modo que se afirma, con lenguajes no académicos, que los problemas del hambre y la miseria del mundo simplemente se resolverán con el crecimiento del mercado.
No es una cuestión de teorías económicas, que quizás nadie se atreve hoy a defender, sino de su instalación en el desarrollo fáctico de la economía. Quienes no lo afirman con palabras lo sostienen con los hechos, cuando no parecen preocuparles una justa dimensión de la producción, una mejor distribución de la riqueza, un cuidado responsable del ambiente con los derechos de las generaciones futuras. Con sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente.
Pero el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. Mientras tanto, tenemos un "superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria desumanizadora", y no se elaboran con suficiente celeridad instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más pobres acceder de manera regular a los recursos básicos.
No se termina de advertir cuáles son las raíces más profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientación, los fines, el sentido y el concepto social de crecimiento tecnológico y económico.
110. La especialización propia de la tecnología implica una gran dificultad para mirar el conjunto. La fracmentación de los haberes cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante.
Esto mismo impide encontrar caminos adecuados para resolver caminos más complejos del mundo actual, sobre todo del ambiente y de los pobres, que no se pueden abordar desde una sola mirada o de un solo tipo de intereses. Una ciencia que pretanda ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo que ha generado el conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social.
Pero este es un hábito difícil de desarrollar hoy. Por eso tampoco pueden reconocerse verdaderos horizontes éticos de referencia. La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia. En la realidad concreta que nos interpela, aparecen diversos síntomas que muestran el error, como la degradación del ambiente, la angustia, la pérdida del sentido de la vida y de la convivencia. Así se muestra una vez más "que la realidad es superior a la idea".
Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco