Marx y la Biblia





La propiedad privada en cuestión



Testimonio Bíblico y Patrístico



Amós es penetrante en las relaciones causales, con la ventaja de que no alude a persona alguna en particular y se refiere, por tanto, al sistema mismo:



Porque pisoteásteis al indigente y le quitásteis porciones de su trigo, casas de sillares construísteis pero no las habitaréis, viñas selectas plantásteis pero no beberéis su vino(5, 11).



Reuníos sobre el monte de Samaria

y contemplad el tráfago dentro de ella,

las opresiones en medio de ella.

No supieron obrar con rectitud, _oráculo de

Yahvé _ los que acumuláis violencia y despojo

en sus palacios (3, 9-10).



He ahí, pese a todas las apariencias de brillantez y lujo, cuál es la verdadera consistencia de las propiedades de los ricos: Sus palacetes y todo aquello que los constituye a ellos en una clase diferente del resto de la población, son para Amós opresión concretizada, materialización amontonada de violencia y de despojo. En la amenaza del castigo que conmina, Amòs es consciente de anunciar justicia elemental. Porque pisoteaban al pobre y le quitaban porciones de su trigo, por eso pudieron edificar casas de sillares, pero no las habitarán, pues llega el día de la justicia.



A esa misma consistencia de la propiedad diferenciante alude Miqueas contemplando en su conjunto las mansiones y edificios que hay en Jerusalén:



Vosotros que abomináis el derecho

y torcéis la rectitud,

edificando con sangre a Sión

y a Jerusalén con injusticia (3, 9-10).



El capítulo 2 de Habacuc dispara contra la ganancia tanto en su segunda (v. 6b-8)como en su tercera estrofa (v. 9-11), y al final de ésta escucha clamar los muros y las vigas de las casas que con aquellos materiales habían sido construidas:



Gritarán las piedras de los muros,

las vigas de leño responderán (2, 11).



Y prosigue retomando las expresiones de Miqueas :



Ay del que construye la ciudad con sangre

y funda la capital con injusticia (2, 12).



Es inútil alargar la lista de testimonios bíblicos. Hace treinta años no faltaba quien intentara explicar por el origen campesano y antiurbano de los profetas esta unánime captación de la esencia de la propiedad diferenciante; hoy la exégesis científica rechaza tales escapatorias interpretativas de que está llena la historia del cristianismo.



Toda explicación anecdótica o psicológica queda fuera de lugar, pues en los anatemas proféticos hay penetración lúcida del origen económico de la riqueza patrimonial en la ganancia. Aparte de que Isaías y Oseas piensan de la misma manera que los demás profetas y no son campesinos sino ciudadanos; Isaías, incluso, orgullosamente de capital.



---Ver: José P. Miranda Marx y la Biblia,

Ediciones Sígueme 1975
Volver arriba