Marx y la Biblia
La propiedad privada en cuestión
Testimonio Bíblico y Patrístico
Que no se nos diga que los autores bíblicos no entendían de economía; éste es el mismo Sirac en 3, 3 12, ; 7, 10; 12, 3 que en el original hebreo llama justicia a la limosna. La convicción de fondo es que la propiedad diferenciante, lo que hace que unos sean ricos y otros sean pobres en la misma sociedad, no podía obtenerse con verdedera aquiescencia de los que resultan desclasados, no podía ni puede adquirirse sin violencia y despojo.
La maldición de los ricos Lc 6, 24 y la expresión "dinero de injusticia" en Lc 16, 9 se basan en la misma convicción. Si no, es del todo incomprensible el programático grito de combate, que al principio de su evangelio pone Lucas nada menos que en los labios de la madre de Jesús: "A los hambrientos los llenó de bienes y a los ricos los despidió sin nada". (Lc 1, 53). Lo que generalmente se hace es relegar este versículo entre lo incomprensible, pero tal alternativa resulta muy poco científica.
Es evidente que la frase en cuestión supone una determinada convicción acerca de la injusticia de las riquezas diferenciantes, esto es, de las riquezas que, dentro de una misma sociedad, constituyen a unos hombres en una clase y a otros en otra. La convicción subyacente no puede ser sino la que venimos diciendo: es imposible que esas riquezas hayan sido adquiridas sin violencia y despojo.
Para eludir tal conclusión sobre el convenciemiento de todos estos pasajes bíblicos, habría que afirmar que no se refieren a todo tipo de riquezas diferenciantes sino sólo a las mal adquiridas. Y con ello implican que las puede haber bien adquiridas; pero la fuerza misma de los textos está en la universalidad intencional de sus expresiones, en su no distinción, en que precisamente no aceptan que distingamos: "más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios" (Mc 10, 25; Mt 19, 24; Lc 18, 25).
Imposible interpretar esto como dirigido contra la distribución que de facto vige de la propiedad diferenciante y no de iure contra la propiedad diferenciante en cuanto tal. Imposible interpretarlo como dirigido contra los abusos y no contra la propiedad diferenciante en sí misma.
Los esfuerzos de algunos exétas modernos por negar la autenticidad de esta último logion (Mc 10, 25 y par) en labios de Cristo, sólo demuestran cuánto influyen en la labor interpretativa el status que la civilización occidental le brinda al teólogo y al cristrianismo mismo como religión oficial.
De toda esa enseñanza únicamente quieren retener como núcleo original el verscículo Mc 10, 26 que en sustancia dice: !cuán difícil es salvarse¡ y entonces tienden a hacernos creer que 10, 25 es una mera ejemplificación como cualquier otra, más o menos inventada por la predicción comunitaria premarquiana, a la cual no tenemos por qué tomar muy a la letra.
Pero con esta maniobra se pone la exégesis a transgredir los principios metodológicos que ella misma científicamente ha elaborado a través de muchos decenios de trabajo meritorio. En efecto, la imposibilidad absoluta de salvación para los ricos es precisamente algo que ninguna comnunidad primitiava (anterior al año 70, pues el evangelio de Marcos se escribió el 70 o 71) se hubiera atrevido a afirmar si no fuera basándose en la autoridad misma de Jesucristo.
En cambio, "cuán difícil es salvarse" en una generalidad teológica perfectamente inventable por cualquier comunidad o por cualquier redactor de esa época o de otra cualquiera. Por eso los más serios exegetas modernos, desde el fundamentalista J. Jeremías, el autorizado W. Grundmann, hasta los más extremosamente exigentes Bulmann y Norman Perrin sostienen que Mc 10, 25 es frase auténtica del Jesús histórico.
De suerte que las expresiones Lc 1, 53; 6, 24 y 16, 9
podrán ser en cuanto a la mera formulación, propia de Lucas o de su tradición preredaccional; pero en cuanto al contenido nos trasmiten con toda fidelidad el pensamiento mismo de Cristo, que conocemos por Mc 10, 25
y por otros pasajes igualmente auténticos como Mt 11, 5-6 (Lc 7, 22-23), Lc 6, 20 etc.
---Ver José P. Miaranda, Marx y la Biblia. Crítica a la filosofía de la opresión Ediciones Sígueme 1975