El Mito de la Globalización Neoliberal


"Allí donde la propiedad es un derecho individual
y donde el dinero sea la medida universal
jamás podrá reinar la justicia
y la prosperidad social" (Tomás Moro)


"¿Debe hacerse una revolucion? Sí es
nuestra exigencia espiritual profunda.
Entoces preparémosla.Y para quien no
puede culminar queda al menos testimo
niar. Para quien ha dado un gran testi-
monio la vida no está vacía

(E. MOUNIER)

3. ABRIENDO CAMINOS

En esta parte final, queremos concretar los pasos para ir hacienco realidad el proyecto utópico que en el apartado anterior se proponía. Un proyecto que exige transformaciones
radicales a nivel personal y social, en los diferentes ámbitos que conforman la realidad humana.

3.1.RECUPERANDO LA DIMENSIÓN ÉTICA DE LA ECONOMÍA

Uno de los campos fundamentales en que se desarrolla la vida del hombre es el económico, especialmente en el momento actual, en el que más que nunca, la ciencia se presenta como una instancia ajena a las exigencias éticas, la primera de ellas la justicia social. Es un error de graves consecuencias, sobre todo para los sectores más empobrecidas de nuestra sociedad, establecer un total extrañamiento entre ética y economía.

Los que propugnan que la economía y toda clase de negocios, no estén sometidos a ningún principio moral, no pretenden más que legitimar la usura, la explotación y la injusticia. La actividad económica debe ejercerse siguiendo sus propias leyes pero siempre orientadas y regidas por un orden moral, en cuyo centro debe estar la persona y su dignidad.

Entre los principales objetivos que deben tenerse en cuenta a la hora de hacer prpuestas de transformación del sistema de relaciones económicas dominantes, de cara a instaurar la justicia social como fin último de la actividad económica, estarían: en primer lugar, devolver al ciudadano la capacidad de ejercer su derecho de control sobre el mercado, el capital y los intercambios financieros; y en segundo lugar, adoptar la perspectiva internacional, planteando las respuestas al mismo nivel que los problemas.

Una de las tareas más apremiantes que en el terreno económico debe plantearse es la erradicación de la especulación financiera; algunos de los pasos que se pueden ir dando son:

-La eliminación de los paraísos fiscales. Hay 37 paraísos fiscales en el mundo. Su existencia constituye una forma de legalizar la creciente criminización de la economía (evasión fiscal, especulación, tráfico de drogas, comercio ilícito de armas...) Gracias a los paraísos fiscales, el mundo está cada vez más habitado por depredadores, de los que también son víctimas las empresas industriales creadoras de la verdadera riqueza.

Los gobiernos en lugar de eliminarlos, contribuyen a su multiplicación encubierta por la creación de centros de coordinación financoiara internacional, en los cualas los holdings financieros multinacionales pueden elegir su domicilio sin que se les pida un impuesto sobre sus beneficios.
Asistimos a una competición feroz entre países europeos y regiones diferentes dentro de un mismo país, en materia de facilidades y de reducciones fiscales.

- Poner fin al secreto bancario. Una política financiera verdaderamente progresista, fundada en la justicia social y la solidaridad, pasa por la abolición del secreto bancario que se nutre de la riqueza robada a sus pueblos por dictadores y oligarquías corruptas, con el visto bueno de los países que luego se proclaman defensores de los derechos humanos.

- Eliminar la práctica de evaluar a los países según las posibilidades de ganancias que ofrecen sus economías a los operadores financieros. Actualmente, existen seis grandes sociedades de expertos financieros que establecen la calificación de los diversos países, en funcion de lo que estos expertos consideran que es la "salud financiera" del país.

Como ejemplo sirva lo ocurrido en 1996, cuando a causa de los recortes previstos en los gastos del Estado, Italia se vio recompensada por una de estas sociedades, la estadounidense MOODY, otorgándole el paso a un nivel superior, hecho que produjo gran regocido en el gobierno italiano. Lo cual demuestra la dependencia real de poder político de estas sociedades privadas de expertos financieros, y rebela en manos de quienes está el auténtico gogierno del mundo.

- Controlar y sancionar hasta su desaparición, los movimientos especulativos de las transacciones financieras que atenten contra el bien común de un pueblo. Toda operación financiera que vaya en perjuicio de los derechos políticos, económicos y sociales de los habitantes de un país debe ser persguida y castigada.

Por encima de los beneficios y las ganancias fruto de la especulación, está el derecho al trabajo, la libertad de asociación de los trabajadores, el derecho a recibir un salario digno para mantenerse el obrero y su familia, el derecho a la educación, a la sanidad, a la vivienda...Ya hemos comprobado con los ejemplos de las últimas tormentas financiaras del sureste asiático, quiénes son los que pagan los costes de los movimientos especulativos finacieros: los mismos de siempre, los que llevan siglos poniendo los muertos y las víctimas.

- Estas medidas deben ir acompañadas de una redefinición de las reglas que hasta ahora han regido y siguen rigiendo el sistema económico mundial, nacido del acuerdo de Breetton Woods. Para ello, lo primero que habría que eliminar es el criterio que hasta ahora ha venido predominando en la toma de decisiones en los organismos internacionales, cuyo objetivo supuestamente es el de velar por el respeto de los derechos humanos, criterio que se corresponde con la máxima: un dólar un voto.

Un orden que se basa en la superioridad económica y financiera de los participantes para hacer imponer sus prioridades, va contra la propia declaración de los derechos humanos que reconoce la igualdad fundamental de todos los hombres.

Por ello creemos que la única prueba posible para demostrar una auténtica voluntad política de transformación del sistema económico actual, es dar prioridad en los foros internacionales al voto de los empobrecidos de la tierra: Un voto por un muerto de hambre, un voto por cada niño desnutrido, un voto por cada hombre o mujer sin asistencia médica, un voto por cada niño sin escuela, un voto por cada familia cuyo alojamiento son las calles de su ciudad, un voto por cada niño esclavo, un voto por cada emigrante económico, un voto por cada refugiado, etc.

A estas propuestas dirigidas principalmente a la economía financiera habría que añadir otras destinadas a la economía productiva, principalmente, encaminadas a controlar la actuación de las compañias transnacionales, por ejemplo obligar a cumplir el Código Etico de trasnacionales aprobado por la ONU y que, como tantas resoluciones aprobadas por este organismo, se han quedado en el baúl de las buenas intenciones.

Es urgente la implantación y cumplimiento de una legislación internacional que vele por los derechos políticos, sociales y laborales de las poblaciones donde se instalan estas compañías, prohibiendo el trabajo infantil, los salarios de miseria, jornadas interminables, la ausencia de condiciones laborles para desarrollar su trabajo dignamente etc. Una legislación que obligue a invertir una parte de los beneficios obtenidos en la mejora de las condiciones de vida de la población en que están instaladas. Es decir, todo lo opuesto a lo que se persigue con propuestas como el Acuerdo Multilateral de Inversiones.

En el marco de las relaciones laborales sería necesario recuperar el ideal cooperativista como asociación económica en sus diferentes versiones de cooperativas de producción, consumo y crediticias.

Para lo cual se hace imprescindible la formación de coopaerativistas que tengan como primicia de su actividad económica la persona, que traducido a las relaciones de producción quiere decir crear una cultura de trabajo en la que los principios del interés particular, el beneficio individual, la acumulación de riquezas y el acceso priviligiado a los bienes de consumo son sustituídos por el bien común, la solidaridad y la justicia social.

Ver: El Mito de la Globalización

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