Teología de J. Ortega y Gasset. Evolución del Cristianismo
Irracionalidad de la lengua
Importancia del lenguaje en teología
Ahora Ortega da un paso más y afirma convencido que el lenguaje, incluso los hombres, somos las ideas que tenemos. Y cita el viejo libro indio, Dhamapada, donde se lee: "Todo lo que somos es fruto de lo que hemos pensado; somos principalmente pensar, consistimos en pensamientos.
Si un hombre, por tanto, habla u obra con impuros pensamientos, le irá siempre a la zaga el dolor como la rueda del carro sigue a la pezuña del buey". En esa lógica, la fuente de las acciones de los pueblos es su ideario. Una raza de hombres es fruto de un conjunto cultural de ideas, sentimientos, acciones y sobre todo de una manera de pensar.
Consecuentemente el lenguaje es importante no sólo para recomponer la unidad filosófico-teológíca del ser del hombre, a que se ha referido Ortega más arriba, sino también para la recomposición de los pueblos.
Y cuando se dispone a afrontar el problema del origen de la diversidad de los pueblos Ortega se inspira en la Filosofía de la Mitología de Schelling, en donde el filósofo alemán sostiene que un pueblo es su mitología, su idea de la divinidad. Y, a la vez, se pregunta ¿cómo se disgregó la humanidad homogénea inicial? A lo que responde:
Si nos volvemos a la Biblia vemos que ella atribuye la división de los pueblos a la confusión de las lenguas. Lo que quiere decir que nada separa tanto a los pueblos como el idioma y sólo los pueblos que hablan idiomas diferentes están realmente separados. En definitiva, no se puede desligar el origen de los pueblos del origen de los idiomas.
Una vez más vuelve a preguntarse Schelling ¿pero de dónde vino la divergencia de idiomas? Y responde: dado que el lenguaje es el producto inmediato de la conciencia, los distintos idiomas son consecuencia de una crisis espiritual en lo íntimo del hombre. El lenguaje es la manifestación de la comunidad más radical de los espíritus.
Asimismo esta unidad originaria del lenguaje revela la unidad del pensamiento, y el pensamiento del hombre primitivo no se nutre de la aritmética o de la física, sino de la noción de Dios sobre el mundo y del mundo bajo Dios, del mito. (Mito es todo lo que pensamos cuando no pensamos como especialistas, es decir, como médico, economista o pintor. Mito son todos nuestros pensamientos espontáneos y las ideas que respiramos cada día en la calle. Incluso es la base de nuestro edificio espiritual).
Según el razonamiento de Schelling, habrá que derivar la separación de los pueblos de una hendidura que se abrió en la concepción común de Dios. El Dios único se partió en dioses y la humanidad se disgregó separada por hondas grietas y cada aglomeración de hombres se sintió unificada por la creencia en uno de esos dioses y despegada de las que tenían otros dioses. La duda del Dios común llevó a la invención de dioses particulares y en esta invención se hicieron los pueblos.
Estas invenciones son los pueblos.--
Es igual, comenta Ortega, si en lugar de Dios se pone la idea de mayor eficacia que contenga la mente de un pueblo y de la cual toman las demás su origen. En este caso también dos colectividades que discrepen en aquella idea primaria no podrán vivir juntas porque no se entienden. "Rota la humanidad, los pueblos se educan trashumando, se hacen vagabundos.
La historia es la historia de esa peregrinación en busca cada pueblo, cada nación, de su parte de mundo". Y todo esto es fruto del lenguaje (La guerra, los pueblos y los dioses I, 412ss).
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