Teología de J. Ortega y Gasset. Evolución del Cristianismo
Evolución del pensamiento cristiano: diversas etapas
Cuarta etapa. Vuelta a la pura inspiración cristiana: Duns Scoto (S.XIII-XIV)
El mediodia del tomismo, como todo mediodía duró muy poco. Dos generaciones después de Santo Tomás, un escoces Duns Scoto, que nace hacia 1270, va a intentar deshacer la unidad armónica entre fe y razón trabada por el santo de Aquino. Con su combate reaccionario contra el tomismo va a precipitar la Edad Media en una verdadera crisis. Porque con la doctrina de Santo Tomás el hombre europeo había llegado a una armonía entre la fe y la razón, Dios y la naturaleza humana.
Como hemos visto en la etapa tercera, la clave de esa armonía era que el hombre puede ante la realidad de Dios y el mundo confiar mucho en lo que le dicta su razón. La explicación que da el tomismo es que Dios es racional. La razón es, pues el nexo armónico, el puente entre el hombre y su circunstancia. El escotismo protesta contra esto porque lo considera una paganización del cristianismo y vuelve, en lo que a Dios se refiere, a la "pura inspiración cristiana" de San Agustín.
No acepta que Dios consista en razón e inteligencia primeramente y que tenga que someterse forzosamente a lo racional e inteligible. Eso es minusvalorar a Dios y negar su función de constituir el principio del ser: "Todo ser es porque Dios es, pero Dios no es por ninguna otra cosa, causa, razón o motivo. Dios no es porque es necesario que sea -esto significa someter a Dios a una necesidad e imponerle la mayor de las obligaciones, la de existir.
Los escotistas no aceptan la doctrina revolucionaria de S. Tomás. Dios existe y es lo que es porque quiere y nada más. Sólo así es verdaderamente principio de sí mismo y de todo. En suma: Dios es voluntad, pura voluntad -previa a todo, incluso a la razón. Dios pudo comportarse no racionalmente; pudo, inclusive, no ser. Si ha preferido crear la razón y aun someterse a ella, es simplemente porque ha querido; y por tanto, la existencia de la racionalidad es un hecho, pero no un principio. En su auténtico ser, Dios es irracional e ininteligible".
También la teología escolástica que idea San Anselmo es ilusoria. La teología es ciencia práctica y es incapaz de descubrir verdades sobre Dios, sólo enseña al hombre a manejar los dogmas de la fe. La teología vuelve a disociarse de la razón y queda al hombre sin medios propios para comunicarse con Dios. Sin embargo, la razón robustecida se dirige al amplio mundo de la acción mundana. (Estadios del pensamiento cristiano V 132-133).
Quinta etapa
Irracionalismo o fideísmo
Guillermo de Ockam
Como decíamos, medio siglo después de Santo Tomás, el escotismo obliga al hombre a vivir en un mundo doble sin comunicación entre sí: el trasmundo divino, con el que no puede comunicarse con medios propios, y este mundo, frente al cual puede utilizar la vigorosa facultad de la razón. Frente a Dios el hombre está perdido, porque la fe es lo irracional, pero le queda el mundo.
Ahora bien, Guillermo de Ockam se va a encargar de complicarle al hombre su vida en el mundo, porque, según él, en el mundo no existen universales. Esto es, lo que conocemos como "el hombre, el perro, la piedra" son ficciones nuestras y no realidades; son signos verbales que utilizamos para entendernos nada más. Las cosas son siempre singulares: este hombre, este perro etc. Lo que significa que la razón conceptual nada menos no sirve para conocer las realidades mundanas.
Ahora el hombre medieval queda muy desconcertado en un vago fideísmo y perdido en un mundo de cosas, que una a una tiene que ir viendo, oyendo y tocando en pura experiencia. A los ockamistas de París, Oresme, Buridán se les ha ocurrido una nueva forma de relación intelectual entre el hombre y las cosas: la razón experimental. Pero de momento, apostilla Ortega, ésta aún no existe; vive del fracaso de la anterior, la razón conceptual, de la pura lógica.
Y hace una observación que es de suma actualidad: "El Dios irracional que se comunica burocráticamente con los hombres a través de la organización eclesiástica, va quedando al fondo del paisaje vital humano. Por otra parte, el fracaso de la razón lógica se debe a la agudeza del hombre, que con su análisis la ha disuelto". El hombre tiene confianza en sí mismo, pero es extraña porque no puede justificarla. De los ockamistas va a seguir hablando en el capítulo siguiente cuando se refiere a la fe positivista (Epígrafe Fe positivista).
El hombre queda perdido, pero tiene ilusión por la vida, por esta vida. Se entusiasma con la belleza de la naturaleza. Se le ha despertado el interés por los valores sociales -el poder, la gloria, la riqueza. "Perdido pero ilusionado". Tal es el hombre que atisba el siglo XV. La crisis continúa, pero es muy distitnta de aquella de hace diez siglos; puede decirse que es opuesta. "Entonces el hombre desespera de sí y por eso va a Dios.
Ahora el hombre desespera de la Iglesia -léanse las quejas constantes que de ella se dan de 1400 a 1500-,se desprende de Dios y se queda con las cosas". Pero tiene fe en sí y el presentimiento de que va a encontrar la manera de actuar contra el entorno adverso, una nueva razón, una nueva ciencia, la nuova scienza de Galileo. La física moderna germina. Es el hombre moderno (Ibid., 133-134).
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