Via crucis del paro II
"¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
(La saeta)
Antonio Machado
Profesores en paro
Jesús, Maestro bueno,
líbrame de la
injusticia que tiene
prisionera a la
verdad. Tu palabra
es verdad. Guíanos a
enseñar a todo el que
no sabe. Que para la
verdad no hay paro,
sobra trabajo.
Me siento un pozo lleno en medio de
una tierra seca. Una tierra fértil que necesita
la lluvia para que fructifique la vida humana.
Nuestro pozo está lleno, pero ahora nos niegan
los canales para derramar el agua.
Y somos miles los que, impotentes, contemplamos
el ansia de saber que corre por el pueblo:
la sed inapagada en tanto tiempo.
Y si recibimos la vocación de la enseñanza,
quedaríamos frustados si nos “lanzan” a
otro trabajo. Y el pueblo, destinatario de
nuestra cultura, seguiría encadenado a la
ignorancia.
Somos miles los que queremos enseñar y
no podemos. Y millones los que necesitan
aprender y les niegan los maestros. Por eso,
en buena lógica, esto no tiene explicación.
¿Es que habrá otra lógica?
O a algunos no interesa que todo el pueblo
aprenda la verdad, escuela de libertad, o
porque la enseñanza no tiene una inmediata
rentabilidad económica, no se la aprecia su
promoción humana.
El caso es que la sabiduría continúa siendo
privilegio de unos pocos, y la ignorancia,
patrimonio de los más.
Y la cultura, necesaria como el pan de
cada día, no se reparte entre los hambrientos
de ella. Y hasta se echa a perder cuando se le
tapa el respiro del aire del pueblo.
El trabajo crucifica al trabajador
¡ayúdanos a salvarle!
Cáritas-Andalucía
---
Doctrina social de la Iglesia
Ante la crítica de que la Iglesia se limita a predicar resignación a los pobres y a los ricos generosidad, León XIII no vaciló en proclamar y defender abiertamente los sagrados derechos de los trabajadores (RN 16).
Con relación al trabajo dice que éste de ninguna manera puede considerarse como una mercancía cualquiera, porque procede directamente de la persona humana. Para la gran mayoría de los hombres, el trabajo es la única fuente de su decoroso sustento. Por esto no puede determinar su retribución la mera práctica del mercado, sino que han de fijarla las leyes de la justicia y de la equidad (RN 18).
Ocho Grandes mensajes Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1974.