Virtudes públicas en J. Ortega y Gasset

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Virtudes públicas o laicas en José Ortega y Gasset

Capítulo Tercero

El intelectual y la política

(Continuación viene del día 11)

El 12 de marzo de 1910 imparte en la Sociedad de El Sitio de Bilbao una conferencia titulada "La pedagogía social como programa político", en la que pone de manifiesto que el problema primero de España es el de transformar la realidad social. Los españoles no pueden abdicar de este deber, a diferencia de los europeos que lo tienen resuelto.

Así el francés, el inglés y el alemán pueden, no digo que deban, desentenderse de los problemas nacionales. Sus patrias no serán sociedades perfectas, pero están dotadas de todas las funciones esenciales, servidas por órganos en buen uso. Su vida como ciudadanos se halla, pues, plenamente organizada sin necesidad de su intervención.

Los impuestos no le asfixiarán, la higiene municipal velará por su salud, la Universidad enriquece casi mecánicamente su conocimiento; la biblioteca más próxima le proporciona de balde los libros que necesite; podrá viajar sin mucho gasto y al depositar el voto en tiempo de elecciones volverá a su casa sin temor de que se falsifique su voluntad.

En nuestro caso es bien distinto: "El español que pretenda huir de las preocupaciones nacionales será hecho prisionero de ellas diez veces al día y acabará por comprender que para un hombre nacido entre el Bidasoa y Gibraltar es España el problema primero y perentorio. Este problema es, como digo, el de transformar la realidad social circundante. Al instrumento para producir esa transformación llamamos política. El español necesita, pues, ser antes que nada político"(La pedagogía social como programa político I, 503-507).

Consecuente con este pensamiento, después de doce años de actividad literaria, de colaboración frecuente en periódicos, revistas y de conferenciante en diversas tribunas, en 1914, relata Julián Marías, "se da de alta" en la vida pública. En su reflexión sobre algo tan trascendental dice el mismo Ortega: "la política puede significar dos cosas: arte de gobernar o arte de conseguir el Gobierno y conservarlo...

Es menester repetir a toda hora que es un acto inmoral convertirse en conquistador del poder sin crearse previamente un ideal gubernativo... Entre nosotros se ha hecho una separación indebida de la política de acción y la política ideal, como si la una tuviera sentido huérfana de la otra. La historia contemporánea de nuestro país ha hecho patente hasta qué punto de miseria puede llegar una política activa exenta de ideal político".(Ibid., 507).

Para él, hay una primera política o algo previo a la política sensu stricto, que se pregunta por la realidad social, y que es la única que puede dar sentido a la política encargada de dominarla y regirla. Por eso, él va a hacer de la pedagogía social el programa político de ese momento. "La pedagogía anticipa lo que el hombre debe ser y después busca los instrumentos para que el hombre llegue a ser lo que debe" (Ibid., 509).

En esto está muy influido por sus maestros de Marburgo, Hermann Cohen y Paul Natorp; la Pedagogía social de este último le ha inspirado la conferencia de Bilbao. De estos dos profesores precisamente le viene también su simpatía por el socialismo en estos primeros años, que se corresponde con la orientación política de sus maestros .

Al hablar en otro momento sobre la Socialización de la escuela, Ortega aclara en un párrafo lleno de elocuencia, lo que piensa sobre la sociedad, la democracia, el socialismo, el trabajador y la cultura: "Si la sociedad es cooperación, los miembros de la sociedad tienen que ser, antes que otra cosa, trabajadores. En la sociedad no puede participar quien no trabaja. Esta es la afirmación mediante la cual la democracia se precisa en socialismo.

Socializar al hombre es hacer de él un trabajador en la magnífica tarea humana, en la cultura, donde cultura abarca todo, desde cavar la tierra hasta componer versos...El trabajador, si no ha de ser esclavo, necesita tener conciencia viva del sentido de su labor. Me parece inhumano retener a un hombre durante treinta años en el rincón de un taller sin que se le proporcione una visión de las cosas que dé una noble significación a su faena" (Socialización de la escuela I, 517-518).

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