Virtudes públicas en J. Ortega y Gasset
Valoración ético-teológica del capitalismo
La dura crítica que Ortega ha hecho al capitalismo en perfecta lógica con sus alabanzas al socialismo democrático, se corresponde con la valoración y condena que hacen de él la ética y la teología.
Para el teólogo brasileño Leonardo Boff, este sistema que se presenta hoy como la única salida liberadora, atropella la dignidad humana y reduce al hombre a cosa. Por el contrario, la fe cristiana rompe todos los sitemas cerrados: creer en Dios es creer que algo nuevo puede irrumpir en medio de los proyectos de los hombres, algo que puede modificar salvíficamente la vida humana.
Todos los teólogos que han tratado las consecuencias del capitalismo llegan a concluir que él es el responsable de la mayor parte de los problemas que aquejan hoy a la humanidad. Por tanto, le consideran éticamente muy negativo.
El sistema capitalista pide algo imposible o al menos contradictorio: que se acepte su lógica, aun cuando sus beneficios no lleguen a todos. Pero no sólo eso, sino que, además, encierra una grave deficiencia moral: si el estilo de vida capitalista no se puede de hecho universalizar, es que esconde un potencial grande de inmoralidad e inhumanidad.
Efectivamente, el ritmo de vida que impone este sistema no es universalizable a todo el mundo, por ejemplo, el consumo energético de los pueblos ricos no es extensible a los del tercer mundo, porque se agotaría.
Esto es un indicio del carácter restringido del sistema capitalista, que, aunque se presenta como el más idóneo para erradicar la pobreza del mundo, en realidad es válido sólo para unos pocos. Tampoco genera liberación personal, sino sometimiento a muchas cosas: juego de relaciones públicas, mercados, modas etc. Un estilo de vida poco adecuado para la mayoría .
El trasfondo moral que se oculta tras el sistema capitalista es para Adela Cortina el individualismo a ultranza, que se considera imposible de superar: "El centro de toda la vida moral y política es estrictamente el individuo" con sus deseos infinitos consumistas, que son insaciables, porque tienen un origen psicológico.
La deficiencia ética que arrastra el capitalismo, se trata de encubrir en la actualidad con el término grandilocuente de globalización económica, pero ésta no es otra cosa que la pretensión del capital de huir de todo control democrático.
Así lo demuestra el hecho de que mientras se crean espacios supranacionales en materia mercantil y monetaria, tales como la Unión Europea, se rechaza la idea de crear instancias fiscales y políticas democráticas.
Así se hurta la soberanía a los Estados y se la transfiere a mercados o instituciones, políticamente irresponsables, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo .
Todos sabemos lo que se esconde detrás del maquillaje altruista de estas instituciones, que en algún momento se han erigido en defensores de los países pobres. En realidad sus objetivos no han sido nunca erradicar la pobreza del mundo, sino conseguir la estabilidad financiera del rico Occidente con políticas monetarias favorables al gran capital.
Los efectos de su gestión han sido muy negativos, porque la brecha entre países ricos y pobres ha crecido notablemente. Desde esta premisa, todas sus promesas son falsas, porque violan el principio fundamental de la economía, que es satisfacer las necesidades de todos los hombres.
En cambio, el crecimiento económico que el capitalismo pone en primer término y como fin en sí mismo, viola los más elementales derechos humanos.En ningún momento la economía puede ignorar las graves carencias sociales que afectan a las personas y esto lo tolera la economía de mercado, cosa que desde un punto de vista humano y cristiano no es aceptable.
Por otra parte, Metz se ha referido a la crisis de supervivencia o al Apocalipsis social de la vida de dominación guiada por la voluntad de poder y sometimiento, como responsable de la crisis actual de la humanidad.
Crisis que considera muy relacionada con la sobre explotación y sobre carga de la naturaleza, es decir, con el problema ecológico: la naturaleza está siendo sometida por una antropología de dominación propia de la civilización cientifico técnica en detrimento de los pueblos subdesarrollados.
Incluso se puede constatar ya que esta cultura de dominación y sometimiento toca a toda la construcción de la sociedad y de los sistemas político económicos, hasta el punto de que los sueños de progreso y dominio se han trocado en temores de supervivencia.
Si hacemos caso a los ecologistas, la carrera consumista en que los países ricos estamos embarcados no da más de sí. La naturaleza ha dado suficientes gritos de alarma con las tragedias que ella misma se ve obligada a protagonizar, acosada por el efecto invernadero que el exceso de gases arrojados al espacio provocan.
De todo esto nos alertó el Informe del Club de Roma hace unas décadas, pero hemos hecho oídos sordos mucho tiempo. En cambio, hoy la ecología se impone como una preocupación ética, incluso teológica, y se ha convertido en una crítica radical del modelo de civilización que estamos construyendo .
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Elogio de Ortega a Pablo Iglesias.......