Virtudes públicas en J. Ortega y Gasset
El hombre es constitutivamente social
Pertrechado de un gran bagaje cultural ya en su juventud y bajo el influjo de sus maestros de Marburgo, Hermann Cohen y Paul Natorp, Ortega sigue haciendo grandes elogios al socialismo. Dice así en un arrebato entusiasta:
"Es hoy una verdad científica adquirida para in aeternum que el único estado social moralmente admisible es el estado socialista: si bien no he de afirmar que el verdadero socialismo sea el de Carlos Marx, ni mucho menos que los partidos obreros sean los únicos partidos altamente éticos. Mas en esta o la otra interpretación, frente al socialismo toda teoría política es anarquismo, porque niega los supuestos de la cooperación, sustancia de la sociedad y régimen de la convivencia".
La vida privada no tiene sentido: "el hombre es todo él social, no se pertenece; la vida privada, como distinta de la pública, suele ser un pretexto para conservar un rincón al fiero egoísmo".
En un Estado idealmente socializado lo privado no existe, todo es público, popular, laico. La moral se hace asimismo pública, moral política, la moral privada es estéril, porque no sirve para crear y engrandecer ciudades (Socialización de la escuela I, 517-518; La escuela laica, I, 519). Y, culminando el proceso de secularización que el socialismo supone, ha escrito:
"Los pensadores eclesiásticos parecen querer olvidar que la idea de Dios halla en su interpretación social el máximum de reverberaciones". 'Siempre que estéis juntos me tendréis entre vosotros`-dijo Jesús-. No creo que haya apotegma más suave, más rico en promesas, más signifcativo de la divina misión del Hijo...Dios es el cemento último entre los hombres, el aunador, el socializador..." (Teología social I, 520-521).
Ortega, pues, no duda, en presentar el socialismo como teología social y democrática o como la secularización política de la comunidad religiosa. Y para explicar el credo socialista hace suya la tesis de Unamuno, según la cual, el socialismo es un movimiento cultural y un método, más que una doctrina. No hay en él dogmas, sino tendencias, propósitos. Tampoco puede haber en él ortodoxia ni heterodoxia, ni excomuniones, pero sí disciplina, pues sin disciplina no hay método.
El socialismo es un método para el gradual mejoramiento de las condiciones del trabajo humano, tendente a poner al hombre en condiciones de ahondar más y más en la cultura, en el conocimiento de la vida y del universo .
Por todo lo dicho algunos concluyen admitiendo la adscripción de Ortega al socialismo. Se basan, además, en lo que dijo al crear la Liga de Educación Política en 1913: "Creemos que nuestra Asociación marchará junto al socialismo sin graves discrepancias".
El 1 de mayo de ese mismo año Ortega hace una declaración de sus convcciones socialistas en la revista El socialista en estos términos: "El socialismo es una realidad tan profunda que contiene en sí varios pisos o estratos y sería empequeñecerlo creer que todo él se reduce a uno solo de ellos. El estrato del Socialismo que más se ve porque ocupa la superficie es el Partido Socialista. Bajo éste, ya un poco más repuesto a la mirada de la muchedumbre se halla el Socialismo, como proyecto ideal de reforma humana.
No conviene, en mi entender, confundir estos dos órdenes de Socialismo, so pena de renunciar al valor incalculable que
encierra el Socialismo en su integridad. El Partido Socialista es el instrumento del Socialismo, y está constituido por no pocas afirmaciones que le son tal vez necesarias, pero que huelgan en el Socialismo como proyecto de solución a las enfermedades actuales de la sociedad.
Así, el Partido Socialista pone al frente de su ideología la lucha de clases, que el Socialismo, es decir la organización socialista de la comunidad, comienza por excluir. Hay, pues, de un lado el Socialismo como idea política, y de otro el Socialismo como táctica de unos hombres férvidos para llevar aquella al triunfo.
Pero aún hay otra tercera cualidad en el Socialismo. Así como el Partido Socialista es sólo un medio para la organización socialista del mundo, es esta a su vez un medio, una táctica que sigue la historia para obtener ciertos resultados maravillosos, acaso no previstos hoy por los proletarios militantes.
Y como el Socialismo puede irse sin desdoro por cien caminos distintos, yo no vacilo en declarar que la sospecha de esos resultados maravillosos ha sido quien, en definitiva, me conquistó años hace para el Socialismo. El caso es en su primera apariencia burdamente paradógico: yo soy socialista por amor a la aristocracia". Pero aclara seguidamente lo que eso significa: "estado social donde influyen decisivamente los mejores".
Y sigue aclarando: no se entienda gobierno de los mejores, porque esto empequeñecería la cuestión. No importa que no gobiernen, "lo que importa es que, gobernando o no, las opiniones más acertadas, más nobles, más justas, más bellas adquieran el predominio que les corresponde en los corazones de los hombres". Pero para esto es necesario que haya tales opiniones, por lo que hay que suscitar hombres sabios, justos y de sentimientos delicados.
"La humanidad no puede vivir sin aristócratas, sin fuertes hombres óptimos. Si pudiera vivir sin ellos, el Socialismo carecería de sentido...Lo grande, lo profundo del Socialismo, su misión histórica, aquello a que tiende...es a la producción de aristocracias verdaderas, y si ha nacido en nuestra época débese a que en esta se ha hecho más imposible que nunca la existencia de aristocracias" (Socialismo y Aristocracia X, 238-239).
Evidentemente el Socialismo combate la sociedad capitalista, tratando de superar y aniquilar el capitalismo, que define como el estado social en que las aristocracias, en el sentido en que Ortega las entiende, son imposibles. El mundo actual está regido por los capitalistas, la aristocracia hoy no consiste en cualidades internas a los hombres, sino en un poder material anónimo, cuantitativo, el dinero.
Esta ha sido la clara visión de Marx: "lo humano, que es pura cualidad, yace oprimido por la cuantidad, que es una fuerza física". Por eso hoy el hombre no puede cultivar las virtudes sabrosas que aumentan la Humanidad. "El régimen capitalista le obliga a consumir sus energías en la conquista del dinero...Un extremo de la sociedad está compuesto de obreros, es decir, de hombres cuya existencia se resuelve en puro trabajo, trabajo que se mide por la producción, producción que se valora por el precio de la mercancia en el mercado.
El obrero, como individuo, como cualidad, como corazón, desaparece; queda solo una cantidad. El obrero no solo vive del jornal, sino que es un jornal". En el otro extremo tampoco hay individuos-cualidades, hay el capitalista. En el capitalismo el hombre es un soporte del capital, un siervo del dinero. De ahí que toda reforma que no icluya la reforma de la estructura económica dominante será un fracaso.
Las venerables categorías sociales como el sacerdote, el legislador, el aventurero, el noble, el pequeño propietario, el soñador, que gozan sorbo a sorbo de la vida han muerto triturados por la presión del capitalismo. Este creó en su lugar al capitalista y al proletario, ninguno de los cuales son capaces de producir hombres que se ocupen de sí mismos y que perfeccionen el tipo de hombre.
"El Socialismo sirve al proceso histórico para demoler esta cárcel del imperialismo cuantitativo...El día en que ganar unos dineros deje de ser faena central de la vida, se abrirá la posibilidad de que el género humano ensaye nuevas categorías de individuos...La concorrencia no versará exclusivamente, como ahora, sobre la adquisición de cosa tan extrínseca al espíritu como es el capital. La gente luchará por...)Quién sabe por qué?.
La historia es siempre invención, no puede anticiparse. Sólo podemos decir que aquello por lo que luchen los hombres se parecerá más a lo que en otro tiempo llamóse fama, gloria, amor, que a lo que hoy llamamos fortuna. Volverán las clases )quién lo duda? Pero no serán económicas, no se dividirán los hombres en ricos y pobres, sino en mejores o peores. El Arte, la Ciencia, la Delicadeza, la Energía moral, volverán a ser valores sociales. Y el Socialismo habrá sido el encargado de preparar el planeta para que broten de él nuevamente aristócratas" (Ibid., 239-240).
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