Al acecho del Reino

Pedro Casaldáliga



A los 500 años:
descolonizar y desevangelizar


Es claro que un cristiano ha de estar contra las armas y de toda violencia. Ahora bien, la Iglesia a lo largo de los siglos ha reconocido a las personas y a los pueblos el derecho a la legítima defensa. Y recientemente los papas Pablo VI, e incluso Juan Pablo II han reconocido a los pueblos oprimidos bajo una tiranía prolongada el derecho a una revolución armada para librarse de esa tiranía, cuando no hay otra salida posible.

Si la humanidad evoluciona, si los derechos de los pueblos son respetados de otro modo, si una futura ONU consigue resolver los conflictos entre los pueblos, de dentro de cada pueblo, por vía diplomática y política, mucho mejor. Actualmente, estando como están las cosas (escribía en los años ochenta del siglo XX), la Iglesia de Nicaragua, de Guatemala, de El Salvador...no pueden negarse a participar en los procesos revolucionarios de sus pueblos, en los procesos que aquellos pueblos, campesinos, indígenas, oprimidos están viviendo.

Esas Iglesias no pueden negarse a un posicionamiento claro contra la intervención de Estados Unidos, contra la prepotencia y violencia del ejército salvadoreño, sostenido por Estados Unidos, o del ejército guatemalteco, al servicio de la oligarquía nacional.

La Iglesia como institución, en sus documentos, en sus celebraciones, en las normas concretas que dé para toda su comunidad, ante todo y sobre todo recordará los principios cristianos que se refieren a la moral política, al compromiso histórico de los mismos cristianos. Evidentemente, no sancionará ningún proceso como si fuera "el único proceso posible" para el Reino; no propugnará ningún partido como si fuera "el partido cristiano".

No podrá decir que la democracia cristiana es "el partido de la Iglesia". Pero este pecado ya ha sido cometido primero en la vieja Europa, en la tan eclesiástica Italia, y se está cometiendo actualmente en Centroamérica: todos sabemos que hay un intento claro, por parte de sectores altísimos de la jerarquía eclesiática, de que la democracia cristiana triunfe en Centroamérica. Duarte es democristiano, y lo es Vinicio Cerezo.

Napoleón Duarte envió a la revista oficial de Comunión y Liberación, ese movimiento tan poderoso hoy en la Iglesia, tan querido por el Papa Juan Pablo II, una carta en la que llamaba "compañeros" a los miembros del movimiento, y que la revista publicase dicha carta como primera página, como editorial prácticamente de la revista.

Creo que los cristianos, y la misma Iglesia en cuanto tal, ha tenido y tiene aún pocos escrúpulos para definirse cuando se trata de una política o de un proceso de tipo más conservador. Ha tenido y tiene muchos escrúpulos cuando se trata de un proceso revolucionario...Que la Iglesia no deba canonizar un partido, ¿significa que deba mantenerse neutral? No, no es posible que los dos bandos tengan la misma razón. No es posible que los dos bandos tengan el mismo derecho. No es posible que los dos tengan los mismos intereses. No es posible que los dos bandos tengan la misma mayoría.

En Centroamérica está bien claro. El sandinismo en Nicaragua. con sus deficiencias, con sus mediaciones incluso marxistas, no hay duda de que es un proceso histórico revolucionario que partió del pueblo nicaragüense, asumido por la mayoría, un proceso sandinista más que marxista, pero un proceso también cristiano, que arranca de la mayoría del pueblo de Nicaragua y que contesta la oligarquía secular y la dictadura somocista.

El sandinismo reivindica la autonomía de Nicaragua y una reforma agraria; pero los campesinos de Nicaragua exigen no sólo esa tierra, sino comida, salud, educación, para todo el pueblo nicaragüense. Y la mayoría del pueblo salvadoreño, como el de Guatemala reivindican la tierra, la salud, la educación... todos ellos están rechazando el mismo imperialismo, las mismas oligarquías seculares...No es posible ser neutral en todo esto sin dejar de ser cristiano.

Ante este tipo de movimientos revolucionarios, liberizadores, con esta conjunción de causas de reforma agraria, contestación al imperilismo, liberación de tantas opresiones seculares, descolonización, recuparacion de la propia identidad...de nuestra propia fe y desde la teología y espiritualidad de la liberación no podemos dejar de apoyarlos, auque críticamente naturalmente...

Ver: Pedro Casaldáliga, obispo
Al acecho del Reino
Antología de textos 1968-1988
Ediciones Edymion. Nueva Utopía, madrid 1989
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