La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida


I. La Explosión de mi Fe

2. Soledad interior

Sentía en mí la muerte aquellos años. A un amigo, más viejo que yo, a quien destinaron a Sudamérica, y a quien dolía marchar, le dediqué una breve poesía en estos términos:

"Decirte en dos palabras una cosa,
cuando vas a partir:
¡Sigue! Después será una cosa
tan hermosa
morir!"....

3. Levantes de la aurora

El tranquilo clima de los estudios, para mí lleno de interés, fue un sedante, después de los años, internamente atormentados, del colegio.

Leí todas las obras de San Juan de la Cruz, que me causaron una impresión profunda.

Empecé, en un nivel modesto, a encontrar modo de ejercitar una oración contemplativa, de silencio interior, en que sentía la presencia de Dios. Esto constituyó una revolución en mi vida.

Creo que mi esfuerzo de contemplación tenía algo de artificial y de nervioso. Y la muy modesta experiencia de presencia de Dios, algo de inmaduro.

Sin embargo, hay aquí un hito esencial de mi existencia cristiana, porque ese sentimiento de estar con Dios sigue en pie desde hace 30 años.
La noche quedó atrás.

Sólo que, desde hace años, más que un "sentimiento", es algo más profundo (creo)y más impalpable. Es como una dimensión de mi existencia. No hay en mí, desde hace ya años, ninguna preocupación de ser contemplativo.

Mi fe es explícita, y la plegaria a Dios, en la Eucaristía y en otras formas, es algo esencial a mi existencia. Pero he sustituido el esfuerzo sistemático por actuar una oración contemplativa con la lectura de la Biblia, que, en conjunto y en una u otra forma, es para mí palabra de Dios.

Por otra parte, la tendencia moderna, entre los cristianos, a acentuar la dimensión "horizontal"de la existencia más que la dimensión "vertical", también ha influido en mi.

La tendencia del cristianismo vivio hoy no es la fuga del mundo para excavar en la mina de la interioridad, sino la apertura al mundo y a los hombres, pera relacionarse en éstos con el Dios escondido.

El eje de la vida cristiana no es hoy la solitaria contemplación, la forma anacorética de estar en el desierto. Hoy el eje de la vida cristiana es la caridad fraterna (agape), el amor al prójimo, abierto a todos los hombres.

Si hay que estar en el desierto, no será en solitario, sino en medio de un pueblo entero que camina, como en el Éxodo.

Ver: J.Mª Díez Alegría, ¡Yo creo en la esperanza. El credo que ha dado sentido a mi vida
Ed Desclée de Brouwer 1972
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