La cigüeña sobre el campanario
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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
4. El Cristo de mi fe
II. Descubrimiento de la Religión
Verdadera
3. Conciencia cristiana y marxismo
Hay una página en la Fenomenología del Espíritu, de
Hegel, que tiene particular actualidad. Es la que
describe la dialéctica del "amo" y del "esclavo". Para
Hegel el momento de independencia que es esencial a la
persona(el "estar en sí" y "ser para sí"), sólo puede
constituirse en la lucha de dos conciencias
contrapuestas.
La conciencia se enfrenta con una
conciencia ajena, extraña, hostil. Ha de entablarse
una lucha, y una lucha a muerte, para que la
conciencia alcance su despliegue dialéctico en
"autoconciencia", en conciencia personal("en sí"
y,"para sí"). Esto se realiza mediante la dialéc-
tica del "amo" y el "esclavo".
La conciencia humana es en sí misma una dialéctica
de naturaleza(contingencia, particularidad,
dependencia)y personalidad(absoluta
sustantividad, universalidad del puro "ser para
sí"). Para afirmar el momento de personalidad hay
que negar dialécticamente el momento de naturaleza.
Esta negación dialéctica tiene lugar porque, en la
lucha de las dos conciencias hostiles, una conciencia
es dominadora y la otra sierva.
La conciencia dominadora(el "amo")prefiere la
libertad a la vida y está dispuesta a morir. De este
modo realiza la negación dialéctica del momento de
naturaleza pero sin desaprecer en el empeño, gracia a
que la otra conciencia(el siervo)ha temido
radical,"dialécticamente")a la
muerte y se ha rendido para salvar su momento de natu-
raleza(su realidad, su ser natural), aceptando la es-
clavitud para no perecer y evitando así que la lucha
a muerte se consumase en negatividad absoluta e iner-
te, que no cabe en el despliegue constitutivamente
dialéctico de la conciencia, que es en última instan-
cia el Espíritu Absoluto. Pero el movimiento dialéc-
tico continúa inexorablemente...
Para un profano, esta página de Hegel puede parecer puro "juego" filosófico vaciamente abstracto. Nada más lejos de la realidad. El pensamiento de Hegel es, en sí mismo, una continua diaéctica de abstraccion y concreción, de extralimitada idealidad conceptual y certera concrepción existencial.
Hegel representa vitalmente en sí mismo el espíritu de la genial burguesía que, en los años posteriores a la muerte del filósofo, realizó la revolución capitalista moderna. Su dialéctica del "amo" y el "esclavo", tan abstractas en apariencias, nos da una clave magistral para comprender el espíritu del capitalismo, que, por desgracia, no ha sido superado esencialmente en Occidente.
La existencia de clase radicalmente dominante ("amo")y de clase sirviente (esclavo)aparece justificada como una condición esencial sin la que no podrían realizarse los supremos del espíritu. Así la injusticia de la esclavitud es disfrazada con la santidad del espíritu. Por otra parte, la lucha, la guerra, quedan canonizadas en sí mismas, bajo la forma de "guerra de los caballeros" a costa de los "esclavos". Pero es esclavo no podrá nunca alzarse en lucha contra el amos, porque a él le corresponde la rendición y la servidumbre.
Es verdad que Hegel apunta a una reconciliación, a un reconocimiento mutuo de amo y esclavo, como personas. Pero esta reconcialiación está lejos de ser auténtica. Es un reconocimiento desencarnado y abstracro, inoperante, representado para Hegel en el estoicismo, y que deja en pie las injusticias y las subsiguientes alienaciones del amo (que aspira a un compromiso que le lbre de la contigencia de la rebelión del esclavo y asegure su condición dominadora, incompatible con un reconocimiento real y concreto con la persona del esclavo.
El que en otras épocas históricas, o bien en casos de excepción, hayan podido realizarse relaciones de señores y servidores de muy distinta índole, no quita nada a la realidad de las relaciones creadas por el capitalismo, que tiene su raíz en el espíritu burgués, como nos descubre hegel ya en 1807.
JM. Díez-Alegría, ¡Yo creo en la Esperanza". El Credo que ha dado Sentido a mi Vida
Desclée de Brouwer 1972
La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
4. El Cristo de mi fe
II. Descubrimiento de la Religión
Verdadera
3. Conciencia cristiana y marxismo
Hay una página en la Fenomenología del Espíritu, de
Hegel, que tiene particular actualidad. Es la que
describe la dialéctica del "amo" y del "esclavo". Para
Hegel el momento de independencia que es esencial a la
persona(el "estar en sí" y "ser para sí"), sólo puede
constituirse en la lucha de dos conciencias
contrapuestas.
La conciencia se enfrenta con una
conciencia ajena, extraña, hostil. Ha de entablarse
una lucha, y una lucha a muerte, para que la
conciencia alcance su despliegue dialéctico en
"autoconciencia", en conciencia personal("en sí"
y,"para sí"). Esto se realiza mediante la dialéc-
tica del "amo" y el "esclavo".
La conciencia humana es en sí misma una dialéctica
de naturaleza(contingencia, particularidad,
dependencia)y personalidad(absoluta
sustantividad, universalidad del puro "ser para
sí"). Para afirmar el momento de personalidad hay
que negar dialécticamente el momento de naturaleza.
Esta negación dialéctica tiene lugar porque, en la
lucha de las dos conciencias hostiles, una conciencia
es dominadora y la otra sierva.
La conciencia dominadora(el "amo")prefiere la
libertad a la vida y está dispuesta a morir. De este
modo realiza la negación dialéctica del momento de
naturaleza pero sin desaprecer en el empeño, gracia a
que la otra conciencia(el siervo)ha temido
radical,"dialécticamente")a la
muerte y se ha rendido para salvar su momento de natu-
raleza(su realidad, su ser natural), aceptando la es-
clavitud para no perecer y evitando así que la lucha
a muerte se consumase en negatividad absoluta e iner-
te, que no cabe en el despliegue constitutivamente
dialéctico de la conciencia, que es en última instan-
cia el Espíritu Absoluto. Pero el movimiento dialéc-
tico continúa inexorablemente...
Para un profano, esta página de Hegel puede parecer puro "juego" filosófico vaciamente abstracto. Nada más lejos de la realidad. El pensamiento de Hegel es, en sí mismo, una continua diaéctica de abstraccion y concreción, de extralimitada idealidad conceptual y certera concrepción existencial.
Hegel representa vitalmente en sí mismo el espíritu de la genial burguesía que, en los años posteriores a la muerte del filósofo, realizó la revolución capitalista moderna. Su dialéctica del "amo" y el "esclavo", tan abstractas en apariencias, nos da una clave magistral para comprender el espíritu del capitalismo, que, por desgracia, no ha sido superado esencialmente en Occidente.
La existencia de clase radicalmente dominante ("amo")y de clase sirviente (esclavo)aparece justificada como una condición esencial sin la que no podrían realizarse los supremos del espíritu. Así la injusticia de la esclavitud es disfrazada con la santidad del espíritu. Por otra parte, la lucha, la guerra, quedan canonizadas en sí mismas, bajo la forma de "guerra de los caballeros" a costa de los "esclavos". Pero es esclavo no podrá nunca alzarse en lucha contra el amos, porque a él le corresponde la rendición y la servidumbre.
Es verdad que Hegel apunta a una reconciliación, a un reconocimiento mutuo de amo y esclavo, como personas. Pero esta reconcialiación está lejos de ser auténtica. Es un reconocimiento desencarnado y abstracro, inoperante, representado para Hegel en el estoicismo, y que deja en pie las injusticias y las subsiguientes alienaciones del amo (que aspira a un compromiso que le lbre de la contigencia de la rebelión del esclavo y asegure su condición dominadora, incompatible con un reconocimiento real y concreto con la persona del esclavo.
El que en otras épocas históricas, o bien en casos de excepción, hayan podido realizarse relaciones de señores y servidores de muy distinta índole, no quita nada a la realidad de las relaciones creadas por el capitalismo, que tiene su raíz en el espíritu burgués, como nos descubre hegel ya en 1807.
JM. Díez-Alegría, ¡Yo creo en la Esperanza". El Credo que ha dado Sentido a mi Vida
Desclée de Brouwer 1972