La
viñeta del hermano Cortés sobre el modo de recibir la sagrada eucaristía me recuerda una anécdota, rigurosamente histórica, del canónigo y reputado biblista Josep M. Aragonés. Cuando en su parroquia de Torrelavit (Barcelona) empezó a permitir a los fieles que lo desearan recibir la comunión en la mano, unas señoras muy piadosas, escandalizadas, lo tenían por sacrilegio. El Dr. Aragonés les dijo que más bien deberían tener reparo de recibir al Señor en la lengua, porque seguramente cometían muchos más pecados con la lengua que con la mano.