"Estamos ante el primer papa poscolonial o decolonial" Cuatro teologías en los discursos y en la práctica liberadora de Francisco
"En el Papa convergen otras cuatro teologías, todas ellas en el horizonte de la liberación en perfecta armonía: la teología social y económica de la liberación, la ecológica, la del diálogo interreligioso y la indígena-decolonial"
"La alegría del Evangelio es, sin duda, el texto de Francisco más cercano a la teología de la liberación, cuyo metodología del ver-juzgar y actuar sigue y cuyos principales contenidos desarrolla. Es realmente un libro de teología de la liberación"
"Califica al sistema social y económico neoliberal de “injusto en su raíz” (n. 59), cuando los papas anteriores hablaban de injusto en sus consecuencias"
"El cuadro teológico de Francisco es policromado, ya que combina armónicamente el verde de la ecología, el blanco de la paz y el rojo de la justicia. Le falta un color: el violeta del feminismo"
"Califica al sistema social y económico neoliberal de “injusto en su raíz” (n. 59), cuando los papas anteriores hablaban de injusto en sus consecuencias"
"El cuadro teológico de Francisco es policromado, ya que combina armónicamente el verde de la ecología, el blanco de la paz y el rojo de la justicia. Le falta un color: el violeta del feminismo"
| Juan José Tamayo teólogo
Al papa Francisco se le suele encasillar dentro de la teología argentina de la cultura o del pueblo. Quizá esa ubicación teológica fuera correcta hasta el comienzo de su pontificado. Sin embargo, sus viajes, encíclicas, declaraciones, libros de su autoría y libros de entrevistas durante los diez años de Papa demuestran que tal ubicación ideológica hoy quizá se quede corta.
Creo, más bien, que en él convergen otras cuatro teologías, todas ellas en el horizonte de la liberación en perfecta armonía: la teología social y económica de la liberación, la ecológica, la del diálogo interreligioso y la indígena-decolonial. Hay con todo, una ausencia: la teológica feminista. En otro artículo analizaré esta ausencia. En este, necesariamente breve por tratarse de un balance teológico de estos diez años de pontificado, argumentaré en favor de la presencia de las cuatro teologías citadas.
Teología económica de la liberación
La alegría del Evangelio es, sin duda, el texto de Francisco más cercano a la teología de la liberación, cuyo metodología del ver-juzgar y actuar sigue y cuyos principales contenidos desarrolla. Es realmente un libro de teología de la liberación. Estamos ante la más severa de las críticas papales contra el neoliberalismo, que va más allá de la doctrina social de la Iglesia desarrollada por sus predecesores, e incluso de la socialdemocracia, que hace muchas concesiones al social-liberalismo.
En ella califica al sistema social y económico neoliberal de “injusto en su raíz” (n. 59), cuando los papas anteriores hablaban de injusto en sus consecuencias, y se alinea con las tradiciones anti-idolátricas de ayer y de hoy: de ayer, los profetas de Israel y Jesús de Nazaret; de hoy: los Foros Sociales Mundial y los Movimientos Sociales, a quienes define en la encíclica Fratelli tutti como “sembradores del cambio” y “poetas sociales”, y con quienes comparte las reivindicaciones de las tres T’s: Techo, tierra, Trabajo”.
Constata y denuncia “la globalización de la indiferencia” que nos vuelve “incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros” y de llorar “ante el drama de los demás”. Critica la “anestesia” que genera la “la cultura del bienestar” y la consideración de los excluidos por parte de los mercados como “desechos” y población sobrante.
Pronuncia cuatro noes, que deberían hacer templar al sistema neoliberal, pero que la derecha y la extrema derecha política, social y económica, en alianza con los movimientos cristianos integristas y fundamentalistas, pretenden neutralizar y deslegitimar con sus políticas ultra-neoliberales. Se muestra crítico de la economía de la exclusión y la inequidad, que margina a “grandes masas” de la población, las coloca fuera de la sociedad y “mata” (n. 53). Dice “no a la a nueva idolatría del dinero”. La adoración al becerro de otro de los israelitas cuenta hoy con una nueva y despiada versión en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía, carente de rostro y de objetivo humanos (n, 55). Yo suelo decir que se ha cambiado la adoración al becerro de oro por la adoración al oro del becerro.
El tercer “no” es “a un dinero que gobierna en lugar de servir” (n. 57-58). En el economía neoliberal hay un desprecio hacia la ética, que se siente como una amenaza, ya que condena la manipulación y la degradación de la persona, y la considera contraproducente, ya que des-absolutiza el dinero y el poder. El cuarto “no” es “a la inequidad que genera violencia” (nn. 59-60). El mal enquistado en la estructura social tiene un gran potencial de muerte y de disolución del tejido social. Francisco está en plena sintonía con el teólogo mártir hispano-salvadoreño Ignacio Ellacuría que habla del mal común y de la violencia del sistema como la violencia primera.
Teología ecológica
Francisco elabora una teología ecológica en la encíclica Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común, cuyas líneas de fuerza son las siguientes:
1. Crítica del antropocentrismo moderno porque “paradójicamente ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad”, separa la técnica de la ética y daña toda referencia común y todo intento por fortalecer los lazos sociales (n. 116). Al considerarse el ser humano autónomo de la naturaleza y dominador absoluto, desmorona su existencia y provoca la rebelión de la naturaleza (n. 117).
2. Defensa de una concepción holística del cosmos: todo está relacionado. Por eso deben compaginarse el cuidado de la tierra y el cuidado de los seres humanos, la justicia económica y la justicia ecológica, y debe evitarse tanto la violencia contra el prójimo como la violencia contra la naturaleza.
3. Crítica de las formas de poder de la tecnología e invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, a un nuevo estilo de vida, a un desarrollo sostenible e integral.
4. La inequidad afecta a países enteros y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales, de una solidaridad global. El Norte tiene una deuda ecológica con el Sur. Una deuda que no paga, mientras que se obliga a los pueblos empobrecidos a pagarla. Los países del Norte deben pagar dicha deuda limitando el consumo de la energía no renovable y aportando recursos a los países más necesitados con políticas de desarrollo sostenible.
5. Es necesario fortalecer la conciencia de ser una sola familia humana, eliminando fronteras políticas y sociales y evitando la globalización de la indiferencia.
6. Y quizá lo más más importante: el derecho de la tierra a ser feliz y nuestro deber de cuidarla.
Teología intercultural, interreligiosa
En los cuarenta viajes realizados durante su pontificado, Francisco ha visitado numerosos países y ha fomentado el diálogo intercultural, interreligioso e interétnico, así como la convivencia entre los pueblos y la resolución de los conflictos por la vía de la negociación, siempre fundada en la justicia. Ha sustituido la vieja máxima “si quieres la paz, prepara la guerra” por “si quieres la paz, trabaja por la paz”.
Aquí me centraré en el diálogo islamo-cristiano. Francisco ha recorrido varios países de mayoría musulmana: Azerbayán, Bangladesh, Bosnia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania, Marruecos, Turquía… y ha celebrado numerosos encuentros con sus dirigentes religiosos y políticos. Uno de los más significativos y de mayor relevancia interreligiosa fue el de febrero de 2019 a Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), donde firmó el Documento sobre la fraternidad humana por la paz y la convivencia común con el Gran Imán y rector de la Universidad de Al-Azhar de El Cairo, Ahmad Al-Tayyeb.
En él el Papa y el Gran Imán denuncian la anestesia de la conciencia humana, el alejamiento de los valores religiosos, el predominio del individualismo, las filosofías materialistas que divinizan al ser humano, el deterioro de la ética, el debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de la responsabilidad, y proponen caminos de paz, cooperación y convivencia interhumanas e interreligiosas. El Documento sirvió de inspiración para la creación, por parte de la ONU, del Día Internacional de la Fraternidad Humana el 4 de febrero, el mismo día de la firma del histórico Documento, bajo los principios de la solidaridad y la com-pasión.
La primera señal interreligiosa concreta de la cooperación fue la creación de la Casa de la Familia Abrahámica que acoge la Iglesia de San Francisco, la sinagoga Moses Ben Maimon y la mezquita Imán Al Tayyeb, con los mismos cimientos, las mismas dimensiones, la orientación direccional de cada tradición religiosa y un jardín elevado que une los tres edificios y acoge un centro cultural cuyo objetivo es ejemplificar la fraternidad humana y la solidaridad. Al lado de cada uno de los tres edificios religiosos hay un pilar con la iluminación de la media luna musulmana, la cruz cristiana y la menorá judía. La Casa de la Familia Abrahámica fue inaugurada el 16 de febrero del presenta año.
4. Teología indígena decolonial
Francisco ha elaborado, vivido y practicado la teología indígena en la encíclica Laudato Si’, de 2015, en el Sínodo de la Amazonía, celebrado en octubre de 2019, en la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonía, de 2020, y en los numerosos encuentros con los pueblos originarios en su propio habitat. Los pueblos indígenas constituyen una de las mayores riquezas culturales, sociales y políticas y, a través de su relación armónica con la tierra y de la práctica del cuidado, recuerdan que no somos poseedores de la creación.
Su riqueza se manifiesta en la biodiversidad y en el pluriverso étnico representado por más de 5000 grupos distintos en 90 países, miles de lenguas y 370 millones de personas, el 5% de la población mundial, que vive en condiciones de extrema vulnerabilidad por mor del voraz desarrollo científico técnico de la Modernidad, que convierte al ser humano en dueño absoluto de la naturaleza, a la que humilla y hace sufrir sometiéndola a un sistema de esclavitud.
En Querida Amazonia Francisco aboga por el diálogo intercultural en el que los pueblos indígenas sean los principales interlocutores, algo que no suele suceder en los encuentros interreligiosos de los que con frecuencia son excluidos. Han de ser interlocutores a quienes tenemos que escuchar atentamente y de quienes que tenemos mucho que aprender. Se rompe así la actitud hegemónica de la cultura occidental que considera subalternas al resto de las culturas.
Ello requiere “reconocer al otro y valorarlo como ‘otro’, con su sensibilidad, sus opciones más íntimas, su manera de vivir y trabajar” (n. 27), reconocer y respetar su cultura, hábitat, estilo de vida, rituales, lenguas, tradiciones, derechos y espiritualidades. El reconocimiento y el diálogo constituyen el mejor camino para la transformación de las relaciones marcadas por la exclusión y la discriminación en relaciones igualitarias, simétricas, horizontales, no hegemónicas.
Francisco llama a no habituarse al mal, a no permitir la anestesia social mientras se pone en peligro la vida de millones de personas y el hábitat de los campesinos e indígenas, citando la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida (Brasil) en 2007, en la que fue uno de sus principales y más influyentes actores. Más aún, llama a indignarse como lo hicieron Moisés (Éx 11, 8), Jesús de Nazaret (Mc 3,5) y Dios (Am 2,4-8; 5, 7-12; Sal 106,40) (n. 17).
A la indignación debe acompañar la denuncia de la historia interminable de asesinatos de pueblos enteros, apropiación de tierras, trabajo esclavo, depredación de las riquezas naturales y numerosas escenas de dolor y desprecio. Tales situaciones son el resultado dramático del colonialismo que, a juicio de Francisco, “no se detiene, sino que en muchos lugares se disfraza y se disimula, pero no pierde la prepotencia contra la vida de los pobres y la fragilidad del ambiente” (n. 16).
En la reciente visita a la República Democrática del Congo volvió a denunciar la pervivencia del doble colonialismo: político y económico, que esclaviza a África, al grito de “no toquen la República Democrática del Congo, no toquen a África. Dejen de asfixiarla porque no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”. “El veneno de la avaricia ha ensangrentado sus diamantes”, afirmó en una frase que resume la larga historia de la explotación de los recursos naturales y los millones de víctimas provocadas por el colonialismo.
Querida Amazonia se estructura en torno a cuatro sueños: el cultural, el social, el ecológico y el eclesial. En el sueño cultural defiende la necesidad de promover la Amazonia, pero “sin colonizarla culturalmente… cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir” (n, 28).
La indignación y la denuncia no puede desembocar en fatalismo; es necesario luchar contra las diversas formas de colonialismo que perviven hoy a través de manifestaciones más sutiles de dominación y “construir redes de solidaridad y desarrollo … y asegurar una globalización en la solidaridad, una solidaridad sin dejar nadie al margen”, afirma citando a Juan Pablo II (n. 17).
Francisco destaca el fuerte sentido comunitario de los pueblos originarios de la Amazonia: “la vida es un camino comunitario donde las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función del bien común” (n. 20). Subraya, asimismo, que las relaciones humanas están impregnadas por la naturaleza que los pueblos originarios sienten como una realidad integradora. La diversidad que caracteriza a estos pueblos no constituye una amenaza, ni justifica jerarquías de poder, sino que posibilita el desarrollo de relaciones interculturales (n. 39).
En la teología indígena de Francisco la petición de perdón juega un papel fundamental. Fue el primer paso de su peregrinación penitencial a Canadá en julio de 2022, donde pidió perdón por los abusos de la Iglesia católica contra los pueblos indígenas de Canadá, especialmente por los asesinatos, las violaciones y abusos contra los niños y las niñas de esos pueblos durante más de un siglo, de 1881 a 1996, por la cooperación de muchos cristianos y miembros de comunidades religiosas que contribuyeron a la destrucción de las culturas originarias y a la asimilación forzada a la cultura occidental.
En el encuentro con las comunidades indígenas de Canadá sus líderes reclamaron al Papa el acceso a los archivos y registros para investigar, la devolución de las obras de arte robadas que se encuentran en los Museos Vaticanos y el juicio a los responsables de tamaños crímenes.
Tras este análisis, sin duda muy limitado, de los diferentes colonialismos: económico, político, religioso, social, cultural en el pensamiento y la práctica de Francisco, creo poder afirmar con el investigador sobre Cristianismo y Estudios Africanos, Stan Chu Llo, que estamos ante el primer papa poscolonial. (Yo prefiero hablar del primer papa decolonial).
Concluyo este balance diciendo que el cuadro teológico de Francisco es policromado, ya que combina armónicamente el verde de la ecología, el blanco de la paz y el rojo de la justicia. Le falta un color: el violeta del feminismo.
*Juan José Tamayo/teólogo de la liberación y autor de Teologías del Sur. El giro descolonizador (Editorial Trotta)
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