Cansina Franciscofobia

Reza el refrán que “lo poco gusta y lo mucho cansa”. Y realmente me resulta cansino tener que leer día tras día la fijación que tienen algunos con la crítica continua al papa Francisco. ¡Qué pesadez!
Y alguno te responde que lo mismo ocurrió con el papa Benedicto… Ah, entonces ¿estamos jugando a un supuesto revanchismo o guerrilla ideológica al más puro estilo de “Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo”?
Las comunidades de Corinto son un ejemplo de que las discordias no es algo nuevo en las comunidades de discípulos de Cristo, por desgracia.
Ya Clemente Romano les vuelve a escribir de nuevo reprochándoles su actitud poco evangélica estancándose en una continua división y rebelión contra los presbíteros de sus comunidades.
“…esa sedición extraña e impropia de los elegidos de Dios, detestable y sacrílega, que unos cuantos sujetos audaces y arrogantes, han encendido hasta tal punto de insensatez, que vuestro nombre honorable y celebradísimo, digno del amor de todos los hombres, ha venido a ser objeto de grave ultraje”
“Surgieron la emulación y la envidia, la contienda y la sedición…”

Cuando leo la carta de Clemente a la comunidad de Corinto veo reflejada las mismas actitudes con gran dolor.

¡Qué empeño de algunos en avivar una y otra vez el fuego de la crítica y el desprecio al papa!
Y qué responsabilidad la de quienes escribimos en blogs como estos. Uno no solamente es responsable de lo que escribe sino también de lo que fomenta en sus lectores y de lo que permite que digan. Y no me vale la demasiada manoseada libertad de expresión. Un cristiano debe mantener a raya también su lengua y sus palabras. No es doctrina mía…
“De la misma manera, la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, puede jactarse de hacer grandes cosas. Miren cómo una pequeña llama basta para incendiar un gran bosque. También la lengua es un fuego: es un mundo de maldad puesto en nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida humana” (Santiago 3, 5-6)

En esa misma carta de Santiago en el versículo 1 dice “los que enseñamos seremos juzgados más severamente”… y esta afirmación es válida para quien escribe y comenta para que otros lean.
Hay quien dice ser fiel a la doctrina tradicional de la Iglesia católica pero no mantiene a raya su lengua, sus escritos y sus pensamientos…. Olvidándose que la lengua “es un flagelo siempre activo y lleno de veneno mortal” (Santiago 3,8). La de burradas que se llegan a leer escritas por personas que se identifican como católicos en muchos lugares…
Se puede defender la doctrina católica, es más se debe defender la doctrina pero desde el momento en que uno embriagado por el éxtasis de creerse el justiciero de la fe empieza a repartir a diestro y siniestro insultos y calumnias deja de comportarse como un discípulo de Cristo.
Nada se puede añadir a la tremenda sabiduría del capítulo tercero de la carta de Santiago:
“Con ella (con la lengua) bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen la bendición y la maldición. Pero no debe ser así, hermanos. ¿Acaso brota el agua dulce y la amarga de una misma fuente?”
(Santiago 3, 9-11)


Cada vez que insultas y ofendes a tu hermano ¿eres consciente que ofendes e insultas a quien fue creado a imagen de Dios y por quien nuestro Señor dio su vida entregándola en la cruz? Observa tu crítica, observa si es constructiva o contribuye a expandir el fuego, la discordia y la división…

Tú, que defiendes ser centinela de la recta doctrina…
“El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría. Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanagloríen ni falten a la verdad. Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca.
Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad”
(Santiago 3, 13-16)


Que es muy lícito que uno disienta o le parezca que no se hacen bien las cosas… pero para saber discernir si uno está dejándose llevar por el Espíritu o por sus propias intolerancias no olvidemos que…

“…la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.”
(Santiago 3, 17-18)


Construyamos, edifiquemos, descartemos lo que produzca división y enfrentamientos entre hermanos, dejémonos de guerras entre hermanos y como pedía Clemente Romano a la comunidad de Corinto:
Aprended a someteros, deponiendo la arrogancia jactanciosa y altanera de vuestra lengua; pues más os vale encontraros pequeños pero escogidos dentro del rebaño de Cristo, que ser excluidos de su esperanza a causa de la excesiva estimación de vosotros mismos.”
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