Cimentados y estables en la fe
Escuchamos en la carta de Pablo a los Colosenses 1,22:
"... que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza que escuchasteis en el Evangelio."
La fe es un regalo y una tarea. Dios nos la regala en el corazón pero luego es cosa nuestra mantenerla viva y ardiente como quien mantiene la hoguera viva en el hogar para dar calor y bienestar a la casa!
Mantener la fe, un propósito y una responsabilidad que depende en gran parte de nosotros mismos. Cuando bautizo a un pequeñín les recuerdo a los padres y padrinos que tienen una gran responsabilidad de cuidar, mimar, alentar y proteger la fe, ¡la suya y la del pequeño!
Alguien puede preguntar ¿cómo se mantiene la fe? Mi respuesta siguiendo el ejemplo de la hoguera en el hogar... Echando leña al fuego y no perdiendo de vista el fuego para que no se apague... ¡qué difícil volver a encender el fuego cuando se ha dejado apagar y solo quedan cenizas! ¡Qué tristeza cuando hemos recibido el regalo de la fe y la hemos dejado morir con el paso de los años!
¿Cómo se echa leña para mantener la fe?
No es que yo tenga la receta infalible pero estoy convencido que la fe y la esperanza se mantienen:
- Viviéndola en comunidad. Huir de la tentación del individualismo que te deja indefenso ante las dificultades! Y que, sin duda, te lleva sin darte cuenta a hacerte una "fe a tu medida", no es la fe de la Iglesia.
- Alimentándola con la Palabra de Dios. Nuestra fe no es una fe abstracta no es un conjunto de ideas. Creemos en una persona: Jesucristo. Y en un proyecto: el Evangelio del Amor. Conocerlo y profundizar en ello es fundamental. Deja de leer, meditar, orar la Palabra y tu hoguera se irá extinguiendo poco a poco....
- Fortaleciéndola con los sacramentos. Como hemos dicho, no vivimos la fe individualmente sino en profunda comunión con nuestros hermanos en la Iglesia. Los sacramentos son signos visibles que nos ayudan a fortalecer lazos entre nosotros y con Aquél a quien amamos: Dios. Frecuentar la eucaristía y el sacramento del perdón es tan bueno para nuestra hoguera como la mejor madera que exista para echar en el fuego!
Mantener la fe y la esperanza, un regalo y una tarea nuestra
"... que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza que escuchasteis en el Evangelio."
La fe es un regalo y una tarea. Dios nos la regala en el corazón pero luego es cosa nuestra mantenerla viva y ardiente como quien mantiene la hoguera viva en el hogar para dar calor y bienestar a la casa!
Mantener la fe, un propósito y una responsabilidad que depende en gran parte de nosotros mismos. Cuando bautizo a un pequeñín les recuerdo a los padres y padrinos que tienen una gran responsabilidad de cuidar, mimar, alentar y proteger la fe, ¡la suya y la del pequeño!
Alguien puede preguntar ¿cómo se mantiene la fe? Mi respuesta siguiendo el ejemplo de la hoguera en el hogar... Echando leña al fuego y no perdiendo de vista el fuego para que no se apague... ¡qué difícil volver a encender el fuego cuando se ha dejado apagar y solo quedan cenizas! ¡Qué tristeza cuando hemos recibido el regalo de la fe y la hemos dejado morir con el paso de los años!
¿Cómo se echa leña para mantener la fe?
No es que yo tenga la receta infalible pero estoy convencido que la fe y la esperanza se mantienen:
- Viviéndola en comunidad. Huir de la tentación del individualismo que te deja indefenso ante las dificultades! Y que, sin duda, te lleva sin darte cuenta a hacerte una "fe a tu medida", no es la fe de la Iglesia.
- Alimentándola con la Palabra de Dios. Nuestra fe no es una fe abstracta no es un conjunto de ideas. Creemos en una persona: Jesucristo. Y en un proyecto: el Evangelio del Amor. Conocerlo y profundizar en ello es fundamental. Deja de leer, meditar, orar la Palabra y tu hoguera se irá extinguiendo poco a poco....
- Fortaleciéndola con los sacramentos. Como hemos dicho, no vivimos la fe individualmente sino en profunda comunión con nuestros hermanos en la Iglesia. Los sacramentos son signos visibles que nos ayudan a fortalecer lazos entre nosotros y con Aquél a quien amamos: Dios. Frecuentar la eucaristía y el sacramento del perdón es tan bueno para nuestra hoguera como la mejor madera que exista para echar en el fuego!
Mantener la fe y la esperanza, un regalo y una tarea nuestra