Presencia real de Cristo tanto en el pan como en el vino consagrados



Si escribo esta pequeña entrada es porque me ha llamado la atención algo que he observado en más de una ocasión. Se trata de la doxología final de la plegaria eucarística, el momento en que el sacerdote pronuncia “Por Cristo con Él y en El…”.

No es la primera vez que me he encontrado con el sacerdote que, llegado ese momento, eleva únicamente la patena enseñando la Hostia consagrada. ¿Y el cáliz con el vino? ¿Acaso no está Cristo presente también en el vino consagrado?

De nuevo acudimos a la Instrucción general del Misal Romano, desgraciadamente tan olvidada o ignorada, concretamente el número 151 dice muy claramente:


Al final de la Plegaria Eucarística, el sacerdote, toma la patena con la Hostia y el cáliz, los eleva simultáneamente y pronuncia la doxología él solo: Por Cristo, con Él y en Él. Al fin el pueblo aclama: Amén. En seguida, el sacerdote coloca la patena y el cáliz sobre el corporal.”

Más claro no puede decirse: “Toma la patena con la Hostia y el cáliz, los eleva SIMULTÁNEAMENTE“.

Pero no es cuestión de “rubricismo” o de ser escrupulosos… es mucho más importante, sin duda: la presencia real de Jesucristo en el pan y en el vino consagrado y donde expresamos que el cuerpo (la Iglesia) se une a su cabeza (Cristo) en su sacrificio para alabar al Padre.

Celebrar bien es lo menos que podemos hacer los sacerdotes que hemos recibido de manos de la Iglesia el ministerio de animar al pueblo de Dios. Lo único que se nos pide a cambio: fidelidad.
Volver arriba