Sacerdote: Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras

Estas palabras pertenecen al rito de ordenación de presbíteros. Las pronuncia el Obispo mientras entrega la patena y el cáliz, con el pan y el vino, al nuevo ordenado. Las palabras en cuestión son:

"Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor"

Todos los documentos de la Iglesia insisten en la centralidad de la Eucaristía para la vida de la Iglesia. De todos es conocida, probablemente, la afirmación del Concilio en Sacrosanctum Concilium 10:

"La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza"

A pesar de que en los escritos está muy claro puede ocurrir que en el sentir común de fieles y de sacerdotes no esté tan claro. Prueba de ello podría ser la calidad de nuestras celebraciones y el número real de bautizados que asisten a la eucaristía dominical.

Sobre el número de bautizados que asisten a las celebraciones litúrgicas ciertamente influyen muchos aspectos y es un tema que preocupa y que no debe dejarnos indiferentes. Si la Eucaristía es el alimento de la vida eclesial y de todo discípulo de Jesús parece obvio que no participar de la celebración dominical priva a una buena cantidad de bautizados del alimento fundamental de su fe y, por lo tanto, esa fe está llamada a debilitarse y, si no se remedia, morir en silencio.

Sobre la calidad de nuestras celebraciones litúrgicas sí tenemos más responsabilidad directa los propios sacerdotes. El día de nuestra ordenación sacerdotal el obispo nos pedía que consideráramos lo que realizábamos y que imitáramos lo que conmemorábamos. Es fundamental que el sacerdote sea siempre consciente del ministerio que se le confía y de la enorme responsabilidad de proporcionar el alimento de su pueblo con dignidad y con calidad. Hemos de huir del aburrimiento, de la apatía y del personalismo. No somos funcionarios del culto ni "vamos por libre", somos servidores que prometimos "colaborar con el orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándonos guiar por el Espíritu Santo".

Prometimos realizar el ministerio de la palabra, preparando la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica con dedicación y sabiduría.

Prometimos presidir con piedad y fielmente la celebración de los ministerios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano.

Prometimos estar dispuestos a invocar la misericordia divina con nosotros en favor del pueblo que nos ha sido encomendado. Prometimos perseverar en el mandato de orar sin desfallecer.

Prometimos unirnos cada día más a Cristo y con Él consagrarnos a Dios para la salvación de los hombres.

Qué bueno será que mantengamos la fidelidad a nuestras promesas y perseveremos creciendo en nuestra vocación. Es grande nuestra responsabilidad pero mayor aún es la misericordia que Dios tiene con nosotros que a pesar de ser vasijas de barro nos confía el tesoro de anunciar su Palabra y de actualizar el misterio pascual haciendo presente en nuestras manos al mismo Cristo, alimento que vivifica y santifica.

Que Dios, que comenzó en nosotros la obra buena, Él mismo la lleve a término!
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