Nuestra fe puede sostener la de otros
En la Palabra de Dios que hemos escuchado hoy encontramos dos pasajes muy conocidos por todos: en la 1ª lectura el tremendo testimonio de fe en Dios de Abrahán que sin entenderlo es capaz de llevar a su hijo al sacrificio porque Dios mismo así se lo había pedido… Como en otras ocasiones, no dejemos que el dedo tape la visión de toda la panorámica, todo el mensaje que hay detrás del hecho en si. Y es que el texto nos habla de Dios en el primer lugar. El primero en el ranking de “nuestros amores”, es más… Dios el motor y la fuente de donde nacen y se nutren los demás amores de nuestra vida. Abrahán amaba a su hijo Isaac y Dios quiere que cuidemos esos amores que nos hacen bien y nos edifican como personas… pero la lección de hoy es: tu capacidad de amar se multiplicará si eres capaz de poner a Dios primero de todo. Por eso, como respuesta a esa primera lectura la Iglesia responde en el salmo diciendo: “caminaré en presencia del Señor en el país de la Vida”
Y en el evangelio se subraya más si cabe que Dios es un Dios de profunda misericordia con un corazón que ama con pasión a su criatura. Llevan ante Jesús a un paralítico en una camilla. El relato da un dato muy hermoso e importante: “viendo la fe que tenían”… Jesús sana más allá de lo visible y humanamente necesario que es la salud física. La sanación de Dios llega al corazón del ser humano, lo sana desde la raíz… “tus pecados están perdonados”. Lo que da vida en plenitud al ser humano no es lo meramente físico sino lo que anima cada movimiento y pensamiento que es el corazón!
Lo que es más bello aún es que en ambos relatos hay una llamada a seguir caminando, al movimiento, a no estancarse, a no quedarse acomodados en una situación ya controlada:
“Abrahán volvió a sus criados y juntos se pudieron en camino hacia Berseba” nos decía la lectura del Génesis.
“Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa” aparece en el evangelio.
La vida de fe es un continuo ponerse en camino, seguir adelante, seguir creciendo.
Un detalle que puede pasar inadvertido y es importante en el evangelio: “le presentaron a un paralítico...Viendo la fe que tenían”.
La hermosa y necesaria labor silenciosa de quienes acercan a otros al Señor. Nuestra fe puede sostener la fe de otros, puede alentar y acrecentar la de otros…
¡Pongámonos en camino!
Y en el evangelio se subraya más si cabe que Dios es un Dios de profunda misericordia con un corazón que ama con pasión a su criatura. Llevan ante Jesús a un paralítico en una camilla. El relato da un dato muy hermoso e importante: “viendo la fe que tenían”… Jesús sana más allá de lo visible y humanamente necesario que es la salud física. La sanación de Dios llega al corazón del ser humano, lo sana desde la raíz… “tus pecados están perdonados”. Lo que da vida en plenitud al ser humano no es lo meramente físico sino lo que anima cada movimiento y pensamiento que es el corazón!
Lo que es más bello aún es que en ambos relatos hay una llamada a seguir caminando, al movimiento, a no estancarse, a no quedarse acomodados en una situación ya controlada:
“Abrahán volvió a sus criados y juntos se pudieron en camino hacia Berseba” nos decía la lectura del Génesis.
“Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa” aparece en el evangelio.
La vida de fe es un continuo ponerse en camino, seguir adelante, seguir creciendo.
Un detalle que puede pasar inadvertido y es importante en el evangelio: “le presentaron a un paralítico...Viendo la fe que tenían”.
La hermosa y necesaria labor silenciosa de quienes acercan a otros al Señor. Nuestra fe puede sostener la fe de otros, puede alentar y acrecentar la de otros…
¡Pongámonos en camino!