7.7.24. ¿No es ése el “técnico” (obrero), el Hijo de María…? (Mc 6, 1-6)

No estoy seguro de la traducción exacta, pero la que pongo (técnico-obrero) me parece mejor que  “carpintero”. He discutido sobre el tema en Historia de Jesús, comentarios a Marcos y Mateo. Debemos seguir buscando

 Jesús no fue un rico propietario agrícola, sacerdote , ni rabino, tekton/técnico, y este "oficio" podía tener sentido negativo o  positivo. No era propietario, era pobre, trabajador  por cuenta ajena....Pero conocía técnicas valiosas de trabajo y podía relacionarse con gentes de diverso tipo. Antes que obrero de reino parece haber sido  técnico ambulante de construcciones varias. Dentro de dos días me ocupare de su familia y de su provocativo "apellido" metronimico. Buen domingo

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Mc 6, 1-3

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero/técnico, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? 

PUNTO DE PARTIDA

Artesano para el Reino

No era propietario acomodado, en un entorno de campesinos autosuficientes, celosos de su identidad sagrada como pueblo. No era tampoco sacerdote, ni letrado, sino un trabajador manual.

Era un técnico, en griego tektôn, en hebreo/arameo “jarash,  alguien que modela y construye, carpintero, cantero, albañil… pero no agricultor ni pastor o pescador, que en aquel tiempo  no se consideraban trabajos de artesano.  

Marcos escoge la palabra griega tektôn con gran precisión

El tektôn modela, construye, forma parte de un mundo técnico  cambiante, que en la actualidad puede desembocar en la tecno-cracia (poder dominador de la técnica) o en un tipo de tecno-sofía  o tecnología humanizadora, al servicio de la fraternidad universal.

Algunos grupos  elitistas…  pensaban que los artesanos y los trabajadores manuales eran incapaces del estudio, del conocimiento de la sabiduría y la política social (como pone de relieve Eclo 38. Léase con atención este pasaje:

25 ¿Cómo podrá llegar a sabio el que empuña el arado,,,| el que conduce bueyes, los arrea mientras trabajan | y no sabe hablar más que de novillos? 26Se dedica con empeño a abrir surcos | y se desvela cebando terneras. 27De igual modo el obrero o artesano... | 28También el herrero...   29Igualmente el alfarero sentado a su tarea, | haciendo girar el torno con sus pies, | continuamente preocupado por su trabajo | y atareado en producir más cantidad de piezas; 30con su brazo moldea la arcilla, | con sus pies ablanda su dureza; | se esfuerza por acabar el barnizado | y pasa sus noches limpiando el horno. 

31Todos estos confían en sus manos, | y cada uno es experto en su oficio. 32Sin ellos no se podría construir una ciudad, | ni se podría habitar ni circular por ella. 33Pero no se les busca para el consejo del pueblo, | ni ocupan puestos de honor en la asamblea. | No se sientan en el sitial del juez, | ni comprenden las disposiciones del derecho. 34No son capaces de enseñar ni de juzgar, | ni figuran entre los autores de proverbios. | Pero ellos aseguran el funcionamiento del mundo | y su preocupación está en las tareas de su oficio (Eclo 38).

 Así pensaba el autor elitista del libro del Eclesiástico, en contra de Jesús de Nazaret que fue un trabajador técnico, artesano... en contra de Pablo (tejedor, talabartero, curtidor de pieles…).  Pienso que los teólogos y hombres de iglesia  hemos seguido más al Eclesiástico elitista y orgulloso que a Jesús y a Pablo, ambos obreros técnica, creadores del nuevo y verdadero Pueblo de Dios 

Por eso, el hecho de que Jesús aparezca como tektôn se puede considerar como negativo, pero también como positivo.

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Pero ese dato se puede tomar como negativo: Jesús no es rico, no es propietario, es un obrero a cuenta ajena… La mayoría de las visiones de Jesús y de José como carpinteros de taller rico están fuera de contexto. La mayoría de los “tektôn” malvivían  mendigando trabajo en el entorno de su ciudad o aldea.

Puede ser positivo… Los técnicos en piedra-madera-hierro pueden ser más sabios que los simples pastores/agricultores… Eran los “técnicos” del pueblo, sabían resolver los problemas…Además, pueden formar parte de algún tipo de “agrupaciones” laborales, con ciertas privilegios. No sabemos si Jesús formaba parte de una “cofradía” de técnicos, si tenía "sindicato", pero descubrió el Reino de Dios  trabajando como técnico de oficios de este mundo, con manos callosas y corazón abierto a las necesidades concretas de pobres, trabajadores, enfermos y excluidos.

 Jesús formaba parte de un mundo emergente de oficios técnicos, en una línea que le capacita para relacionarse con más gente, para conocer mejor  los problemas del entorno… Y además, los creadores/rabinos del nuevo Israel (desde el siglo II d.C.. en adelante) serán todos, casi sin excepción trabajadores manuales..

El hecho de que la iglesia posterior se haya helenizado (hasta el día de hoy), convirtiendo a los “servidores” de la iglesia en “señores”  en la línea de Eclesiástico, no de Jesús de Nazaret y de Pablo   ha sido y sigue siendo una desgracia y una rémora hasta el día de hoy.

Unos obispos, presbíteros etc. (sin trabajo manual, en contra del “orden” de los monjes…y de los rabinos judíos) ha influido muy negativamente en la iglesia. 

 AMPLIACIÓN TÉCNICA

Un proyecto social-económico y religioso desde la marginación.

 Pienso que era un campesino sin propiedades obligado a vender su trabajo para así vivir y/o mantener a su familia, y, de esa forma, cuando él hable de “pobreza” y llame bienaventurados a los ptôjoi (mendigos), Jesús evocará su situación de marginado económico, que conoce por dentro y comparte la suma pobreza de las gentes de su entorno.

No es un marginal por rareza u opción sacral, sino un marginado real que se enfrenta a los poderes causantes de la marginación y los rechaza, para superarlos de raíz, como iré indicando (y como había proclamado el Magníficat).

 No fue pensador de tiempo libre, ocupado en pequeñas mejoras, sino profeta en un mundo de opresión, decidido a proclamar e iniciar el camino del Reino, entre hombres y mujeres de un mercado de trabajo sin trabajo (cf. Mt 20, 1-16). Su mensaje no fue un lujo espiritual desconectado de la vida, sino una propuesta de transformación para la vida en un contexto de muerte, en el que resonaba la amenaza del Gen 2-3: El día en que comáis del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal moriréis... 

Los poderosos de su tiempo (dueños del poder y del dinero, romanos invasores y judíos colaboradores…) estaban comiendo de ese fruto del árbol del “conocimiento” económico….(que Jesús condensará como Mammón: Mt 6, 24), mientras que el grueso de la población se hallaba amenazada por el hambre, la exclusión, la enfermedad… Esto es lo que él aprendió, trabajando quizá por un tiempo al servicio del rey Antipas, en sus nuevas capitales (Séforis, junto a Nazaret; o Tiberíades, sobre el lago), o de otros propietarios ricos. Ciertamente, pudo tener más movilidad y más conocimiento que un agricultor asentado en (atado a) su tierra, pero conoció la vida desde “el otro lado”, desde la pobreza, y a partir de ella (no desde los ricos, señores del pensamiento y del dinero) quiso cambiar la vida de los hombres y mujeres de su pueblo, en un gesto y camino abierto a todos los pobres del mundo[2].

Los artesanos de Galilea eran como hebreos en Egipto, sin seguridad material o social, pues habían perdido o estaban perdiendo la “herencia de Dios” (tierra). No tenían patrimonio (vinculado al patriarcado), ni tierras para herencia, pues carecían de herencia y de casa (estructura familiar). Desde ese fondo, planeó y desarrolló Jesús su propuesta de Reino. Posiblemente, como heredero de una familia que había emigrado de Belén cien años antes (tras la conquista de Galilea por Alejandro Janeo, el Macabeo, hacia el 100 a.C.), Jesús se sentía portador no sólo de la promesa de Abrahán (familia, tierra), sino de la esperanza de David, el betlemita, que incluye la posesión de una tierra, en la que todos han de ser propietarios, compartiendo el don del Reino. Pero, al mismo tiempo, él formaba parte de la gran masa de hombres y mujeres que habían perdido la tierra (hambrientos, enfermos…), y que parecían expulsados de la herencia de Dios[3].

Un cambio social de fondo.

Evangelio De Marcos, De Pikaza Ibarrondo, Xabier. Editorial Verbo ...

Como he destacado ya, los campesinos y pastores del principio de Israel se habían unido formando una agricultura de comunicación y fraternidad, con intercambio directo de bienes; pero, en un momento dado, con el despliegue de la monarquía y el auge de poder económico-social del templo, había surgido una clase especial de burócratas mercantiles, al servicio de las élites político/religiosas, que controlaban la riqueza:

UNA SOCIEDAD DE CLASES (además de sacerdotes, militares, administadores...)

‒ Los mercaderes como “clasedependían del trabajo productor de agricultores, pastores y obreros, pero de tal forma lo controlaban que acabaron haciéndose dueños de sus beneficios. Frente al trabajo que produce bienes, surge y se desarrolla el dinero del mercado, de manera que el valor primario no es ya la persona o familia, ni las relaciones personales, sino el Capital Mammón, dios objetivado como diablo (cf. Mt 6, 24).

‒ Los mercaderes ricos,con los “reyes” o funcionarios superiores y los sacerdotes (que sacralizan de algún modo ese dinero), se hacen árbitros de la sociedad, dirigiendo el proceso real de producción y distribución de bienes. Así se relacionan con un dinero que, por un lado “pertenece al César” (cf. Mc 12, 16-17), pero que, por otro (¿al mismo tiempo?), tiende a convertirse en Mammón sobre el mismo César (Mt 6, 24).

No parece que Jesús haya sido un purista anti-monetario, ni un reformador económico sin más, pues no ha condenado directamente a los comerciantes (en contra de EvTom 67), pero ha querido poner el comercio y dinero al servicio de la vida (de los pobres), de un modo gratuito (por comunicación directa), iniciando un cambio intenso, no una simple reforma, apelando para ello a la llegada del Reino de Dios, prometido por profetas y apocalípticos[4].

El ideal de Jesús era una sociedad igualitaria (no mercantil, no imperial), de agricultores, pastores (y pescadores), compartiendo bienes y trabajos.  Pero de hecho gran parte de los agricultores se habían ido vuelto campesinos sometidos, marginados, pobres, enfermos, al servicio de la estructura político-monetaria del Imperio (Roma), en un proceso que culminaba en aquel tiempo en Galilea [5].

Entre pobres y excluidos. Jesús compartió su mensaje y camino con esos campesinos sin campo, renteros, braceros o artesanos al margen de la sociedad, y en especial con los pobres (mendigos, enfermos, impuros…), que eran el equivalente de los huérfanos, viudas y extranjeros de la ley fundamental del Pentateuco[6]. Por eso es bueno precisar la situación que ellos tenían:

Podía haber artesanos asentados e incluso ricos, clientes del sistema político, económico y/o religioso al que sostenían, operarios al servicio de gobernantes, ciudades y/o templos, como el de Jerusalén, con miles de obreros privilegiados quienes, como es normal, no respaldarán a Jesús pues se encuentran bien con su trabajo.

‒ Pero muchos eran marginados sin más,itinerantes sin hogar fijo, eventuales al servicio de agricultores ricos o de comerciantes. Entre éstos parece hallarse Jesús, obrero eventual, dependiente de un “mercado” de trabajo inestable, sin medios de vida asegurada.

      En el último escalón había grupos y gentes que se hallaban fuera de todos los esquemas, que no podían llamarse ni siquiera pobres en el sentido de trabajadores con pocos recursos (penes, penetes), sino ptôjoi estrictamente dichos (por-dioseros), mendigos sin propiedad, extranjeros, enfermos, excluidos sociales, entre los que podemos distinguir tres grupos.

 − Esclavos. Eran abundantes en el Imperio, pero menos en el contexto rural de Galilea, de forma que Jesús no pudo iniciar una “rebelión de esclavos” (como Espartaco, el 71 a. C.), sino un movimiento de Reino, con un tipo más amplio de siervos y dependientes económicos: campesinos pobres, artesanos y mendigos.

Impuros, degradados…No parece que formaran una clase especial (como en la India), pero hallamos muchos en el evangelio, en la línea de los enfermos (leprosos) y en especial de los posesos o endemoniados, y quizá entre los publicanos y prostitutas, que forman el corazón del proyecto de Jesús, que (como he dicho) no buscaba la restauración de la pureza sacral del pueblo (como los fariseos y otros grupos, con el Benedictus de Zacarías), sino la liberación de los pobres y excluidos[7]

Vivió en el centro de una gran trasformación social, y recreó en ese contexto las tradiciones de Israel, al comienzo de un proceso que, significativamente, parece retornar ahora (siglo XXI), con el dominio casi total del capitalismo y el paso de una sociedad agrícola autosuficiente (en nivel de subsistencia) a una sociedad industrial y comercial, dominada por el Capital Mammón, que corre el riesgo de romper unos modelos de vida fundada en la solidaridad de los campesinos. En ese contexto destaca el arraigo campesino, desde el centro de la problemática social, para hacer así posible un nuevo tipo de experiencia y comunión humana[8].

Desde ese fondo se debe recuperar la identidad del movimiento cristiano, que tras un tiempo dejó de apoyarse en el suelo nutricio de la experiencia y praxis de Jesús (campesino marginado, obrero asalariado), tendiendo a convertirse en religión de letrados (nuevos escribas cristianos) y de especialistas sagrados. Éste fue quizá el cambio mayor de la iglesia, cuando pasó de las aldeas oprimidas de Galilea y/o Palestina y los barrios marginados de las grandes ciudades helenistas, para establecerse en los centros de poder, desde el siglo IV-V en adelante.

     Hoy, transcurridos casi dos mil años de iglesia bien establecida, el mensaje y camino de Jesús debe recuperar el suelo perdido de su origen, no para volver sin más a la pobreza, sino para recrear un camino de abundancia compartida, en salud y humanidad, en apertura a los nuevos ideales de la creación de Dios. Ciertamente, los cristianos han de recordar también y recrear el camino de denuncia y condena de Juan Bautista, pero no para quedarse en su rechazo de la sociedad establecida, sino para iniciar y recorrer caminos de abundancia, partiendo de Jesús, que fue "técnico" de nueva humanidad. La palabra técnica, tektôn viene de la misma raíz de engendrar-alumbrar [9].   

Notas   

[1]Cf. K. M. Campbell, What was Jesus' occupation? JETS 48(2005) 501-519. Actualmente, en una sociedad industrializada, resulta difícil comprender la situación de un artesano, en un mundo donde el israelita “ideal” era un propietario de tierra, un campesino bien casado, con familia y campo, que descubría el don de Dios en la siembra y la cosecha. Un campesino sin campo quedaba desamparado, en sentido económico y simbólico o religioso (sin la herencia que Dios había concedido a su pueblo). En esa línea aparece Jesús como un hombre que ha roto sus lazos sociales anteriores, con otros marginales y desarraigados, sin entorno familiar significativo, de forma que, cuando prometa a sus seguidores “el ciento por uno” en campos (agrous: Mc 10, 30 par), él querrá invertir esa situación en la que muchos hombres y mujeres como él no habían tenido ni tenían un campo para mantener a su familia.

Conforme al simbolismo del buen Israel, reflejado en la ley del jubileo (Lev 25; cf. Num 26, 51-55), cada familia debía ser en principio heredera (dueña) de una “heredad”, con tierra y casa propia (cf. Num 18, 20-24). Pero a través de una serie de cambios sociales, introducidos por la cultura greco-romana, que actuaba a través de la política urbanista y centralizadora de Herodes el Grande y de su hijo Antipas, una parte considerable de los agricultores de Galilea, a pesar de las leyes del Jubileo (cada familia recuperaba su tierra: Lev 25), se habían convertido en obreros o mendigos para así sobrevivir. En ese contexto se sitúa del Jesús tekton, campesino sin campo, agricultor sin agro.  

[2] Cf. G. Vermes, Jesús el judío, Muchnik, Barcelona 1979, 25-26. El trabajo en la casa-campo propio arraiga al hombre en una tierra y una historia, que la Escritura de Israel ha vinculado a Dios. Pues bien, Jesús no aparece en el evangelio como propietario, sino como hombre sin heredad, entre otros desheredados.

[3] Jesús debió trabajar como artesano, por diversos lugares de Galilea, a partir de su “mayoría de edad” (12-13 años), y así conoció de modo directo a los que le daban trabajo, con otros “artesanos” u obreros sin tierra. En ese contexto, él se fijó sobre todo en la gran masa de enfermos, pobres y expulsados de aquella sociedad que se integraba en el gran mundo romano. Por eso, cuando más tarde recorra Galilea como predicador itinerante del Reino encontrará las tierras y pueblos que había conocido ya como artesano itinerante.  

[4] En línea de reforma se movían muchos escribas, que querían mejorar la economía y que lo hacían de un modo cuidadoso, dentro del sistema, pero sin condenar radicalmente sus injusticias. A diferencia de ellos, Jesús ha sido profeta del trabajo directo y la comunicación gratuita, retomando los principios de la tradición israelita. No ha rechazado el dinero (como signo de relación), sino un tipo de sociedad que lo convierte en principio de poder sobre los pobres.

[5] Conforme a este proceso, los artesanos del tiempo de Jesús eran agricultores que habían perdido su autonomía laboral y económica, de manera que trabajaban y producían al servicio de una estructura social clasista, presidida por comerciantes, ciudades y/o reyes, que sin producir los bienes de consumo los controlan. Estos artesanos campesinos (agricultores proletarizados) constituyen el ejemplo más significativo de la sociedad de clases de aquel tiempo.

[6] Había agricultores libres, que vivían de un campo, en relación con otros agricultores también libres. Pero gran parte de los habitantes de Galilea se habían convertido en agricultores sometidos, bajo una estructura clasista (estatal, comercial) que controlaba su producción a través de impuestos y otros tipos de intervenciones. En el escalón inferior estaban los campesinos sin campo, artesanos pobres (con cierto trabajo) o en pobres mendicantes sin trabajo alguno.

[7] En esta segunda línea se puede hablar de losprescindibles, que carecían de valor para el sistema, tanto en un plano laboral como afectivo y simbólico (prostitutas mayores, enfermos abandonados, locos…). Ellos forman quizá el colectivo más importante de Jesús, los privilegiados de su proyecto, fundado en la fuerte experiencia de Dios Padre que les ama y quiere ofrecerles su de vida, y con ellos ha iniciado su movimiento de trasformación o Reino.  Cf. G. Theissen, El Movimiento de Jesús, Sígueme, Salamanca 2005, 144-146; D. A. Fiensy, The Social History of Palestine in the Herodian Period, E. Mellen, Lewiston 1991.

[8]No quiso empezar por las ciudades, pues sus dirigentes eran responsables de la opresión de los campesinos-artesanos, pero sus discípulos se introdujeron en los suburbios de las grandes capitales del Imperio romano, de manera que, pasado un tiempo, los no cristianos aparecerán precisamente como “paganos”, habitantes de campos, en solitario, a diferencia de los cristianos, asentados en ciudades y bien organizados en comunidades. Actualmente, la “revolución” de Jesús ha de extenderse en nuevos contextos sociales, como supieron los primeros misioneros helenistas. Pero olvidar a los campesinos sería traicionar el origen del evangelio. Eusebio, Historia Eclesiástica 3, 19-20, cita un texto de Memorias de Hegesipo donde dice que los nietos de Judas, hermano de Jesús, seguían siendo pequeños agricultores (a principios del II d.C.). De ser cierto ese dato, la familia de Jesús habría conservado algunas propiedades, que habían sido insuficientes para todos los hermanos, de manera que Jesús tuvo que hacerse artesano.

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[9]Para evocar un hecho reciente, en la línea de Jesús, podemos recordar el movimiento de los “sacerdotes obreros” de Francia, en los años cincuenta del pasado siglo, que podían haber iniciado en un contexto como el de Jesús un nuevo tipo de acercamiento social de la Iglesia a los obreros, no para dictar una doctrina sobre el tema, sino para re-iniciar en otro contexto su misma experiencia. Pero la iglesia en su conjunto prefirió que los presbíteros no fueran obreros, porque ellos representaban un movimiento ambiguo que parecía ir en contra de la “esencia” de su ministerio sacerdotal. Cf. A. Riccardi, Periferias. Crisis y novedades para la Iglesia, San Pablo, Madrid 2017

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