"La difamación que sufre monseñor Bertomeu en redes es una prueba más de un modo de ese periodismo ‘católico’ irresponsable e inmoral" Alejandro Bermúdez y el periodismo abusivo del Sodalicio
"En el caso de Alejandro Bermúdez, el derecho canónico se ha aplicado de una manera nueva, creativa, pero enteramente legítima, que tiene implicaciones para aquellos que profesan ser periodistas católicos, pero que actúan de manera que deshonran su profesión y socavan su pretensión de ser testigos del Evangelio"
A la periodista y escritora católica Dawn Eden Goldstein la trata más de una vez como “judía conversa”, presumiblemente para sembrar dudas sobre su buena fe
"Yo/nosotros dimos testimonio simplemente para ayudar al Vaticano a erradicar los abusos en la Iglesia, especialmente cuando está blindada por el dinero y el poder y se justifica como periodismo"
"A Bermúdez, como a cualquier otro de los acusados, la ‘misión especial’ le ha concedido el pleno derecho a defenderse: negarlo sería mentir, como de hecho hacen algunos"
"Yo/nosotros dimos testimonio simplemente para ayudar al Vaticano a erradicar los abusos en la Iglesia, especialmente cuando está blindada por el dinero y el poder y se justifica como periodismo"
"A Bermúdez, como a cualquier otro de los acusados, la ‘misión especial’ le ha concedido el pleno derecho a defenderse: negarlo sería mentir, como de hecho hacen algunos"
| Austen Ivereigh*
(Wherepeteris.com).- Los diez miembros destacados que el Papa expulsó la semana pasada del movimiento peruano Sodalicio, plagado de escándalos, fueron responsables de abusos de diferentes tipos: físicos (incluidos sadismo y violencia), de conciencia, y abuso espiritual, como el uso de información obtenida en dirección espiritual. Las sanciones para estos delitos están establecidas en el derecho canónico y han sido utilizadas otras veces.
Alejandro Bermúdez, el último de la lista, ha sido expulsado por abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo. En su caso, el derecho canónico se ha aplicado de una manera nueva, creativa, pero enteramente legítima, que tiene implicaciones para aquellos que profesan ser periodistas católicos, pero que actúan de manera que deshonran su profesión y socavan su pretensión de ser testigos del Evangelio.
Sé algo de su caso, porque fui uno de los que testificó ante el Vaticano.
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Muchos en Perú y en otros lugares han considerado durante mucho tiempo que el SCV es demasiado poderoso para rendir cuentas ante la Santa Sede, y mucho menos ante la Iglesia local.
Como era de esperar, la maquinaria de ataque del SCV se ha puesto a toda marcha, lanzando contraacusaciones e incluso intentando demandar a monseñor Bertomeu. Es lo que hacen: persígannos y se lo haremos pagar caro.
(Ndr: Sin argumentos, pero ¡difama que algo queda!. Lo que esconde la injusta y descabellada denuncia a Mons Bertomeu, miembro de la Misión Especial, está suficientemente explicado en diferentes testimonios recogidos en artículos previos publicados en esta página web. La difamación que estos días sufre en redes es una prueba más de un modo de hacer periodismo ‘católico’ irresponsable e inmoral).
Lo que nos lleva a Alejandro Bermúdez. Como me dijo un funcionario latinoamericano del Vaticano, que ha tenido mucho trato con ellos, cuando dije que estaba escribiendo este artículo: “Ten cuidado. Bermúdez & Co. luchan duro y bajo. Amenazan y a veces cumplen sus amenazas”.
Bermúdez es un sodálite laico consagrado de unos 60 años cuya mentalidad es un producto típico de la (de)formación de Figari. Ha tenido una larga carrera en los márgenes conservadores del periodismo católico, dirigiendo la agencia de noticias ACI Prensa del SCV, que luego fue vendida a EWTN, y más tarde sirvió como director de la Agencia de Noticias Católica de EWTN.
Bermúdez ha sido también un destacado activista en varios grupos de la guerra cultural de derechas adyacentes a la Iglesia, tanto en España, donde es cercano al líder de CitizenGo/HazTeOir, como en Estados Unidos, donde, por ejemplo, ha formado parte de la junta directiva de Catholic Voices USA, una de las organizaciones fachada de dinero oscuro (fondos ocultos), utilizadas por Ann y Neil Corkery para financiar la toma católica conservadora de la Corte Suprema de Estados Unidos por parte de Leonard Leo.
A lo largo de los años, Bermúdez se ha caracterizado por amenazar, intimidar, acosar, menospreciar e insultar a quienes considera enemigos o rivales, sobre todo en las redes sociales. Dos de los que testificaron ante el DDF en su contra describen el abuso verbal, emocional y psicológico que les infligía en el lugar de trabajo, y cómo les pedía que inventaran citas en sus artículos para desacreditar a quienes consideraba enemigos.
La sanción de “abuso del ejercicio del apostolado del periodismo” se le aplica porque, como miembro consagrado de una comunidad católica, el periodismo fue su apostolado particular, la forma en que cumplió su vocación.
Sin embargo, en ese apostolado dio un contratestimonio del Evangelio, dañando sin justa causa el buen nombre de otros (c. 1390 §2), pervirtiendo información con fines ideológicos y abusando de su autoridad. La Iglesia tiene el derecho, según el c. 1399, de sancionar tales comportamientos públicamente escandalosos, especialmente cuando son cometidos por una persona con votos, que es directamente responsable ante la autoridad de la Iglesia.
Por ejemplo: Después de la publicación de mis historias sobre el SCV en 2016, cuando me veían como un enemigo, Bermúdez me atacaba periódicamente, buscando desacreditarme (hasta aquí, todo es normal).
Cuando en 2018 cuestioné la exactitud de un artículo sin firmar escrito por él y publicado por la Agencia Católica de Noticias (CNA) con sede en Denver de EWTN, que luego supervisó, en Twitter, resté importancia a la amenaza tomando una captura de pantalla y agregando un chiste sobre despertarme y encontrar una cabeza de caballo en mi cama. Pero también le escribí a Michael Warzaw, presidente de EWTN, para quejarme. No tuve respuesta.
No había planeado hacer público este breve testimonio, pero Bermúdez ahora ha invadido su propia privacidad al nombrar a quienes testificaron en su contra.
En esto, sigo el ejemplo de Dawn Eden Goldstein, quien en publicaciones sobre 'X' ha compartido algunos de sus propios testimonios. En 2022, Dawn se ganó la ira de Bermúdez (y sus insultos violentos), al resaltar los vínculos entre él y el intento respaldado por EWTN de derrocar al Papa Francisco en 2018, al tiempo que sugirió vínculos con la franja del movimiento provida financiada por Putin.
En sus últimas publicaciones, enlaza con una extraña defensa de Bermúdez en First Things por parte de uno de sus aliados, Fran Maier, el escritor fantasma y perro de presa de Charles Chaput, ex arzobispo de Denver, donde vive Bermúdez.
Dawn observa acertadamente que “Bermúdez y otros partidarios, como Fran Maier, critican a los abusadores cuando conviene a su narrativa anti-Francisco. Pero cuando una acusación amenaza su base de poder, afirman que la persecución se debe a la 'ortodoxia'. Es la misma táctica utilizada por los partidarios de Maciel”. (Esta última referencia es al notorio abusador Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo con sede en México, cuyo catolicismo reaccionario y política de derecha son prácticamente idénticos a los del SCV).
Al grabar el día de su expulsión un discurso autoexculpatorio que ilustra perfectamente la observación de Dawn, Bermúdez describe la investigación Scicluna-Bartomeu como “una venganza en nombre de los amigos del Papa”. Afirma que aquellos de nosotros que testificamos contra él (incluidas Elise Ann Allen, Dawn Eden Goldstein y yo) lo hicimos debido a sus críticas al Papa. Y, por supuesto, utilizando el mismo viejo manual, intenta desacreditarnos. Lo que no podrá negar nunca es que tuvo derecho a la defensa.
Utiliza contra mí una vieja acusación difamatoria, sin mencionar que fue objeto de un proceso por difamación, que gané en 2009 contra el periódico que lo había publicado.
Bermúdez finge no saber si la historia es cierta o no (no lo es), pero habiéndola utilizado para sembrar dudas sobre mí, afirma que soy “una figura un tanto controvertida”.
Luego busca desacreditar a dos personas que alguna vez trabajaron para Bermúdez y testificaron ante el Vaticano sobre sus patrones de abuso verbal, emocional y psicológico.
El nombre de la primera, dice, no lo revelará, “porque sus padres son buenos amigos míos y les daría un infarto si supieran que ella tiene algo que ver con mi expulsión”. (Serían padres extraños, si no se sorprendieran más por el trato abusivo que su buen amigo le dio a su hija).
La segunda es Elise Ann Allen, la periodista de Crux que alguna vez fue fraterna en el SCV pero se fue en 2013, antes de comenzar a trabajar. como corresponsal de la CNA en Roma durante el gobierno de Bermúdez. Ella me dice que formaba parte de un grupo que presentó una queja formal a EWTN sobre su lenguaje violento y abusivo, que EWTN no tomó ninguna medida en respuesta, pero que después de que ella se fuese, las quejas continuaron y fueron parte del motivo de su "temprana jubilación” de la CNA.
Desde 2018, el periodismo de Elise sobre el SCV en particular ha sido riguroso y sobresaliente y, por supuesto, ha provocado una serie de amenazas por parte de Bermúdez, incluso indirectamente a miembros de su familia, al decirle que él sabe quiénes son y cómo llegar hasta ellos. En su video, Bermúdez afirma de manera extraña que está violando la ética periodística, al presentar pruebas en su contra, habiendo pertenecido al SCV.
A la periodista y escritora católica Dawn Eden Goldstein la trata más de una vez como “judía conversa”, presumiblemente para sembrar dudas sobre su buena fe.
En su vídeo, Bermúdez lamenta que la autora, después de escribir buenos libros, “se unió al grupo de Austen Ivereigh y sus amigos, los cuales son defensores ciegos del Papa en todas las circunstancias”.
Como prueba de esta ceguera, dice que “intentaron defender Amoris Laetitia”, la enseñanza papal de 2016 que siguió al sínodo de dos años sobre la familia. En opinión de Bermúdez, la razón por la que hemos presentado pruebas en su contra fue que, a diferencia de nosotros, él estaba dispuesto a “criticar las ambigüedades y vanidades [del Papa]”.
Uno de los signos reveladores de corrupción moral y espiritual es descartar los pecadillos (“por supuesto, no soy un santo”, dice en un momento del video) mientras se niega a admitir cualquier pecado grave.
A pesar de los largos años de evidencia de su conducta agresiva y abusiva – catalogada por los libros de Salinas/Ugaz, registrada incluso en las propias investigaciones internas del SCV, expuesta en detalle en una minuciosa investigación del Vaticano – descarta como “indefendible” la noción de que es una fuente de escándalo público.
Como suele ocurrir en los casos de abusadores clericales, Bermúdez se considera especial, elegido. Tiene la “certeza moral” de que Dios lo ha llamado a ser sodálite, y dice no poder entender de sus acusadores “cómo personas que se declaran católicas pueden alegrarse de destruir mi vocación”.
Es la víctima fiel e inocente de complots e intrigas de “gente muy mala que odia a mi comunidad”. Debido a que estos “amigos del Papa” lo persiguen, debe encontrar un nuevo lugar para vivir y esperar a que un nuevo Papa anule este “abuso de poder papal”. Mientras tanto, “Cristo está conmigo, sufre conmigo”. No se trata de cilicio y cenizas, ni de remordimiento o arrepentimiento, sólo de autojustificación y autocompasión.
Para evitar dudas (y aquí hablo también en nombre de los demás que declararon): la venganza no fue parte de mi motivo para declarar contra Bermúdez. Tampoco tenía ninguna relación con sus críticas al Papa y a las enseñanzas papales; no son más detestables ni más anticatólicos que otros que militan en el margen derecho de la Iglesia estadounidense.
Yo/nosotros dimos testimonio simplemente para ayudar al Vaticano a erradicar los abusos en la Iglesia, especialmente cuando está blindada por el dinero y el poder y se justifica como periodismo.
Frente a la asombrosa agresión ejercida por los líderes del SCV contra todos los que se atreven a cuestionar y criticar su modus procedendi, fue un privilegio contribuir de alguna manera a la misión Scicluna-Bertomeu de exponer la verdad y aplicar la ley.
(Ndr: A Bermúdez, como a cualquier otro de los acusados, la ‘misión especial’ le ha concedido el pleno derecho a defenderse: negarlo sería mentir, como de hecho hacen algunos. Además, todos los que declararon en esta misión especial sabían que era una investigación en la que todo lo declarado ante ella debería ser analizado y comprobado antes de ser presentado a los acusados para que pudieran defenderse. Finalmente, no puede obviarse tampoco que, sin faltar a la imparcialidad, el primer objetivo de la ‘misión especial’ era dar voz a las víctimas del Sodalicio, no escuchadas por la Iglesia durante décadas).
La expulsión de Bermúdez, por todo ello, es justa. No es una excomunión. Él permanece en la Iglesia. Y si llega a darse cuenta lo que la formación recibida hizo en él, será no sólo un bien para la Iglesia sino también para la vocación a la que todavía se siente llamado.
*El último libro de Austen Ivereigh es "Lo primero es pertenecer a Dios" Grupo Loyola
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