¿Quién mató a Pablo (y a Pedro)? Persecución externa, traición interna

Ayer presenté diez momentos de la “historia cristiana de Pablo”. Algunos siguen siendo discutidos (como su asistencia al llamado “concilio de Jerusalén”, del que habla Hech 15). Pues bien, el más discutido es su muerte. Así puse como “Num 10: prisión en Roma, muerte (60-63)”. Varios me han preguntado cómo se puede concretar ese tema. Las posibilidades principales son tres. (a) Fue condenado y ejecutado, sin ser liberado, después de ser llevado prisionero a Roma, en torno al año 61. (b) Le liberaron, actuó por un tiempo en Roma y fue martirizado el año 64, en la persecución de Nerón. (c) Le liberaron (en torno al 61/62), llegó a Hispania (año 63/64), volvió a Roma y fue martirizado más tarde, quizá en torno al 67 (¿o el mismo 64, con Nerón? ¿habría tenido tiempo de venir a Hispania?). La opinión más probable me parece la segunda. Pero más que el año importa la forma en que murió. Y en ese sentido creo poder decir, como indicaré, que murió no sólo por persecución externa, sino (y sobre todo) por traición interna: le traicionaron y delataron los “falsos hermanos”, es decir, otros cristianos. Éste es el tema clave, uno de los enigmas más inquietantes de la Iglesia primitiva (y de la iglesdia y sociedad actual, un tema actualísimo, no sólo en el cristianismo, sino en la humanidd entera: El hermano entregará al hermano. (La imagen de Marc Chagall, con Caín y Abel, quiere indicar la raíz universal de envidia que parece haber actuado en la muerte de Pablo)

Marcos, el hermano entregará al hermano

Es curioso el hecho de que el cristianismo nace de la “muerte/asesinato” de Jesús, como muestran todos los testimonios cristianos, desde San Pablo hasta Marcos. A pesar de eso, el Nuevo Testamento apenas habla del martirio concreto de cristianos a excepción de Esteban y Santiago zebedeo en Hechos (ni siquiera en el Apocalipsis se habla del martirio de Pedro y Pablo) ¿Por qué?) El texto más significativo, donde se podría haber hablado de ello es el de Mc 13, 7-12

Pero cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis.
Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino.
Habrá terremotos por todas partes. Habrá hambres. Éstos son principio de dolores.
Pero vosotros, mirad por vosotros mismos. Porque os entregarán en los concilios, y seréis azotados en las sinagogas. Por mi causa seréis llevados delante de gobernadores y de reyes, para testimonio a ellos...
El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir.


Muchos investigadores dicen que Marcos se está refiriendo a las persecuciones romanas en tiempos de Nerón. Pero puede referirse también a otras persecuciones y divisiones (con luchas internas de cristianos) Véanse algunos datos (tomados en parte de J. Marcus, Mark 1-8, AB, New York 2000)

En los años sesenta hubo al menos dos famosos terremotos (el 60 y el 63; véase Tácito, Anales 14, 27; cf. Mc 13, 8).

Hubo persecuciones documentadas de cristianos
en Jerusalén (el asesinato de Santiago por linchamiento, el año 62, cf. Josefo, Ant 20, 200)
y en Roma (la persecución bajo Nerón, el año 64, en la que murieron entre otros Pedro y Pablo; cf. Tácito, Anales 15,44);
y pudieron haberse dado también otras (cf. Mc 13, 9-13).

Y hubo varias “guerras y rumores de guerras” (cf. Mc 13, 7-8): la derrota de Roma por los Partos, el 62 (cf. Anales 15, 13-17), la guerra civil tras la muerte de Nerón, el 68, y, sobre todo, la guerra judía del 66-73 d. C.

Tácito, la persecución romana del año 64

Muchos datos de la “profecía de Mc 13” parecen situarnos cerca de lo que pasó en Roma el año 64, tal como lo Tácito (Anales 15) cuando dice que el emperador Nerón intentó cargar sobre ellos la sospecha popular, que le hacía responsable del gran incendio de Roma, en términos que pueden relacionarse fácilmente con Mc 13, 9-13:

En consecuencia, para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos por sus ignominias. Aquel de quien toman nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo no sólo por Judea, origen del mal, sino también por la misma Ciudad (]Roma], lugar en el que de todas partes confluyen y donde se celebran toda clase de atrocidades y vergüenzas. El caso fue que se empezó por detener a los que confesaban abiertamente [que eran cristianos]; y luego, por denuncia de aquellos, a una ingente multitud, y resultaron convictos no tanto de la acusación del incendio cuanto de odio al género humano (odio humani generis).Pero a su suplicio se unió el escarnio, de manera que perecían desgarrados por los perros tras haberlos hecho cubrirse con pieles de fieras, o bien clavados en cruces, al caer el día, eran quemados de manera que servían como iluminación durante la noche. Nerón había ofrecido sus jardines para tal espectáculo, y daba festivales circenses mezclado con la plebe, con atuendo de auriga o subido en el carro. Por ello, aunque fueran culpables y merecieran los máximos castigos, provocaban la compasión, ante la idea de que perecían no por el bien público, sino por satisfacer la crueldad de uno solo (Anales del Imperio XV, 38) (En castellano, presentamos la traducción de J. J. Moralejo, Tácito. Anales. Libros XI-XVI, Madrid 1980, 244-245.


Esta descripción corresponde ciertamente a la visión marcada de los seguidores de Jesús, “siendo odiados por todos, a causa de mi nombre” (13, 13a.).
Más aún, la expresión de Tácito odio humani generis puede ser traducida “a causa del odio que la raza humana tenía hacia ellos”.

La afirmación de Tácito en la que se habla de la denuncia de unos cristianos por parte de otros compañeros cristianos puede vincularse también con la profecía del Jesús marcano en la que se dice que “el hermano entregará a muerte al hermano” (13, 12), dado que la palabra hermanos, en los escritos cristianos primitivos, tiene a menudo el significado de compañeros cristianos (véase, por ejemplo: 1 Cor 1, 1. 10-11. 26; cf. Mc 10, 30) .
En ese contexto puede situarse la muerte de Pablo (y de Pedro) que habrían sido delatados por otros hermanos (como dirá 1 Clemente)

Otras persecuciones.

De todas maneras, aunque la persecución de los romano-cristianos bajo Nerón sea la mejor atestiguada de las persecuciones de cristianos en el siglo primero, no es la única . El libro de los Hechos, la correspondencia paulina y las fuentes posteriores de la Iglesia atestiguan la existencia de persecuciones:

persecuciones esporádicas muy pronto, en Judea (Gal 1, 13. 22), particularmente en Jerusalén (por ejemplo, Hech 5, 40; 7, 54–8, 3; 12, 1-5; 21, 27-36; 23, 12-15; Josefo, Ant 20, 2000);

persecuciones en Damasco, Siria (2 Cor 11, 32-33; Hech 9, 1-2. 23); en varias ciudades del Asia Menor (Hech 13, 50; 14, 19; 19, 24-34); y en Grecia (Hech 16, 19-24; 17, 5-9,13; 18, 12-13).

Algunas de estas persecuciones parecen haber sido actos espontáneos de violencia de las masas (cf. “odiados por todos” en Mc 13, 12).:
Josefo, por ejemplo, menciona que Santiago, el hermano de Jesús y cabeza de la Iglesia de Jerusalén, fue asesinado por un tumulto originado por judíos, el año 62 d. C. (Ant 9, 23);

en Hechos los antagonistas de los cristianos son llamados generalmente “los judíos” (Hech 9, 23; 12, 3; 13, 50; 14, 19 etc.), aunque a veces este término puede aludir a la autoridades judías (por ejemplo en Hech 13, 50)... y otras a hermanos judeo-cristianos.

En cualquier caso, algunas de las acciones contra los cristianos implicaban la participación de las autoridades (cf. la referencia a los juicios ante los reyes y los gobernadores en Mc 13, 9). En Hech 12, 1-5, se nos habla, por ejemplo, de la implicación de Agripa I de Palestina, algún tiempo antes de su muerte, sucedida el 44 d. C., en la ejecución de Santiago, el hijo de Zebedeo y en el encarcelamiento de Pedro en Jerusalén; y en 2 Cor 11, 32-33 se nos habla del intento de arrestar a Pablo, por agentes del rey nabateo, Aretas, en Damasco.
Se dieron también persecuciones oficiales de algún tipo, al menos si los relatos de Hechos son fiables, cuando Pablo arrestaba a los judeocristianos antes de su conversión (Hech 8, 3), pues él obtuvo cartas del Sumo Sacerdote de Jerusalén par autorizar el arresto de los cristianos de Damasco (Hech 9, 1-2), y también cuando los magistrados de Derbe, en Asia Menor, le castigaron a él después de su conversión (Hech 16, 22-24). Además, se dice también que hubo causas contra los cristianos ante los gobernantes en Corinto (Hech 18, 12-17), en Jerusalén (22, 30–23, 10) y en Cesarea (23, 33–26, 32); también se habla de castigos de flagelación en las sinagogas o ante otros tribunales judíos, similares a los que se mencionan en Mc 13, 8, que sucedieron en Jerusalén (Hech 5, 40) y en otras localidades sin especificar (2 Cor 11, 24).


La gran pregunta: ¿por qué el Nuevo Testamento y la literatura cristiana primitiva no habla del martirio concreto de Pablo y de Pedro?

¿Por qué no tenemos un libro donde se cuente la muerte de los fundadores cristianos: de Pedro, de Pablo, de Santiago Zebedeo? ¿Por qué ni siquiera el Apocalipsis habla de ellos, ni la literatura postpaulina (Hechos, 1 y 2 Tim) o postpetrina (1 Pedro y 2 Pedro?

Muchos pensamos que esto se puede deber al hecho de que en el fondo de esas muertes puede haber un “estallido de envidia fraterna”.

Jesús murió no sólo por persecución externa… sino por entrega de los “falsos hermanos”… También a Pablo (y a Pedro) parecen haberle entregado los falsos hermanos de la comunidad de Roma, una comunidad dividida, como suponen las cartas de Pablo (especialmente Rom) y como indica 1 Clemente.

¿Por qué no lo cuenta el libro de los Hechos? Quizá porque no quiere contar ese fin (ya ha hablado de la división y lucha interna contra Pablo en Jerusalén, en Hech 21-26…¿Supone que eso desembocará en su muerte en Roma?


El testimonio de Clemente: La acusación de otros cristianos



Como vengo diciendo, el Nuevo Testamento no dice nada de la muerte de Pedro y Pablo (quizá para dejar el protagonismo del martirio a Jesús). Las excavaciones arqueológicas bajo las basílicas de San Pedro y San Pablo no han resuelto por ahora nada (todos los testimonios son tardíos). El testimonio más claro es el de Clemente que el año 96 escribió desde Roma una carta a los cristianos de Corinto, comunidad con graves problemas internos. Es una carta centrada en el tema de la “envidia y luchas” de unos cristianos contra otros, en Corinto. En ese contexto, Clemente, “secretario de la Iglesia de Roma”, uno de los hombres más influyentes y cultos del cristianismo primitivo, escribe estas inquietantes palabras, las más seguras y documentadas sobre el origen del cristianismo romano:

V. Más dejemos los ejemplos antiguos y vengamos a los luchadores que han vivido más próximos a nosotros: tomemos los nobles ejemplos de nuestra generación.
2. Por emulación y envidia fueron perseguidos los que eran máximas y justísimas columnas de la Iglesia y sostuvieron combate hasta la muerte. 3. Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles.
4. A Pedro, quien, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos más trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de gloria que le era debido.
5. Por la envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de la paciencia. 6. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado, hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; 7. y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al lugar santo, dejándonos el más alto dechado de paciencia.
VI. A estos hombres que llevaron una conducta de santidad vino a agregarse una muchedumbre de escogidos, los cuales, después de sufrir por envidia muchos ultrajes y tormentos, se convirtieron entre nosotros en el más hermoso ejemplo.
Por envidia fueron perseguidas muchas mujeres que, cual nuevas Danaides y Dirces, sufriendo graves y nefandos suplicios, corrieron hasta el fin la ardua carrera de la fe y, superando la fragilidad de su sexo, obtuvieron un premio memorable. La envidia de los perseguidores hizo que los ánimos de las esposas se retrajesen de sus maridos, trastornando así aquella afirmación de nuestro padre Adán: ¡Ésta si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! La emulación y la rivalidad destruyó grandes ciudades e hizo desaparecer totalmente poblaciones numerosas.
(1 Clemente 5-6. Traducción castellana de D. Ruiz Bueno, Padres Apostólicos, BAC, Medir 1950 182/183)


Éste es un testimonio discutido… y algunas de sus afirmaciones pueden haber sido “embellecidas”, para destacar la gloria de los apóstoles y el riesgo de la envidia como “primer pecado” interno de la Iglesia.
Clemente escribe desde Roma, queriendo que otra iglesia (la de Corinto) supere sus envidias y luchas internas… Pues bien, en ese contexto pone el ejemplo de propia iglesia (la de Roma), donde supone que han muerto Pablo y Pedro… entregados en el fondo por envidia.
No dice que han muerto en Roma… pero parece suponerlo (y así parece confirmarlo la tradición posterior).


Parte del lenguaje de Clemente es “generalizante”,
con ejemplos de la cultura pagana (Danaides y Dirces…). Está situando a Pedro y Pablo dentro de un paradigma o modelo de “persecución” universal.
Está escribiendo desde Roma… y así parede suponer que Pablo llegó al “Occidente” (hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente: en tê Anatolê kai en tê Dysei). Esa afirmación está en la línea de Rom 15-16, presentando a Pablo como misionero en todo el mundo… Los partidarios de la venida de Pablo a Hispania suponen que esas palabras han de tomarse al pie de la letra. Muchos pensamos que son “simbólicas” y que Occidente fue un “deseo” de Pablo.

Probablemente han muerto en la persecución de Nerón (el año 64)…. Pero no han muerto sólo por la persecución del emperador y por el odio exterior contra los cristianos, sino también por envidias y delaciones interiores de la misma Iglesias. Veamos algunas frases:

a) "por emulación y envidia fueron perseguidos... y sostuvieron combates
hasta su muerte" Pedro y Pablo.
b) Pedro fue objeto de una una "inicua emulación";
c) Pablo fue objeto de "envidia y rivalidad"
d) los mártires de la persecución de Nerón “sufrieron por envidia muchos ultrajes y tormento"
e)por envidia fueron perseguidas mujeres


El odio religioso

Ciertamente, hubo una persecución externa, en tiempos de Nerón. Tácito es claro… Pero también es claro el hecho de que Tácito menciona no solo persecución externa, sino divisiones y delaciones internas, concordando en eso con Marcos 13. En ese contexto de persecución externa y divisiones internas, con delaciones y entrega de unos a otros, se sitúa el testimonio de Clemente. También Jesús había muerto porque le mataron los de fuera y le entregaron los de dentro, según el testimonio de Marcos y de toda la tradición cristiana. Pues bien, parece muy probable que Pablo (y Pedro) murieran por razones semejantes: persecución externa, división interna, como vienen diciendo muchos historiadores de la Iglesia antigua.
¿Quiénes fueron los “malos” en esta persecución? Se suele hablar de los judeo-cristianos, pero el término es demasiado genérico, pues hubo diversos tipos de judeo-cristianos y de proto-gnósticos…, formas de ortodoxias distintas. Pablo lucho toda la vida contra los que él llamaba los “falsos hermanos”; empezó su carrera “persiguiendo a falsos hermanos” (a los cristianos helenistas); no es imposible que al final contribuyeran a su muerte los que seguían siendo como él había sido.

Conclusión

Algunos han dicho que “la tesis de que Pedro y Pablo murieron en Roma como resultado de una lucha intestina dentro de la comunidad cristiana es la única que explica, satisfactoriamente, el silencio sepulcral sobre la muerte de Pablo de Lucas en los Hechos de los Apóstoles y de Roma durante todo el s. II sobre la presencia de Pedro y Pablo en la capital del Imperio, al mismo tiempo que la terminología empleada por Clemente Romano” (J. M. Blázquez en “Los orígenes de la Iglesia de Roma y el Martirio de Pedro y Pablo”, en Boletín de la sociedad española de ciencias de las religiones 18 (2003) 25-33. Cf. también . http://descargas.cervantesvirtual.com/
servlet/SirveObras/hist/01364063213403830776891/014020.pdf?incr=1).

Pienso que esa no es la única explicación… pero me parece que tiene elementos de verdad y que nos sitúa en las raíces del cristianismo romano, un cristianismo espléndido, fuente de gloria cristiana, pero también de divisiones y muerte. Dentro del cristianismo romano se han vinculado Pedro y Pablo, pero también han actuado desde el principio aquellos que “por la gloria de Nerón” (¿y por miedo?) han hecho morir a Pedro y Pablo.
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