Papa social, Papa moral (con J. I. Calleja y Fernando).

La Iglesia se ha vuelto noticia y está en todos los medios de comunicación menos en China, que tiene su "iglesia" y corta noticias que no le interesan). Miles de periodistas acreditados en Roma esperan la humareda blanca.

Pero ese tema de la “noticia” papal de la Iglesia puede ser engañoso, porque el Papa y la Iglesia interesan como novedad curiosa (casi folclórica), no como realidad de evangelio, ni por su hondura y actualidad constantes de personas que oran, se quieren y esperan.

El Papa es noticia, pero no tanto… Ayer paseaba por el frío de una calle de Salamanca y entre las dos noticias que llegaron casi al mismo tiempo, al filo de las ocho de la tarde (el primer gol de Messi y la humarada negra) el 90% de la gente se inclinó por el gol de Messi.

No me quejo de la nube de periodistas en Roma, ni de las noticias de la Sixtina…, pero creo que hay que pensar en el post-cónclave, con los temas importantes: la DSI, el carácter “moral” del Papado… con la identidad del evangelio y el sentido de la unión social y moral de los creyentes y de todos los hombres


Quien quiera saber más del tema lea lo que sigue, es de J. I. Calleja (Papa y DSI: vinculación social de la humanidad) y de Fernando (carácter sacral y social del Papado: vinculación moral de la humanidad).
(Imagen: El Papado, una piedra sobre el abismo, entre dos bloques de roca: Por un lado la exigencia social del evangelio (la DSI de J. I. Calleja), por otro la experiencia moral de la libertad (de Fernando). Me han dicho que esta puede ser una buena imagen del papado, sobre la Roca de Pedro, mientras en Roma sigue el Cónclave).

J. I. Calleja: La DSI del Papa (Doctrina social de la Iglesia)
(Comentarios a mi postal del 27.02.13: Adios, Benedicto XVI. Un balance)



Me gusta tu texto de hoy sobre el Papa y participo en lo fundamental, por la forma y el fondo. Y comparto ese sentimiento de afecto final a quien se va. Como sabes es muy propio de espíritus románticos. Es verdad que introduces claves críticas, ¡no puede ser de otro modo!, pero no creo que sean lo definitivo. Seguramente me he hecho mayor y me cuesta sacar el memorial de agravios contra el que se va; más aún, si lo hace pidiendo perdón y animando. Los guardo para el siguiente que será más joven y los merecerá más pronto que tarde. (Oh, mis prejuicios).

Me interesa mucho eso de que Benedicto XVI, en su DSI, no responde a la exigencia originaria de Jesús… que sigue más en la línea de una “cristianización del Imperio Romano”, (que se expresaría en forma de “mejora” del Sistema), que en la línea de la conversión radical y del rechazo mesiánico, es decir, de la “gran desobediencia” de Jesús (cf. Mc 1, 14-15) y del Apocalipsis, (cf. 13, 9-10), no para destruir con armas al imperio, sino para construir sin armas un tipo de humanidad y economía alternativa.

Sí, señor, un gran tema, de los que nos ponen a un lado o a otro de la barrera. No creo que lo de una autoridad política universal, democrática y subsidiaria, y por el deber de proteger los derechos de las víctimas, derive necesariamente en totalitarismo político; pero, en la práctica, y dado el percal, no andaría lejos. Entre los alternativos nadie confía en esa solución ni como coadyuvante; en la DSI, sí se cree en ella, también con este papel “auxiliar”. Hay que elegir

En el fondo de lo que plantear, tienes razón, por eso lo hicieron Papa, a éste, a los anteriores y, por un tiempo a los que sigan. Yo lo veo así. Pero no me desanimo. Creo que la DSI es una propuesta ética que apunta a la reforma social posibilista y pactada entre los más posibles; esta es su filosofía moral y metodológica.

Tú reclamas el Evangelio de Jesús como principio de algún tipo de acción directamente política y, por ende, alternativa al sistema. ¿Quién tiene razón? Tú, pero a cambio la Iglesia no puede seguir siendo Iglesia al modo institucional conocido. Tiene que ser otra realidad social de tenor alternativo en su forma institucional, en su relación con la sociedad política y en su sustento económico… ¿qué te voy a explicar?

Lo que quiero decir es que en la opción social que le pides al Papa, va todo de rondón; y está bien caer en cuenta en ello.

Yo todavía sueño en que haya formas de pacto social por la justicia, - que siendo posibilista, a tenor de la correlación de fuerzas y estructuras que hoy compiten en la vida social -, mejoren la vida de muchos, sin cerrar, más aún, adelantado pasos en una alternativa radical.

Mucha gente cree que esto es imposible. Yo digo que los más alternativos, en cuanto tocan poder, tienen que hacer política de pactos, - y no por cobardía o falsedad -, sino porque la diversidad social entre distintos en pareceres e intereses, - lucha de clases -, nos obliga siempre y a todos a dar con estrategias de dos pasos adelante y uno atrás. No sé qué haría hoy Jesús, en este sentido; lo sospecho; pero claro, no sería Papa, ni siquiera modesto profesor de moral social cristiana en alguna Facultad. Sabes lo que pienso que sería, un proscrito, otra vez, un proscrito.

Un profeta proscrito, como todos ellos finalmente. Y ¿sabes por qué los profetas suelen ser fuertes, a diferencia de las vanguardias que desesperan ante el fracaso? Porque saben que son profetas, y que retan con la profecía a la política, pero no la sustituyen ni lo pretenden; le exigen que sea política humana, a la medida de los humanos más débiles y pobres, y así lo será de los dioses también; y ellos, los profetas siguen su camino, porque las zorras tienen madriguera, pero el profeta nunca tiene dónde reclinar la cabeza, y menos en la política que estrategia, cálculo, intercambio y pacto. Weber lo enseñó. Te agradecemos que seas profeta, Xabier.

Lagrimas de Cocódrilo, no me molesta que me critiques, pero sí que se note que no me has entendido, ni creo que lo intentes. Hace tiempo que no te interesa, parece. Hay que esforzarse por entender al otro. Jamás he hablado de que la Iglesia tiene alternativas sociales a la sociedad, - tú dices eso -, sino una ética evangélica capaz de inspirar modelos de vida y de sociedad más justos, y en este sentido, inspiradores de alternativas autónomas en política. Alternativas, también para la vida eclesial, y mía y tuya. Las alternativas sociales son autónomas y la ética evangélica las acompaña críticamente con esta pregunta: qué es de la dignidad de todos, qué de la dignidad de los más débiles, qué de la fraternidad humana, qué es de la justicia, qué es de la corresponbilidad. Porque digno es el ser humano y digno es el Dios que lo ha creado. Si no hacemos el esfuerzo de leernos, lo demás, sobre la caridad eclesial, es bla, bla, bla. Y el recurso, tengo Fe, me basta, no. No seas perezoso, anda.

Fernando: Del Papado sacral al Papado moral
Comentarios a mi postal del 06.03.13)El Papado, invento de los francos. Papas carolingios y Estados Pontificios



Tal vez me equivoque, pero en esto te veo kantiano, querido Xabier. Es decir, frente al esquema sacral otorgado tradicionalmente al pontífice basado en el modelo concentración/representación -de ahí la famosa frase de de Lubac en “Meditación sobre la Iglesia”: ‘el católico [...] se goza de ver que en último término la Iglesia se concentra, por decirlo así, toda ella en Pedro’ (2ªed. 1959, p.260)-, pasas al de expresión/ejemplificación desde un carácter moral. Sígueme la reflexión:

El pontífice, si leo bien tu obra “Historia y futuro de los Papas”, deja su catedral y entra en el bazar de la vida. Abandona el signo sacerdotal y jerárquico del Primado, y se torna signo de concordia y comunión libre, cuya verdad son los pobres y oprimidos. Se hace conciliar y ecuménico. Y he aquí lo kantiano: frente a una religión (rito sagrado) sin moralidad, ahora la orientación ‘natural’ hacia Dios -en este caso el ideal de Evangelio- nos descubre la perfección ya no religiosa ... sino moral, de un Papa no mayor que nadie sino amigo/a de amigos o hermano/a de hermanos (de tu libro, pp. 237ss.).

Bien, dónde veo yo el problema. El término “moral” debe entenderse aquí en sentido amplio. Tu modelo de Papa es “moral” y no sacral porque se entiende más como tarea que como profesión, más como virtud ejemplar universal -en el plano de una presencia comprometida y solidaria desde el Evangelio- que como prototipo dogmático eclesiástico per se. En esto Xabier sigues cierta corriente que ve al Papa más como una figura moral y social de tipo mundial, que como un vicario religioso dentro de una iglesia concreta. El mismo Ratzinger lo vino a reconocer en alguno de sus libros, no sin cierta melancolía.

Pero yo dudo de que bajo este esquema de “nuevo signo” frente al “viejo poder” se nos endilgue sotto voce, aunque transmutado y rebajado, una refundación del papado universal como un nuevo primado, no de jurisdicción, sino de comunicación y ejemplo.

La cuestión, según veo yo, reside en que este “primado” de tipo ejemplar y abierto -¿tal vez con ciertas trazas de donatismo modernizado?- resulta contradictorio si conserva un carácter de mínima institución en sentido sucesorio, pues una institución no dota de por sí un valor ejemplar, sino más bien la persona concreta y singular.

Una institución sucesoria, por muy deseable que fuera en sentido ejemplar, no garantiza que todos sus representantes lo sean, salvo que ellos porten de por sí y personalmente tal fuerza de santidad personal que hiciera posible su continuidad como signo universal del Evangelio de persona a persona, y no por mera institución. ¿Cómo suponerlo entonces por el mero deseo de ser signo del Evangelio en medio del mundo, si no se está cayendo de paso en cierto argumento voluntarista? Y si un Papa como “nuevo signo” no llega a ser todo lo ejemplar que uno desearía, ¿qué medida se tomará para reconducirlo si no es por mecanismo de institución?
Como sabes, la historia es pródiga de papas malos.

Y a ello se suma el hecho de que un Papa “moral” en sentido de signo evangélico no sacral, no garantiza que sea pretendidamente universal, es decir, que sea una roca sobre el caos, como dices, pues para que alguien se convierta en signo, debe haber antes quienes deseen ser significados. Ves la contradicción: un Papa se hace signo no porque lo sea, sino porque hay un grupo que lo reconoce como tal. Pero, ¿por qué lo reconoce? ¿Porque lo sea él como ejemplo o porque es parte de una institución significativa y sucesoria previa a su persona y revestida de su sacralidad?

Para ser mero ejemplo de evangelio me basta el evangelio en sí, o ciertas personas a mi alrededor; no desde luego un Papa (o Papisa) muy, pero que muy comprometido con los pobres. Para esto ya tengo algún conocido y no necesito “roca” alguna con la que significarme ni sentir que su simple ejemplo sirva para el caso.

Un Papado persiste no porque en sentido estricto sea fiel al Evangelio -que lo deba ser o no, no entra en mi propósito-, sino porque es Papado en sí mismo, es decir, porque ha asumido que su presencia en el mundo es ejemplar porque es sagrada, y no sagrada porque sea ejemplar. ¡Parece autofágico, pero es así! La cuestión, por tanto, radica en encajar su herencia de sacralidad en esta sociedad, cuyas exigencias no son ya de vigencia sino de coherencia, no de representación sino de asentimiento.

¿El Papado resiste en el tiempo si se le priva del factor de creencia, al margen de ser un ejemplo social y moral? Ese es el problema, reformular tal hecho. Por mi parte creo que lo que va cambiando no es tanto el sentido del papado, sino el sentido de lo sagrado, que se presta más a un deseo de trascendencia de toda institución que de un fidelidad a una concreción, al menos en el mundo occidental.

Creo Xabier, al hilo de lo que expones, que el papado responde bien a una característica cristiana, que es la concreción reveladora. Ojo, con esto no afirmo que el papado, tal y como "francamente" se ha constituido, entronque 'in radice' (o no) con la enseñanza del Evangelio.

No, lo que quiero decir es que, como ha sido constante desde San Pablo pasando por San Agustín -¡tan caro a Ratzinger!-, la revelación siempre ha pasado, y evito así la expresión "mediado", por una concreción singular que se torna universal. Sea el pueblo hebreo, un pueblo entre otros, una persona, Jesús mismo, una experiencia apostólica, véase Pablo, o una conversión desde lo pequeño y ceñido hacia un todo universal, eclesial e ilimitado, como fue Agustín, para la fe cristiana no se da el salto a Cristo, sino es a través de algo concreto, singular, y por ende visible. Tal sería el motivo del Espíritu Santo: no ser tanto invisible o místico, cuanto concretizador y actual.
Para el caso del catolicismo, el salto de lo particular a lo universal ha pasado por el papado, entre otras cosas ciertamente. Otras confesiones cristianas han prescindido de esta concreción singular y han buscado otros modos de universalización. No entro en juicios sobre este problema teológico.

Por tanto, por decirlo de algún modo, el papado ha prestado una potente sacralidad a este paso hacia el Espíritu Santo gracias a que se ha representado a sí mismo como un 'concretum universalis' en sentido cristiano. Pero ahora lo que ha variado no es una ausencia de sacralidad, como tantas veces se dice, sino un cambio de polaridad: parece más bien que el sujeto contemporáneo anhela ir PRIMERAMENTE hacia un Todo desde sí mismo, no por un pasaje de concreción, sino por un impulso de libertad y motivación. Es decir, no se siente que un 'concretum universalis' tradicional sea garantía hacia un TODO, sino más bien un límite, un ceñidor, un lastre.

A esto hoy se lo denomina como HOLISMO, el modelo general de anhelo de totalidad sin límites que abarque todo lo particular posible.

[Yo te confieso que ciertas corrientes holísticas que mezclan espiritualidad, fe, ciencia, ética, etc., son a mi entender nivelaciones bastante pacatas de algo más complejo y menos totalizador que es la realidad humana y cósmica. Es decir, se cae de nuevo en una especie de misticismo pietista de bajo nivel con motivo de descubrimiento y búsqueda. Pero ese es otro cantar]

A lo que iba, una oferta religiosa de sacralidad como es el papado tiene que saber que ya no le es posible entrar en el 'universalis' mediante el paso de su 'concretum' histórico. Ahora todo se mueve por libertad y motivación, no por concentración obediente. Por eso ya no se va a Cristo (el Uno-Todo) a través de una concreción (el singular-medial), sino primeramente hacia el TODO en todo, y luego, tal vez, descubrir holísticamente ese Uno entre todos.

Es por eso, según mi opinión, que el papado tiene ante sí el gran esfuerzo de intentar entender con INTELIGENCIA y TRANSPARENCIA, que ya no le basta su sí-mismo religioso, su instancia de concreción reveladora gracias a una muy manufacturada teología, y revestirse de gran mediador, de gran presencia. Por buscar una analogía, ante los nuevos Abraham, no le sirve ser un gran zigurat que asombra iluminando casi todo, pues cuando esos Abraham se alejan, ni lo divisan, ni vuelven ni lo recuerdan.

En consecuencia, y termino, si la Roma papal quiere saber por donde van los tiros, no le va a quedar otro remedio que entender lo siguiente: no tanto dejar de ser la Ur de Abraham, "Ur" de antigua y sabia, "Ur" de "Urbi et orbe" -demasiada historia-, sino que debe optar entre ser la que enseñe a ser un nuevo Abraham, probablemente dejándolo marchar después, o querer conservarse con apaños y degradarse más rápidamente. Ahora el 'concretum' ya es cada uno, y eso demanda su FE.

En resumen, y por decirlo a la pata llana: que no es centro, sino una parte de las múltiples periferias concretizadoras y actuales que, con palabras cristianas, serían labor del Espíritu de Dios. El centro ya no es su sí-mismo, sino cualquiera que buenamente quiera estar o pasar por su "Ur" o simplemente la olvide.

Por eso, ya es consciente de que su papel representativo cada vez más se desplaza del original valor religioso concentrado, a otro de carácter ético y social. Si es así, es que de paso asumirá que lo ético y social tiene muchos centros. Creo pues que, le guste o no, sufrirá con mayor acucia las corrientes de descentramiento que le vengan de fuera. De hecho ya estamos en una de ellas.

[Y la amenaza mayor -por cierto- podría ser que, bajo excusa de reforma, limpieza y ansia de libertad de espíritu, se haga pequeña y puritana, que es la otra forma de secta]
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