Sólo tenían un pan en la barca (Mc 8, 14-21). ¡Uno bastaba!


Texto. Un pan en la barca: Mc 8, 14-21.
Muchos han ofrecido respuestas juiciosas sobre «lo único necesario». Gracias a todos, pues tienen razón, desde su punto de vista. Yo había pensado en el tema del pan en la barca, y así quiero exponerlo con Marcos:
Se habían olvidado de tomar panes, y sólo tenían un pan en la barca. Y se puso a advertirles, diciendo: Mirad, tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la levadura de Herodes.
Ellos comentaban entre sí, (si no tenemos panes! Jesús se dio cuenta y les dijo:)Por qué comentáis que no tenemos panes? )Aún no entendéis ni comprendéis? )Es que tenéis embotada vuestra mente? 18 Tenéis ojos y no veis; tenéis oídos y no oís. )Es que ya no recordáis? 1)Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis cuando repartí los cinco panes entre los cinco mil? Le contestaron: Doce. Y cuando repartí los siete entre los cuatro mil cuántos cestos llenos de trozos recogisteis ?Le respondieron: Siete.
Y les dijo:)Y aún no entendéis?
El pan de Jesús. Un texto enigmático
Sobre los panes y peces de las «multiplicaciones» ha fundado Jesús su familia. Con ella navega en la barca al otro lado del mar de Galilea. Esta es la última travesía. Navega la iglesia sin miedo a tempestades (en contra de Mc 4, 35-40 y 6, 40-52). Pero tiene otro problema: (el pan!: aceptar el alimento de Jesús, sin levadura de fariseos y herodianos. Recordemos las travesías que ha realizado Jesús, según el evangelio de Marcos:
-- La primera destacaba el miedo (4, 35-41) de llevar el mensaje (semilla de palabra) a la otra orilla.
-- La segunda el oleaje (6, 46-52), con Jesús fantasma nocturno: (No habían entendido los panes!.
-- La tercera se centra en esos panes (8, 14-21) que definen travesía misionera de la iglesia.
Suele preocuparnos la riqueza: ¡No tenemos suficiente! (faltan panes! Así piensan los discípulos, creyendo que un pan es corta provisión para tan larga travesía (Mc8, 14). Les había mandado Jesús por el mundo sin pan (mê arton: 6, 8), poniéndoles en manos de los pueblos a quienes ofrecen su mensaje. Evidentemente, no comprenden; Jesús les previene ahora de la mala levadura y ellos sólo escuchan el tema en perspectiva de penuria de panes materiales (8, 14-16).
Las tres partes del texto
Sobre esa disonancia anterior (Jesús habla del pan compartido, sus discípulo hablan escaso, discutido), con honda ironía, Jesús les hará ver que un pan es suficiente: (Su pan, que es el pan de vida compartida, el pan dialogado, ofrece a los demás, el pan de rodos! Desde este fondo ofrece la más bella y enigmática de todas las posibles catequesis eclesiales, enseñando a sus discípulos que deben conservar su pan sin mezcla de fermento malo. Lo que daña de verdad no es el poco pan sino la mala levadura. Precisamos la escena, que tiene tres partes:
-- Situación y enigma (8, 14-15). Los discípulos llevan sólo un pan. Jesús advierte (Cuidaos de la levadura de fariseos y Herodes! (7, 15).
-- Incomprensión (8, 16). Dialogan los discípulos y comentan ignorantes: (No tenemos panes!
-- Profundización (8, 17-21). Catequesis enigmática sobre los panes, en ejercicio de memoria creativa.
Empieza Jesús poniendo a sus discípulos en guardia frente al riesgo de contagio que representan fariseos y Herodes. La levadura de Herodes sazonaba su banquete de envidia con la muerte del Bautista (cf. Mc 6, 14-29). La levadura de los fariseos fermentaba el pan exclusivista de la ley, rechazando de la mesa a los impuros y gentiles (cf. Mc 7, 1-23). Así, acabando su primera parte (1, 1-8, 26), Mc ha querido presentar los dos peligros del evangelio, uno más político (Herodes), otro más sacral (fariseos). Frente a ellos se eleva el pan de Jesús que los discípulos llevan en la barca de su iglesia. Este es su tesoro, esta su grandeza. Por eso han de evitar todo contagio de mala levadura, como ha mostrado Mc en catequesis en tres tiempos:
Una catequesis en tres tiempos
Pregunta acusadora: ¿Comprendéis los panes? (8, 17-18a). En vez de responderles directamente, quiere que ellos descubran su ignorancia. No han entendido la pureza interior ( como en 7, 17); no han penetrado en las parábolas (como los oyentes de fuera en 4, 12). El pan es la verdad de la parábola (palabra) de Jesús; debían haberlo comprendido. En el principio del evangelio hallamos este discurso de ruptura que destruye las seguridades anteriores de una vida que parece fundarse sólo en la abundancia de los panes materiales (del dinero), en la línea de la levadura mala de la tierra.
Recuerdo creador (8, 18b-20). Lo que era acusación se vuelve ejercicio de memoria. Aprender significa recordar, volver a la experiencia fundante de los panes, para iniciar la travesía de la iglesia. En este contexto pregunta Jesús: )No recordáis? (ou mnêmoneuete: 8, 18b). Cuando partí los cinco panes... Cuando partí los siete panes... )cuántas cestas de restos llenasteis?. Ellos sólo recuerdan lo externo: cinco, siete (8, 19-20). Memoria transformante de los panes de Jesús debe ser el evangelio para ellos. Significativamente, falta esta palabra de memoria (recuerdo creador) en el relato del pan actualizado en la cena de Jesús (14, 22-25). Pero ella está aquí, como diciendo lo que ha de ser la eucaristía cristiana: un retorno activo y creador al gesto de los panes multiplicados y compartidos, en medio de la travesía misionera de la iglesia.
Nueva pregunta: ¿No entendéis? (8, 21). Evidentemente, Mc no responde, ni pueden responder todavía los discípulos. El enigma no se resuelve desde fuera, como enseñanza conceptual. La comprensión del signo de Jesús se encuentra vinculada al compromiso de su pan, al gesto de su propia entrega. Evidentemente, en este contexto el pan verdadero es Jesús (lo que él hace, lo que vive), como irá mostrando luego el relato de la cena (14, 22: el pan es su sôma), pero aun no lo puede decir pues no ha culminado su entrega. Por eso, a este nivel, el texto sigue siendo enigma. El Jesús del signo del pan de esta primera parte de Mc (1, 1- 8, 26) sólo se puede entender desde el camino total de su entrega, desde su presencia pascual en medio de la iglesia .
Navegar con un pan
Los discípulos de Jesús navegan como portadores de un proyecto de comida que vincula a judíos y gentiles. Sólo llevan como provisión un pan cuyo sentido no acaban de entender.
Antes, cuando Jesús les manda para la misión, en el gesto inicial de su entrega por los demás, debían ir sin pan, dispuestos a aceptar lo que les dieran en las casas. Por eso les dice Jesús que no llevan pan, ni cartera, ni repuestos de comida (cf. Mc 6, 8). Les dice Jesús que vayan con pan, pues se lo darán.
Ahora deben llevar un pan en la barca y Jesús dice que basta. Si tienen ese pan, si lo conservan y ofrecen a todos, no padecerán jamás necesidad.
Éste es el enigma y enseñanza de Jesús en Marcos. La primera parte de Mc culmina aquí en el mar de Galilea como catequesis sobre el pan mesiánico. Este es el signo de Jesús, es su evangelio hecho experiencia (iglesia) que se expresa y define a modo de comida compartida: no lleves «tu pan», confía en el pan de todos… Lleva un solo pan, el Jesús, para todos. . Para hacer la travesía del mundo, en camino de misión universal, los discípulos del Cristo galileo sólo necesitan un pan.
Comentadas por Jesús de esta manera, las multiplicaciones (6, 30-44; 8, 1-10) son clave hermenéutica de Mc, espejo que recoge y explicita lo esencial del evangelio, condensando todo lo anterior, anticipando lo que sigue. Los discípulos no llevan en la barca espadas (no van de conquista), ni libros (no son legión de escribas), ni dinero o algún tipo diferente de equipaje. Les basta un pan que pueden ofrecer a (y compartir con) todos los humanos, en multiplicación ampliada. Por eso, el recuerdo de las sobras anteriores (doce cestas para los judíos, siete para los gentiles...) es indispensable.
Todo Mc aparece así como ejercicio hermenéutico en torno a esos números: el doce de la primera multiplicación, el siete de la segunda. Este es el recuerdo fundante (mnêmoneuete: 8, 18) que un texto posterior vincula a la mujer de la unción (mnêmosynon autês: 14, 9). Es sin duda una memoria que la comunidad ha vinculado al gesto de la cena, donde Jesús se identifica (identifica su sôma) con el pan (14, 22).
Un solo pan en una barca frágil define a los cristianos. No les diferencia la ortodoxia legal ni un tipo de identificación política, sino el pan misionero que debe mantenerse resguardado de la levadura (herejía destructora) de Herodes y los fariseos. Familia embarcada en el mar universal, con un solo pan que se comparte y multiplica, eso son los seguidores de Jesús, en la travesía de la historia. Pedían los fariseos un signo que Jesús no quiso darles (8, 11-13), pues su signo es el pan que los discípulos llevan en su barca. No tiene más señales; su vida y obra se resume en esta experiencia de los panes .
)Han aprendido la lección? Parece que no. Los discípulos son tardos. Por eso, acaba Jesús su catequesis preguntando: )Todavía no comprendeis? (8, 21). Ellos responden con silencio. A lo largo de todo lo que sigue iremos viendo que no han comprendido, aunque sigan con Jesús en la barca .
Conclusión: un pan, un cuerpo
El pan constituye el centro y signo distintivo de la iglesia en Mc. No es en principio alimento sacral de los puros, ni sacrificio religioso de los consagrados sino comida ricamente humana de los muchos hermanos que se reunen, compartiendo a cielo abierto, sin normas de pura excluyente, los panes y peces de las multiplicaciones (6, 41; 8,6). Del nivel de separación elitista y pureza excluyente del judaísmo hemos pasado al pan bendecido que la comunidad comparte en nombre de Jesús con todos los que vienen. Estos son los contextos en que aparece:
-- Los panes de la proposición, ofrecidos en el templo, según ley judía, y propios de los sacerdotes, han de ser, conforme a Jesús, para los hambrientos (2, 23-28).
B Los misioneros no han de llevar consigo panes, sino que deben confiar y recibir el pan allí donde ofrecen su palabra y curaciones (6, 8).
-- La iglesia se define como experiencia de panes y peces compartidos; por eso, tiene que ofrecerlos a todos los que vienen, superando la ley de la compra y el miedo a la carencia. Los discípulos se vuelven ministros (servidores) de ese pan esencial de la iglesia (cf. 6, 37-44; 8, 4-69).
-- La experiencia cristiana del pan compartido supera la ley de pureza del pan de los escribas y fariseos. Jesús lo ofrece y comparte con todos los humanos (cf. 7, 2.5). Por eso, la sirofenicia pagana sabe que su hija (con espíritu impuro: 7, 25) está invitada al pan de los hijos, pues no se separan hijos y perros en la iglesia (cf. 7, 27-30).
-- Este es el pan misionero que permite a la iglesia superar la travesía del mar en la noche (6, 42); es el pan del recuerdo fundante, el signo de Dios en la barca de la iglesia, como ha dicho Jesús en la travesía sobre el mar del mundo (cf. 8, 14-21).
-- Este pan se hace "sôma" o cuerpo de Jesús. De un modo sorprendente y lógico, culminando la trama de su libro, Mc vincula el sôma, cuerpo ungido/enterrado de Jesús, cuyo evangelio se extiende a todo el cosmos (14, 8-9), con el pan que Jesús ofrece, ofreciéndose a sí mismo (14, 22), en comida y/o bebida de alianza para todos los humanos (cf. 14, 24).
–- Así lo ha formulado Pablo: «El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno solo, nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo; pues todos participamos de un solo pan» (1 Cor 10, 16-17). Es el pan de la eucaristía, el pan de la vida entera.
La relación entre el pan multiplicado/misionero de la iglesia y el pan de la cena de los discípulos (cuerpo de Jesús) constituye el centro y clave Mc y de todo el cristianismo. El pan de la multiplicación (comer juntos) culmina allí donde el creyente se hace pan (entrega su vida por los otros). Por otra parte, el pan de la cena (cuerpo entregado de Jesús) sólo se despliega donde los suyos vuelven a Galilea y retoman (en la barca) el camino de la misión y las multiplicaciones.
No he leído con lupa todas las intervenciones y no se si alguna vez la palabra "luterano" se ha utilizado despectivamente, pero una persona lo ha sentido así .. y nos ha dicho (y yo he citado su carta). Yo quería, simplemente, que esa carta sirviera para que nos acostumbremos a utilizar un lengua que no hiera necesariamente a otros.
Conclusión. Queda el tema de la levadura mala.
El blog de allí terminaba en una serie de preguntas y contra-preguntas sobre posibles palabras injuriosas, dichas o no dichas. Pido perdón a mis lectores por haber planteado el tema… y, quizá, por haber propiciado la discusión. Lo más sorprendente es que yo pensaba en algunos y mis palabras se las atribuían otros. Para resolver todos los equívocos sería importante estar juntos, dialogar en torno al pan, mirándonos unos a otros. Eso no es posible en un blog como este, pero, al menos, podemos escucharnos y querer que mi palabra sea alimento para otros, comiendo así juntos del pan de Jesús.
El tema sigue, es más complejo todavía, pues queda pendiente el motivo de la «levadura mala». Volveré a plantearlo.