Una alegoría: Jesús cura a la Curia Romana
Quid credas alegoría (la alegoría dice lo que has de creer)
En la alegoría cada término o tema tiene un sentido figurado. Ya he dicho que aquí la suegra es la curia, Pedro es el Papa, la curación significa conversión… Lo que voy a decir desde aquí lo han dicho miles de pensadores de la Iglesia y teólogos, desde que hay Curia eficiente, es decir, desde la Reforma Gregoriana, pasando por las crisis conciliaristas del XV, la Reforma luterana del XVI y el Vaticano II. El gran tema ha sido ¿cómo curar a la Curia? ¿cómo convertir a Pedro?
La Curia (suegra) de Pedro estaba enferma en su casa… La casa de Pedro es el Vaticano, un Estado. La Curia es la que manda en casa; los pedros van y vienen, la Curia queda, lleva diez siglos funcionando. Ella es la que manda. Recordemos simplemente lo que ha pasado con el tema de los lefevristas estos días: La Curia se ha impuesto sobre el Papa, le ha engañado, ocultado las vinculaciones nazis de algunos obispos rehabilitados… Está enferma de inercia, de poder. No protege al Papa, se impone sobre él.
Jesús cura a la Curia (que significa casa/corte del Kurios o Señor). Jesús cura a la Curia para que deje de estar en la cama haciendo lo suyo (mandando desde su poltrona), para que se ponga a servir a los demás, como han querido todos los reformadores buenos de la Iglesia, desde el siglo XI hasta hoy. ¿Qué sería la curación/conversión de la Curia? ¿Qué harían los curiales: quedarían donde están, cambiarían de casa? ¿se irían por el mundo a compartir la vida con la gente? ¿Qué debería hacer nuestro Cañizares, que acaba de fichar en la Curia?
Jesús cura a la gente delante de la casa de Pedro… Una vez convertida/curada la curia, la gente podría venir y vendría a curarse, la gente más pobre y perdida ("endemoniados", enfermos), en la plaza que está delante de la casas de Pedro… Ahora van también muchos. Pero ¿van a curarse o a buscar prebendas? ¿Hay curaciones de verdad delante de la casa de Pedro, en la gran plaza creada precisamente como espectáculo de gloria, con una columna egipcia y cien estatuas poderosas…). ¿Cómo curaría Jesús delante de la casa de Pedro?
Jesús se va en la noche… Se va porque no quiere que le encierren en la casa de Pedro, ni delante de la casa (en una plaza de milagros domésticos, al usum Delphini). No Jesús no tiene "curia" (no es señor de curiales). Ha curado a la suegra y se va. Aquí discrepan las historias: algunos dicen que se va llevando a la suegra curada (todos los curiales a pie o en metros, en trenes de cercanías, como todos los vecinos, con ropas normales, para dar una vuelta y conocer el mundo). Se va, no se le puede atrapar, atándole a la curia, para que sirva allí bien a nuestros intereses. Se va en la noche.
Pedro tiene que salir de su casa/curia/plaza pues Jesús no está allí ¿qué hace? Se ha ido por todas partes, rezando y curando a la gente, en todos los lugares… (¿Es que Jesús no podría rezar en la casas de Pedro? Pues no, se va a rezar y curar por ahí). Pero el tema no es Jesús, sino Pedro: ¿Dónde tendría que ir para buscar a Jesús, pues ya no está en su curia curada? ¿Iría al cuartel general de la ONU o de la OTAN? ¿Iría a tierra pobres lejanos… o quedaría por un tiempo en el Trastevere de Roma? No sabemos dónde va, pero es evidente que Pedro tiene que dejar el Vaticano, cerrar la puerta de su Estado y andar por ahí como simple ciudadano del mundo, sin suizos militares o económicos, sin escoltas de honor... como un hombre que busca a Jesús por el ancho globo de la tierra, (¿sin más luz ni guía que la que en su corazón ardía?).
¿Dejamos así a Pedro, buscando a Jesús? ¿O suponemos ya que le ha encontrado, rezando y pensando en la gente, en toda la gente del mundo? ¿Podemos suponer que Pedro deja Roma, la Curia, para andar con Jesús por los caminos del mundo, para aprender a escuchar y a rezar y a curar…, caminando con la gente?
¿Y qué hace la curia? Ha sido curada y se pone a servir, dice el evangelio. Pero ¿Cómo sirve? ¿Queda en su casa del Vaticano o se va, cada uno por su camino? ¿Disuelve la Gran Casa y la convierte en museo y espacio de cultura abierto a todo el mundo?
Conclusión.
Esta alegoría puede tener cien finales… De un modo o de otro, la han soñado y presentado miles de cristianos, desde Joaquín de Fiore a Lutero (¡rehabilitado ya!), desde Savonarola (antes quemado, ahora pretendiente a santo) hasta Juan XXIII. Otro día haré el recuento de los que han querido convertir a la Curia Romana. Hoy, si tenéis tiempo, os recomiendo un libro precioso, de un cura santo, publicado en una editorial católica, que dice, de manera mucho más hermosa, las cosas que yo digo:
Gérard Bessière, La aventura del Papa Jacinto, Salamanca, Sígueme 1992,
¿Qué tal si comentáis el texto del buen cura Bessière y no mi alegoría? Buen lunes.