Peregrinación a las tumbas de los Apóstoles
En su discurso el Pontífice manifestó su complacencia al darles la bienvenida a estos queridos hermanos y hermanas, en el ámbito de la peregrinación a Roma con motivo del 40º aniversario de su fundación al servicio de la Iglesia y del desarrollo. Y tras agradecer a su Director las palabras de saludo y presentación, el Papa les recordó:
“Su peregrinación a las tumbas de los Apóstoles les permite enraizar aún más las acciones que realizan diariamente en su fe en Cristo muerto y resucitado y en el corazón de la misión de la Iglesia. Deseo que esta renovación espiritual que están viviendo, caracterizada por una connotación penitencial en este tiempo de Cuaresma, los haga volver a sus hermanos y hermanas aún más entusiastas y gozosos”
Desear, buscar y cuidar el bien de los demás
Glosando un párrafo de su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, el Papa les recordó que además de dejarse amar por Dios hay que “amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás” (178). Y añadió:
“Es este "bien de los demás" el que buscan, impulsados por el soplo del Espíritu, cuando deciden partir por unos años con la organización FIDESCO para servir a sus hermanos y a las hermanas más lejanos, menos afortunados, más desfavorecidos, con menos oportunidades que ustedes, y sin embargo igualmente amados por Dios y dotados de dignidad”
Todo ser humano es un hermano o hermana
Además, al destacar que la Iglesia en estos días “entra en la gran meditación de la Pasión del Señor”, el Santo Padre les recordó que “el Cristo sufriente está presente en el pobre, en el excluido, en el enfermo y en el hambriento que lleva con Él el misterio de la cruz”. De manera que todos ellos se beneficiarán viviendo “plenamente este tiempo de la Pasión” para tomar de la fuente de su misma misión.
“Todo ser humano es un hermano o hermana para mí. Los invito a que, cuando estén en medio de su misión, con su relación personal con el Señor y con su vida de fe, conserven intactos el asombro, la fascinación, el entusiasmo de vivir el Evangelio de la fraternidad. Lo necesitamos en los momentos más difíciles de soledad, desánimo, desilusión...”
Acelerar la instauración del Reino de Dios
El Papa Francisco dio asimismo las gracias a FIDESCO, y agradeció al Señor el trabajo realizado en estos cuarenta años de servicio misionero, así como el testimonio dado de Cristo, que vino a salvar a todo el hombre y a todos los hombres. Y afirmó que su “acción solidaria se orienta, en efecto, hacia el desarrollo integral de las personas, hacia la atención no sólo de sus necesidades materiales, sino también de su integración social, de su crecimiento intelectual, cultural y espiritual, dando a cada uno su propia dignidad”.
“Los animo a perseverar en este camino, permaneciendo enraizados en la doctrina social de la Iglesia. Hoy es más importante que nunca que los fieles de Cristo sean testigos de la ternura y la compasión. Escuchar el grito de los pobres que resuena en nuestro interior, dejarse provocar por el sufrimiento de los demás y decidirse a salir a tocar sus heridas, que son las heridas de Cristo, no sólo nos hace participar en la construcción de un mundo más bello, más fraterno, más evangélico, sino que fortalece a la Iglesia en su misión de acelerar la instauración del Reino de Dios”
Por último, el Santo Padre subrayó el crecimiento personal que puede aportar un compromiso, aunque sea temporal, en su asociación, tanto a nivel humano como a nivel de fe. Y les dijo que quienes se comprometen con sus misiones encuentran no sólo la oportunidad de abrirse al mundo y a las culturas, sino también los medios para responder a la misericordia de Dios. Y tras destacar, una vez más, la oportunidad que ofrecen, “especialmente a los más jóvenes, de crecer en fe y en humanidad” que “es digna de reconocimiento”, se despidió con estas palabras:
“Les deseo una buena peregrinación y encomiendo a todos los miembros de FINESCO, a la protección de la Virgen María. Los bendigo de corazón y les pido, por favor, que recen por mí. ¡Gracias!”
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