El Papa reivindica a San Esteban, y recuerda que "hoy, desgraciadamente, la persecución continúa" Francisco clama en el "desierto de la muerte" en Siria, Gaza o Ucrania, y ruega: "Oremos por la paz, luchemos por la paz"
"Sigue habiendo -y son muchos- quienes sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, como también hay quienes son penalizados a diversos niveles por comportarse de forma coherente con el Evangelio, y quienes luchan cada día por mantenerse fieles, sin aspavientos, a sus buenos deberes, mientras el mundo se ríe de ellos y predica otra cosa"
"¿Me intereso y rezo por quienes, en diversas partes del mundo, siguen sufriendo y muriendo por la fe? Y a mi vez, ¿intento dar testimonio del Evangelio con coherencia, mansedumbre y confianza? ¿Creo que la semilla del bien dará fruto aunque no vea resultados inmediatos?"
"No nos olvidemos de los pueblos desgarrados por la guerra, vemos Gaza, Siria, la martirizada Ucrania, un desierto de muerte. Hay tantos pueblos que desean la paz, oremos por la paz, luchemos por la paz"
"No nos olvidemos de los pueblos desgarrados por la guerra, vemos Gaza, Siria, la martirizada Ucrania, un desierto de muerte. Hay tantos pueblos que desean la paz, oremos por la paz, luchemos por la paz"
Fiesta de San Esteban, el primer mártir cristiano, a quien el Papa Francisco dedicó este Angelus tradicional en las fechas de Navidad. Con una advertencia: "Hoy, dos mil años después, vemos tristemente que la persecución continúa". "La sangre de los mártires es semilla de nueva fe".
"Sigue habiendo -y son muchos- quienes sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, como también hay quienes son penalizados a diversos niveles por comportarse de forma coherente con el Evangelio, y quienes luchan cada día por mantenerse fieles, sin aspavientos, a sus buenos deberes, mientras el mundo se ríe de ellos y predica otra cosa", recalcó el Papa, quien insistió en que, "ahora como entonces, la semilla de sus sacrificios, que parecía morir, brota y da fruto, porque Dios, a través de ellos, sigue obrando maravillas, para cambiar los corazones y salvar a los hombres".
Un hombre de buena reputación
¿Quién era Esteban? "Un hombre de buena reputación, que servía en los comedores y administraba la caridad", señaló el pontífice. "Precisamente por esta integridad generosa, no puede dejar de dar testimonio de lo que le es más preciado: su fe en Jesús, lo que provoca la ira de sus adversarios, que lo matan apedreándolo sin piedad". Uno de sus ejecutores es Saulo, quien después se convertiría en Pablo.
"Pensemos un momento en esta escena: Saulo y Esteban, el perseguidor y el perseguido. Entre ellos parece haber un muro impenetrable, tan duro como el fundamentalismo del joven fariseo y como las piedras arrojadas al condenado a muerte", reflexionó el Papa. "Sin embargo, más allá de las apariencias, hay algo más fuerte que los une: a través del testimonio de Esteban, de hecho, el Señor ya está preparando en el corazón de Saulo, sin que él lo sepa, la conversión que lo llevará a ser el gran apóstol Pablo".
Y es que "Esteban, su servicio, su oración y la fe que proclama, especialmente su perdón a punto de morir, no son en vano", culminó Francisco, quien insistió en que "su sacrificio siembra una semilla que, a contracorriente de las piedras, se planta, de manera oculta, en el pecho de su peor rival, para transformar su corazón de piedra en un corazón de carne".
"Preguntémonos, pues: ¿me intereso y rezo por quienes, en diversas partes del mundo, siguen sufriendo y muriendo por la fe? Y a mi vez, ¿intento dar testimonio del Evangelio con coherencia, mansedumbre y confianza? ¿Creo que la semilla del bien dará fruto aunque no vea resultados inmediatos? María, Reina de los mártires, ayúdanos a dar testimonio de Jesús", concluyó.
Tras el rezo del Angelus, el Papa agradeció a "aquellos que me han dirigido mensajes de paz, y gracias por sus oraciones. Continúen rezando por el Papa, por favor, tengo necesidad".
"En el día de San Esteban, estoy cercano a todas las personas y pueblos que sufren de discriminación y luchan por la justicia, por la paz y por su propia fe", culminó. "No nos olvidemos de los pueblos desgarrados por la guerra, vemos Gaza, Siria, la martirizada Ucrania, un desierto de muerte. Hay tantos pueblos que desean la paz, oremos por la paz, luchemos por la paz".