El pontífice abandonó esta mañana el hospital tras recibir el alta pero decidió detener el coche en el que regresaba al Vaticano para saludar y charlar con los fieles y periodistas que le esperaban en la puerta.
Tras responder a algunos periodistas, ante los que aclaró su estado de salud con un directo "estoy todavía vivo", Francisco se encontró con dos padres, Serena y Matteo, rotos del dolor por la muerte de su hija, Angelica, de solo cinco años, la noche antes.
En ese momento el papa abrazó contra su pecho a la madre, que lloraba desconsoladamente y repetía "gracias", mientras el padre le explicaba que llegó a conocer a la pequeña porque en 2019 visitó el barrio romano de Casal Bertone y la sostuvo en brazos.
"Recemos por Angélica", animó entonces Bergoglio, que los tomó en de la mano para iniciar una oración, después de regalarles unos rosarios.
Francisco se despidió de estos padres impartiéndoles su bendición y con un beso en la cara
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