"Quédate con nosotros", pide el arzobispo de Quebec y primado de Canadá El cardenal Lacroix, al Papa: "Es un inspirador de consuelo, sabiduría y enseñanza"
En su saludo al término de la Eucaristía, el purpurado cree que la visita de Francisco "es un bálsamo para la curación de las heridas profundas"
"¡Que tenga un buen viaje, Santo Padre! Buen viaje, Santo Padre, y puede contar con nuestras humildes oraciones. Este pueblo lo quiere y necesita de su liderazgo y de su testimonio de fe"
| Sebastián Sansón Ferrari
(Vatican News).- Tras la celebración eucarística que esta mañana presidió el Santo Padre Francisco en la Basílica Santa Ana de Beaupré, en el quinto día de su "peregrinación penitencial" a Canadá, el Cardenal Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Quebec y primado de Canadá, se dirigió al Obispo de Roma en un mensaje de agradecimiento.
Lacroix remarcó la importancia del sitio que acogió la eucaristía, la Basílica Santa Ana de Beaupré y recordó al "primer y valiente obispo y pastor, San Francisco de Laval".
“"Su misión ha sido llevada a cabo por miríadas de discípulos misioneros de todas las clases sociales, que arden con el mismo fuego sagrado de proclamar el Evangelio en esta tierra americana. A pesar de los destacados logros, los caminos han estado sembrados de escollos, salpicando la belleza del mensaje evangélico. Han estallado escándalos, han surgido divisiones, ha decaído la fe. Una poderosa llamada a la sanación y a la reconciliación se ha levantado desde los corazones y las vidas heridas, como una tormenta que ha resonado hasta ustedes"”
Tomando como inspiración el fragmento del Evangelio según San Lucas que fue proclamado en la misa, que narra el viaje de los discípulos de Emaús, el Purpurado sostuvo que, "como el Maestro de Emaús, se ha puesto en camino para recorrer con nosotros la senda de la curación y la reconciliación. Juntos, nos embarcamos en un viaje de apertura a nuestras realidades particulares, reconociendo humildemente nuestros fallos. Pero, por encima de todo, buscamos remedios que no solo erradiquen el mal, sino que conduzcan a nuestras comunidades, sedientas de justicia, unidad y paz, a una curación completa".
“Afortunadamente para nosotros, Santo Padre, usted no desaparece como Jesús en el camino de Emaús después de compartir el pan. Por el contrario, es y sigue siendo en nuestro mundo un modelo inspirador de consuelo, sabiduría y enseñanza extraída de las fuentes vivificantes de la Palabra cuyos caminos recorre incansablemente.”
"Muchas personas le deben su más profunda gratitud"
Sobre la gratitud que muchas personas sienten por la visita del Papa, el Cardenal Lacroix manifestó que la profunda y sincera preocupación del Pontífice "es un bálsamo para la curación de las heridas profundas" de los hermanos indígenas de las Primeras Naciones, los Métis y los Inuit en el país y un "impulso necesario en el proceso de reconciliación tan beneficioso para la paz".
“Sabemos, Santo Padre, que los resultados esperados no pueden alcanzarse de la noche a la mañana. Requieren enormes dosis de resiliencia, gestos sinceros de aceptación y empatía. Con su presencia entre nosotros, demuestra que ningún esfuerzo es en vano, que todo proceso de reconciliación requiere una gran dosis de renuncia, una fuerte dosis de humildad, comprensión y apertura a la vida y la cultura de los demás.”
"Gracias por acompañarnos en el camino de la curación y la reconciliación"
El arzobispo de Quebec aseguró que acompañarán al Sucesor de Pedro, "lo mejor que podamos, en el camino de su exigente misión".
"Gracias, querido Papa Francisco, por sus palabras alentadoras y desafiantes. Nos gustaría decirle, como los discípulos de Emaús a Jesús: 'Quédate con nosotros', pero sabemos que su presencia como pastor se espera en otro lugar, donde otros hermanos y hermanas necesitan ser confirmados en la fe", añadió Lacroix.
"¡Que tenga un buen viaje, Santo Padre! Buen viaje, Santo Padre, y puede contar con nuestras humildes oraciones. Este pueblo lo quiere y necesita de su liderazgo y de su testimonio de fe. Que Jesús vele por usted, al igual que su madre, la Virgen María y su abuela, la Buena Santa Ana", concluyó.
Al finalizar su alocución, el Papa entregó, como don, un cáliz y un rosario de oro en el santuario nacional de St. Anne de Beaupré.
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