¡Niño del Pesebre, eres de todos, de todos, de todos...!
En mi tristeza, tú te haces alegría
En mi pobreza, tú te haces riqueza.
En mi orgullo, tú eres humildad
En mi rencor, tú eres amor
En mi cansancio, tú eres fortaleza
En mi complejidad, tú eres sencillez
En mi ruido, tú eres calma
En mi desesperanza, tú eres esperanza
En mi duda, tú eres certeza
En mi miedo, tú eres seguridad
En mi autosuficiencia, tú eres el niño Dios.
En mi pecado, tú eres inocencia.
En mi inconstancia, tú eres constancia.
¡Niño del Pesebre!
Dame capacidad de perdonar
Corazón para amar
Sabiduría para Observar
Esperanza para luchar
¡Y en tu Alegría creer contigo.
hasta el fin de mis días...!
Todo esto te lo ruego, no porque lo merezca
Sino porque Tú así lo quieres con tu hijo.