“Para Dios no hay nada imposible”

Solemnidad de la Inmaculada Concepción – Ciclo A (Lucas 1, 26-38) 

8 de diciembre de 2019

Las comunidades de Fe y Luz son pequeños grupos que acogen a personas con una deficiencia psíquica, sus familiares y amigos, creando lazos comunitarios para compartir la fe y la amistad. El movimiento Fe y Luz nació en una peregrinación a Lourdes en 1971, en la que se reunieron para celebrar la Pascua miles de personas con una deficiencia mental, acompañadas por sus familiares y sus amigos. Esta iniciativa buscaba ayudar a estas personas a encontrar su verdadero lugar en el corazón de la Iglesia. Para preparar la peregrinación se organizaron en diferentes países pequeños grupos con familias y amigos, que se reunían para rezar juntos. Después de aquella Pascua, estas pequeñas comunidades quisieron mantener y profundizar su vida, y animar el nacimiento de otras muchas comunidades en todo el mundo. Hoy en día la Asociación Internacional Fe y Luz reconoce la existencia de unas 1.300 comunidades, repartidas en unos 72 países diferentes de los cinco continentes. Marie Hélène Mathiew y Jean Vanier, fueron los animadores de este proceso de organización y lo han seguido acompañando a lo largo de estos años.

Las comunidades de Fe y Luz suelen contar con unos veinte o treinta miembros. En el centro de la comunidad están las personas con una deficiencia mental, nuestros “amigos diferentes” de cualquier edad o grado de minusvalía. Alrededor de estas personas están sus familiares, padres, madres, hermanos. Es un gran alivio para las familias descubrir que su hijo tiene amigos, amigos fieles que le van a querer toda la vida. Los padres y madres de Fe y Luz, además de compartir sus sufrimientos y sus preocupaciones en la comunidad, pueden ser una fuente magnífica de experiencia y cariño para el resto del grupo. En la comunidad también están los amigos, voluntarios que se animan a vivir la aventura de una amistad poco convencional, radicalmente sencilla y profunda con unos amigos muy especiales. No es necesaria una experiencia previa para entrar en Fe y Luz: basta con tener el corazón preparado para recibir mucho y muy bueno. Por último, cada comunidad está acompañada por un sacerdote o religioso que ayuda al grupo en sus necesidades espirituales.

En una reunión de Fe y Luz suele haber tres tiempos más o menos diferenciados. Hay un tiempo de encuentro, en el que las personas hablan y se escuchan mutuamente, comparten sus alegrías y sus sufrimientos. También se vive un tiempo de celebración, con momentos de alegría. En los que se canta, se baila o se comparte la merienda. Por último, en todas las reuniones hay un tiempo de oración, en el que rezamos juntos o celebramos la Eucaristía. Fuera de lo que son las reuniones, cada comunidad vive un cuarto tiempo precioso, en el que las personas necesitan seguir en contacto las unas con las otras. La amistad sincera hace posible muchísimos gestos: una llamada de teléfono, una visita a una familia, ir juntos al cine o encontrarse para tomar las onces, felicitarse por el cumpleaños, apoyarse en los momentos difíciles, etc...

La Virgen María, concebida sin pecado, nos acompaña en este peregrinar hacia la casa del Padre. Por su intercesión y bajo su manto maternal, elevamos una plegaria a Dios por las comunidades de Fe y Luz que están naciendo en tantas partes del mundo. En Bogotá, la comunidad de Fe y Luz, está brotando a la sombra de la Parroquia de Lourdes, bajo cuyo amparo nació este movimiento en 1971. Pidamos por esta intención a la Virgen Madre, que siempre ha acompañado el dolor de estas familias, pero también les ha regalado las mieles de su consolación.

Oración

Para pedir por las comunidades de Fe y Luz

Padre Bueno,

Que nos amas y nos cuidas cada día,

Y nos regalas la vida para que la sepamos compartir con los demás,

Te pedimos que bendigas nuestras comunidades de Fe y Luz.

Haz de ellas un refugio para los pobres,

Los pequeños, los marginados de nuestra sociedad.

Que todos encontremos una fuente de amor y de consuelo

Y que allí nos podamos sentir verdaderamente hermanos unos de otros,

Hijos de un mismo Padre.

Señor Jesús,

Que siempre estuviste atento para descubrir el dolor a tu alrededor

Y supiste ofrecerle a todos los hombres y mujeres una palabra de aliento,

Te pedimos que bendigas nuestras comunidades de Fe y Luz.

Haz de ellas un refugio para los sencillos,

Los que sólo saben amar y entregarse a los demás en una sonrisa.

Que todos encontremos un lugar donde vivir nuestra vocación de servicio

Y que allí nos podamos sentir verdaderamente hermanos unos de otros,

Alrededor tuyo, nuestro hermano mayor.

Espíritu santo,

Que animas el fuego divino de la caridad en nosotros

Y que iluminas nuestros caminos en medio de las noches más oscuras,

Te pedimos que bendigas nuestras comunidades de Fe y Luz.

Haz de ellas un refugio para los humildes,

Los que saben tener un corazón solidario con sus hermanos.

Que todos encontremos un hogar para fortalecernos mutuamente

Y allí nos podamos sentir verdaderamente hermanos unos de otros,

Al calor de tu presencia, Espíritu de amor.

María de Nazaret,

Que acoges con ternura maternal a los que te buscan

Y nos enseñas a servir con un corazón sencillo,

Te pedimos que bendigas nuestras comunidades de Fe y Luz.

Haz de ellas un refugio para todos nosotros,

Que confiamos en la fuerza del amor.

Que todos encontremos una casa con las puertas abiertas

Y allí nos podamos sentir verdaderamente hermanos unos de otros,

Recogidos bajo el manto de tu protección maternal.

Amén

* Sacerdote jesuita, Delegado para la Misión. Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina – Lima

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