Flash vivo y a bote pronto - Humillados y ofendidos 21-XII-2018
La cumbre de la vergüenza. Las dos palabras “cumbre” y “vergüenza” encajan referidas a la doble “seance” del gobierno, ayer y hoy, en Barcelona. Si reunirse con el impresentable Sr. Torra en los términos de ayer es, en sí, una mayúscula bajada de pantalones, impropia de los usos políticos y sociales normales, no le va en zaga el Consejo de ministros de hoy, con su retahíla de fachendas que lo sitúan en coordenadas de provocación por un lado –la de los que necesitan “armarla” para sentirse “mayores”- y de candidez por otro –la de los que –ingenuos en sus cálculos políticos por pragmáticos que pudieran parecer o ser- no dudan en ponerse a merced de los enemigos de España y los españoles en un trapicheo que sería cómico si, visiblemente, no dejara entrever las trazas de lo dramático.
Humillados y ofendidos. Los dos adjetivos del título de la gran primera novela de Dostoyevski -con lo de “humillados” invitando a sentirse doblegados y puestos de rodillas ante la provocación separatista catalana y con lo de “ofendidos”, a verse despreciados y dañados en la propia dignidad cívica- vienen como anillo al dedo de cara al desencanto, la frustración, el cabreo y hasta la gota que colma el vaso de la mayoría de este pueblo, el español, que no se merece verse tan mal tratado.
A bote pronto definía esta mañana la “tournée” un analista: ni los provocadores separatistas catalanes han podido llegar a más, ni España y los españoles a menos. Por más que dejemos de lado al gobierno, que al “affaire” seguramente porta en la recámara del “plan” otras balas que las que aparecen en boca de los interesados y asociados, es decir del gobierno y de los del “diálogo” por encima de todo, a pesar de todo y a costa de lo que sea. Vamos, un prodigio de compañerismo y buena vecindad.
Otro analista del caso, al contabilizar los sucesos de ayer y hoy, rememoraba la Historia universal de la infamia, de Borges. No los daba por metidos del todo en ella, pero no andaba lejos.
No es cumbre, ni mini-cumbre siquiera, sino sesión de trabajo y diálogo, decían los de una bancada. No se lo creen ni los mismos que lo afirman, remedaban otros.
Es política de fondo, dicen algunos. Y los frutos de esta política se verán más tarde. Seguro que se verán, apostillaban otros enseguida; pero tal vez cuando ya sea demasiado tarde.
Una mujer socialista, muy versada en lides y trucos de envés y revés como los de ahora, no dudaba en lamentarse a fondo y decir, en superficie, en su twist de la mañana, que este señor está humillando la dignidad de los españoles y que ya no es lícito ni honesto, mirar para otro lado; ni aplacarse a la sombra de presuntas buenas voluntades ni encogerse de hombros, sino que es hora de tomar buena nota y acabar cuanto antes con la situación. Porque a España y a todos los españoles nos va mucho y muy peligrosos en el envite.
Otro más apuntaba mitad sombrío, mitad profético. No soy pesimista, pero estoy muy pesimista. “Yo, también” saltaban a coro y en el acto quienes le escuchaban.
Total, que en el ambiente a la mano predomina el negativo sobre lo positivo en el balance crítico-valorativo de las “sesiones” de ayer y hoy, de la inclasificable “tournée” del gobierno en Barcelona.
Y ya para terminar, como es un flash vivo y además a bote pronto, creo que procede cerrarlo con lo mismo de otras ocasiones parecidas, pero aumentándolo de tamaño, porque las circunstancias lo parecen exigir.
¡Espabila, pueblo!. Que ya no es que parezca que te toman el pelo o que se ríen de ti. Ni que te consueles vislumbrando caprichos de pasión o ansias locas de poder en los que te mandan. Ni siquiera que sientas que te están segando la hierba bajo los pies. Es que lo último, lo de ayer en Pedralves y lo de hoy en torno al Consejo de Ministros, es una total inversión de lo que “debe ser” en verdad, en justicia y no digamos en democracia; y por supuesto en befa de todos los que, siendo y sintiéndose españoles, ven cómo sus máximos representantes van de la mano de quienes los insultan con graves y falsas imputaciones y desprecios y tratan, además, de minar las bases de su convivencia y de su futuro en paz y en bienestar.
Y a los que dicen –ayer o anteayer se les ha oído entonarlo de nuevo- que el “patriotismo” del “diálogo” -de este diálogo concretamente y en estas condiciones y circunstancia- es muy superior y preferible al de ”balcón” o de “banderas”, habría que decirles que “menos lobos” de realce de diálogos como este; que hay diálogos que de tales no tienen otra cosa que el nombre.
Habría otras muchas cosas que decir sobre la doble “seance” catalana. Habrá tiempo de decirlo; y en todo caso, el tiempo lo dirá. Sin duda. A menos que el pueblo “espabile”, tome nota y –a la hora de la verdad y con el voto en la mano- ponga a cada cual en el sitio que se merezca, según la ley de la buena y sana democracia.
SANTIAGO PANIZO ORALLO
Humillados y ofendidos. Los dos adjetivos del título de la gran primera novela de Dostoyevski -con lo de “humillados” invitando a sentirse doblegados y puestos de rodillas ante la provocación separatista catalana y con lo de “ofendidos”, a verse despreciados y dañados en la propia dignidad cívica- vienen como anillo al dedo de cara al desencanto, la frustración, el cabreo y hasta la gota que colma el vaso de la mayoría de este pueblo, el español, que no se merece verse tan mal tratado.
A bote pronto definía esta mañana la “tournée” un analista: ni los provocadores separatistas catalanes han podido llegar a más, ni España y los españoles a menos. Por más que dejemos de lado al gobierno, que al “affaire” seguramente porta en la recámara del “plan” otras balas que las que aparecen en boca de los interesados y asociados, es decir del gobierno y de los del “diálogo” por encima de todo, a pesar de todo y a costa de lo que sea. Vamos, un prodigio de compañerismo y buena vecindad.
Otro analista del caso, al contabilizar los sucesos de ayer y hoy, rememoraba la Historia universal de la infamia, de Borges. No los daba por metidos del todo en ella, pero no andaba lejos.
No es cumbre, ni mini-cumbre siquiera, sino sesión de trabajo y diálogo, decían los de una bancada. No se lo creen ni los mismos que lo afirman, remedaban otros.
Es política de fondo, dicen algunos. Y los frutos de esta política se verán más tarde. Seguro que se verán, apostillaban otros enseguida; pero tal vez cuando ya sea demasiado tarde.
Una mujer socialista, muy versada en lides y trucos de envés y revés como los de ahora, no dudaba en lamentarse a fondo y decir, en superficie, en su twist de la mañana, que este señor está humillando la dignidad de los españoles y que ya no es lícito ni honesto, mirar para otro lado; ni aplacarse a la sombra de presuntas buenas voluntades ni encogerse de hombros, sino que es hora de tomar buena nota y acabar cuanto antes con la situación. Porque a España y a todos los españoles nos va mucho y muy peligrosos en el envite.
Otro más apuntaba mitad sombrío, mitad profético. No soy pesimista, pero estoy muy pesimista. “Yo, también” saltaban a coro y en el acto quienes le escuchaban.
Total, que en el ambiente a la mano predomina el negativo sobre lo positivo en el balance crítico-valorativo de las “sesiones” de ayer y hoy, de la inclasificable “tournée” del gobierno en Barcelona.
Y ya para terminar, como es un flash vivo y además a bote pronto, creo que procede cerrarlo con lo mismo de otras ocasiones parecidas, pero aumentándolo de tamaño, porque las circunstancias lo parecen exigir.
¡Espabila, pueblo!. Que ya no es que parezca que te toman el pelo o que se ríen de ti. Ni que te consueles vislumbrando caprichos de pasión o ansias locas de poder en los que te mandan. Ni siquiera que sientas que te están segando la hierba bajo los pies. Es que lo último, lo de ayer en Pedralves y lo de hoy en torno al Consejo de Ministros, es una total inversión de lo que “debe ser” en verdad, en justicia y no digamos en democracia; y por supuesto en befa de todos los que, siendo y sintiéndose españoles, ven cómo sus máximos representantes van de la mano de quienes los insultan con graves y falsas imputaciones y desprecios y tratan, además, de minar las bases de su convivencia y de su futuro en paz y en bienestar.
Y a los que dicen –ayer o anteayer se les ha oído entonarlo de nuevo- que el “patriotismo” del “diálogo” -de este diálogo concretamente y en estas condiciones y circunstancia- es muy superior y preferible al de ”balcón” o de “banderas”, habría que decirles que “menos lobos” de realce de diálogos como este; que hay diálogos que de tales no tienen otra cosa que el nombre.
Habría otras muchas cosas que decir sobre la doble “seance” catalana. Habrá tiempo de decirlo; y en todo caso, el tiempo lo dirá. Sin duda. A menos que el pueblo “espabile”, tome nota y –a la hora de la verdad y con el voto en la mano- ponga a cada cual en el sitio que se merezca, según la ley de la buena y sana democracia.
SANTIAGO PANIZO ORALLO