Flashes vivos - ¿Tics totalitarios? 7-XII-2018
Fuerte ha tenido que ser la sensación de agobio causada por la irrupción descarada de Vox en el escenario electoral andaluz para que, si a los unos -en despecho anti-demócrata de ganar en la calle lo que no pueden ganar en las urnas- les falta tiempo para incitar a algaradas callejeras y “escraches” a quienes no son ellos, a los otros, también afectados por lo que no deja de ser –aunque sigan siendo la lista más votada- una derrota mayúscula, pierden la compostura y, olvidando las más elementales reglas de la lógica, ponen a criticar lo que ellos mismos están haciendo desde hace meses. Es curioso todo ello y no deja de ser chocante y por demás sintomático. Veamos.
Hoy –viernes- la ministra de educación y portavoz del gobierno dice que causaría sorpresa que el PP o Ciudadanos echaran mano de los votos de Vox para gobernar en Andalucía. Sorpresa sería pensar –venía a decir y decía realmente- que ayuden a “blanquear” –usa este verbo tan en moda y tan polivalente ahora mismo- a Vox.
Al oírla, guiado instantáneamente por el más rudimentario sentido crítico, me subieron a la boca varios interrogantes, por mitades incredulidad y asombro o sorna y gracejo. Eran éstos: ¿Cara dura? ¿Sectarismo? ¿Indigencia mental? ¿Cinismo? ¿Hipocresía sin par?
Cuando ya se me iban los ecos del “quid-pro-quo” de la Sra. ministra y portavoz –lo pensaba dejar en lo que es un “quid-pro-quo”, error que consiste en confundir una cosa con otra-, escucho al Sr. presidente, don Pedro Sánchez, dando refrendo a la ocurrente salida de la ministra con idea o frase de parecido cuño: “No se puede ser europeísta y aliarse –como hacen otros- con partidos anti-europeístas”.
Al oír el refrendo del “jefe”, ya no me cupo la menor duda. Ni “quid-pro-quo” ni ”farrapo de gaita”. Escozor a raudales; pérdida de la compostura; ansiedad…, y -como consecuencia- ceguera procurada para hacer de la contradicción una bandera más del arte de gobernar.
Dejando al pleno en el aire los anteriores interrogantes -cada cual encasille donde lo quiera-, me digo que sorpresa, y mayúscula, ha de ser, por elementales –insisto- razones de lógica o de coherencia externa e interna, que quien ha usado -para asumir el poder- la vía oblicua de la moción de censura y no la de las urnas como ha de ser en buena y seria democracia,y se ha servido y se sigue sirviendo –conjuntamente- de los votos del populismo anti-europeísta y anti-demócrata y sus adláteres, de los separatistas y los golpistas, hasta de los que aplauden a la ETA, se atreva a censurar a quienes pudieran alinearse con un partido al que auparon (no se olvide), en unas elecciones limpias, varios cientos de miles de ciudadanos andaluces…
Por tales indicios, mucho les ha debido “jorobar” el paso del cero al doce de Vox –que, por otra parte, no es tanto como para echarse a temblar o entrar en ataque de ansiedad, como no sea que lo miren como síntoma de lo que piensa una buena parte de la sociedad. Pero resulta grave no saber discernir y escuchar la voz del pueblo –o es que no son “pueblo” los que votaron a Vox?- para dejarse caer en tan burdas como aparatosas contradicciones? Acaso no da esto para sopesar bien en qué manos estamos al encarar un futuro que tiene más de volátil e incierto que de seguro y prometedor?.
No he citado –al analizar tan curiosos dichos- la palabra “tic” que encabeza este “flash vivo” de hoy y que en psicología y psiquiatría suena a los movimientos innecesarios que, con un cierto automatismo, se toman en estados o situaciones de emotividad intensa o de ansiedad. Los “tic” suelen ser síntomas de confusión y nerviosismo, porque, al ofuscar por la ansiedad o el temor, salen a la superficie como automatismos capaces de romper las reglas de la lógica y del buen sentido.
Pienso yo que Hannah Arendt, experta, como era y bien se sabe, en atisbar las simientes, raíces, síntomas lejanos o pròximos, etc. de los totalitarismos, y, con ella, algún psicoanalista de los que oyen voces del subconsciente en estas salidas de poco fuste racional o lógico, no dejaría de hallar en estos “quid-pro-quo” –tan sonoros como incomprensibles- unos germinales olores o sabores totalitarios. De quien ve la paja en el ojo ajeno, pero no ve la viga en el propio ¿qué dicen los Evangelios? Dejémoslo en eso, “tics”; “tics” políticos; y -como tales- hijos de emotividades fuera de control o de ansiedades que alertan miedos. Como quiera que sea, un riesgo para gobernar bien
Grande ha tenido que ser el susto por lo de Andalucía… Porque desmesuradas son las reacciones de unos y de otros; y eso, la desmesura ante la voz de las urnas, no es democracia.
¡Espabila, pueblo! –vengo repitiendo con bastante frecuencia y lo reitero de nuevo. Mira y analiza bien, porque los síntomas son de que te están segando la hierba bajo los pies; y conviene enterarse para que no termines en silla de ruedas o con muletas. La mayor desgracia que le puede pasar a un pueblo digno es que lo tengan por tonto sin serlo. Por eso, espabilar es bueno.
SANTIAGO PANIZO ORALLO
Hoy –viernes- la ministra de educación y portavoz del gobierno dice que causaría sorpresa que el PP o Ciudadanos echaran mano de los votos de Vox para gobernar en Andalucía. Sorpresa sería pensar –venía a decir y decía realmente- que ayuden a “blanquear” –usa este verbo tan en moda y tan polivalente ahora mismo- a Vox.
Al oírla, guiado instantáneamente por el más rudimentario sentido crítico, me subieron a la boca varios interrogantes, por mitades incredulidad y asombro o sorna y gracejo. Eran éstos: ¿Cara dura? ¿Sectarismo? ¿Indigencia mental? ¿Cinismo? ¿Hipocresía sin par?
Cuando ya se me iban los ecos del “quid-pro-quo” de la Sra. ministra y portavoz –lo pensaba dejar en lo que es un “quid-pro-quo”, error que consiste en confundir una cosa con otra-, escucho al Sr. presidente, don Pedro Sánchez, dando refrendo a la ocurrente salida de la ministra con idea o frase de parecido cuño: “No se puede ser europeísta y aliarse –como hacen otros- con partidos anti-europeístas”.
Al oír el refrendo del “jefe”, ya no me cupo la menor duda. Ni “quid-pro-quo” ni ”farrapo de gaita”. Escozor a raudales; pérdida de la compostura; ansiedad…, y -como consecuencia- ceguera procurada para hacer de la contradicción una bandera más del arte de gobernar.
Dejando al pleno en el aire los anteriores interrogantes -cada cual encasille donde lo quiera-, me digo que sorpresa, y mayúscula, ha de ser, por elementales –insisto- razones de lógica o de coherencia externa e interna, que quien ha usado -para asumir el poder- la vía oblicua de la moción de censura y no la de las urnas como ha de ser en buena y seria democracia,y se ha servido y se sigue sirviendo –conjuntamente- de los votos del populismo anti-europeísta y anti-demócrata y sus adláteres, de los separatistas y los golpistas, hasta de los que aplauden a la ETA, se atreva a censurar a quienes pudieran alinearse con un partido al que auparon (no se olvide), en unas elecciones limpias, varios cientos de miles de ciudadanos andaluces…
Por tales indicios, mucho les ha debido “jorobar” el paso del cero al doce de Vox –que, por otra parte, no es tanto como para echarse a temblar o entrar en ataque de ansiedad, como no sea que lo miren como síntoma de lo que piensa una buena parte de la sociedad. Pero resulta grave no saber discernir y escuchar la voz del pueblo –o es que no son “pueblo” los que votaron a Vox?- para dejarse caer en tan burdas como aparatosas contradicciones? Acaso no da esto para sopesar bien en qué manos estamos al encarar un futuro que tiene más de volátil e incierto que de seguro y prometedor?.
No he citado –al analizar tan curiosos dichos- la palabra “tic” que encabeza este “flash vivo” de hoy y que en psicología y psiquiatría suena a los movimientos innecesarios que, con un cierto automatismo, se toman en estados o situaciones de emotividad intensa o de ansiedad. Los “tic” suelen ser síntomas de confusión y nerviosismo, porque, al ofuscar por la ansiedad o el temor, salen a la superficie como automatismos capaces de romper las reglas de la lógica y del buen sentido.
Pienso yo que Hannah Arendt, experta, como era y bien se sabe, en atisbar las simientes, raíces, síntomas lejanos o pròximos, etc. de los totalitarismos, y, con ella, algún psicoanalista de los que oyen voces del subconsciente en estas salidas de poco fuste racional o lógico, no dejaría de hallar en estos “quid-pro-quo” –tan sonoros como incomprensibles- unos germinales olores o sabores totalitarios. De quien ve la paja en el ojo ajeno, pero no ve la viga en el propio ¿qué dicen los Evangelios? Dejémoslo en eso, “tics”; “tics” políticos; y -como tales- hijos de emotividades fuera de control o de ansiedades que alertan miedos. Como quiera que sea, un riesgo para gobernar bien
Grande ha tenido que ser el susto por lo de Andalucía… Porque desmesuradas son las reacciones de unos y de otros; y eso, la desmesura ante la voz de las urnas, no es democracia.
¡Espabila, pueblo! –vengo repitiendo con bastante frecuencia y lo reitero de nuevo. Mira y analiza bien, porque los síntomas son de que te están segando la hierba bajo los pies; y conviene enterarse para que no termines en silla de ruedas o con muletas. La mayor desgracia que le puede pasar a un pueblo digno es que lo tengan por tonto sin serlo. Por eso, espabilar es bueno.
SANTIAGO PANIZO ORALLO