Los que van y vienen -Estampas de Pasión-I -25-III-2018

Pilato preguntó a la gente: “Queréis que os suelte al Rey de los judíos?”- Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Y cuando Pilato les insistió en que dijeran lo que había de hacer con Jesús, ellos, a coro, una y otra vez gritaron: “Crucifícale” (De la Pasión de Jesús según san Marcos)
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Los que el domingo de Ramos gritaban “hosanna”, el viernes siguiente –hacia el mismo que jaleaban el domingo- le gritaban “crucifícale”.
A merced de los impulsos e instintos y a falta de conciencia propia, segura de sí misma, individual y colectiva, la “masa” –que no es el “pueblo” ni tiene parecido alguno con lo que connota –en la historia de las relaciones humanas- la palabra “pueblo”- se comba –como la vara verde y poco hecha- al solo arrullo de consignas y “slogans”, hábilmente urdidos por personas o grupos, maestros en el arte de fabular a costa de la ignorancia o la necedad de las “masas” . La Pasión según san Marcos lo deja claro: hay que elegir entre la inocencia y el crimen y, ya entonces, hace dos mil años, antes de Faceboock y demás “comecocos” virtuales al uso, los “sumos sacerdotes” de Israel “soliviantaron a la gente” –que es alterar el ánimo de alguien para que tome una decisión díscola pero de interés para quien solivianta- para que eligiera –“el pueblo nunca se engaña”, aún sigue diciendo más de un iluso de la democracia- la libertad del criminal y colgar de una cruz a la inocencia.

La “masa”… Porque no tiene conciencia de sí y la tiene prestada de otros, sus mentores y guías, por eso, ni discierne, ni juzga y valora, ni por supuesto elige. Y no por otra cosa sino porque su racionalidad la ha dado en hipoteca al mejor postor que en ese momento pase a su lado, charlatán o feriante, prestidigitador o farsante, buen vendedor –eso sí- de mercancía falsificada o averiada, que por lo general no cuela más que “a río revuelto” o en “el tiempo de los enanos y liliputienses”, como augura Carlos Cano en su “Metamorfosdis” .
Se deja llevar la “masa” –previa y debidamente amaestrada- por los que instigan sus instintos y pasiones, o les prometen sueños y paraísos, hasta hacerla ir convencida de que lo que hacen, gritan o pregonan, es cosa suya y no de sus “maestros” de la política, de la ciencia y hasta de la religión, aunque parezca imposible que, en el nombre de Dios, se liberte al criminal y se ponga en una cruz a la inocencia.
Lo de Quevedo antaño sigue siendo veraz. “A pueblo necio e ignorante, ganancia y seguridad de los tiranos” (La hora de todos y la fortuna con seso, cap. XXXV-El Sultán de Estambul). Léanlo y podrán discernir ustedes mismos si lo del domingo de Ramos y los “hosannas” y lo del Viernes Santo y el “crucifícale” tiene sentido o es un bulo.

Ortega borda el secreto del “ser” y el “estar” de las “masas” en esa de sus muchas obras maestras del buen pensar, que se titula “La rebelión de las masas”. ¿Quién no ha oído hablar al menos de ella?. Creo que quienes la hayan leído y sobre todo reflexionado, saben distinguir perfectamente lo que va de “pueblo” a “masa”, de hombres y mujeres que piensan y deciden por sí mismos y de los o las que –por mil razones y motivos que no son ahora del caso- prefieren el “borreguismo” al buen uso de la razón y la voluntad.
Para los que hemos leído más de una vez esta intensa obra, con su Prólogo para franceses y Epílogo para Ingleses, tan suculentos ambos, aunque necesitemos recordarlo, y para los que viven engatusados con el señuelo del bla-bla-blá o con el fascino de la máscara o la farsa y quizás no tengan memoria de esta lectura obligada en tiempos como éstos, me permito reproducir alguna de sus ideas, para comprobar cómo mi Estampa de Pasión, de hoy, sigue teniendo actualidad, a pesar de lo que ha llovido desde que “la gente” pidiera liberar al criminal y colgar en una cruz a la inocencia.

-“Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente, Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer” (cap. 1). “Vivimos bajo el “brutal” imperio de las masas” (cap. 2).
-“En las escuelas que tanto enorgullecen el pasado siglo –el XIX para Ortega cuando escribe- no se ha podido hacer otra cosa que enseñar a las masas las técnicas de la vida moderna, pero no se ha logrado educarlas. Se les han dado instrumentos para vivir intensamente, pero no sensibilidad para los grandes deberes históricos, se les han inoculado atropelladamente el orgullo y el poder de los medios modernos, pero no el espíritu. Por eso, no quieren nada con el espíritu. Y las nuevas generaciones se disponían a tomar el mando del mundo como si el mundo fuera un àraíso sin huellas antiguas, con probklemas tradicionales y complejos” (cap. 5)
Y cómo es el hombre-masa de hoy, se pregunta Ortega (cap. 6). “Cómo es este hombre-masa que hoy domina la vida pública, la política y la no política”?. Bien pudiera decirse que el hombre-masa no es por cierto ni el hombre vulgar como tal, ni el hombre rústico, y ni siquiera el hombre poco cultivado en las letras o las ciencias. Ni el “hombre-masa” moderno coincide con lo que se puede llamar “el tonto del pueblo”. Son cosas distintas. El hombre-masa no encarna propiamente el tipo del hombre vulgar, sino del que, siendo vulgar, proclama “su derecho a la vulgaridad”.

Resumiendo este bosquejo orteguiano y a falta de mayor espacio para diseñarlo mejor, hombre-masa –como he apuntado ya- sería el que concibe su vida prestándose graciosamente a sustitur su razón o conciencia por un número. Nada extraño por eso que el orteguiano profesor I. Sánchez Cámara, complementara, en uno de sus libros, el título de La rebelión de las masas por el de La degradación de las masas.
Estas ideas de tan alto maestro del pensar hispano, me invitan a una conclusión que, en mi personal criterio, reputo lógica: en la “masa” no hay “personas”, hay números.

Esta Estampa de Pasión la titulo, por todo lo dicho: Los que van y vienen. Van y vienen del blanco al negro, del rojo al fusia o del azul al verde o el gris sin que se mueva un músculo del rostro, y menos de su conciencia.
Como para otras Estampas de Pasión, ya en esta primera valdría decir para los que “van y vienen”: por ellos también padece y muere Jesús.

SANTIAGO PANIZO ORALLO
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