ADVIENTO: TIEMPO DE ESPERA.
ADVIENTO: TIEMPO DE ESPERA
El Adviento es un tiempo especial de gracia y de una invitación a reconocer las “Venidas del Señor”:
El Adviento es un tiempo para “RECORDAR”: El Señor vino y “acampó entre nosotros”.
El Adviento es un tiempo para “CELEBRAR”: El Señor viene en la Iglesia por medio del Espíritu Santo.
El Adviento es un tiempo para “ESPERAR”: El Señor vendrá al final de los tiempos en el que Dios será todo en todos.
El Adviento nos habla de un origen, la primera venida del Salvador desde el Si Incondicional de María, y nos habla también de una meta, la segunda venida del Salvador para concluir la historia y comenzar la época definitiva, la época en que Dios será “todo en todos”. Y entre estas dos venidas se desarrolla el tiempo de la Iglesia y se sitúa nuestra vida. Y también se da la venida de Jesucristo por medio de la acción de su Espíritu: llega el Señor a nosotros a través de su Palabra, se hace presente para actuar en sus sacramentos, toca a nuestras puertas como hermano necesitado que reclama nuestra solidaridad.
El Adviento nos invita a mirar al futuro y nos abre a la esperanza. “La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo” (CIC 1817)
Y la esperanza lanza un grito de alegría porque sabe bien, en lo más profundo de su esencia, que “la salvación anunciada es la salvación que trae el Señor”. Esa salvación proviene de Dios y no es solamente hechura de manos del hombre, aunque sabe bien que “la virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre” (CIC 1818).
Por eso mismo, desde este sentido profundo de la esperanza misma, sabemos que la promesa es clara, “alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”, pero que se nos exige esfuerzo de cambio personal, una profunda renovación y conversión.
www.marinaveracruz.net
El Adviento es un tiempo especial de gracia y de una invitación a reconocer las “Venidas del Señor”:
El Adviento es un tiempo para “RECORDAR”: El Señor vino y “acampó entre nosotros”.
El Adviento es un tiempo para “CELEBRAR”: El Señor viene en la Iglesia por medio del Espíritu Santo.
El Adviento es un tiempo para “ESPERAR”: El Señor vendrá al final de los tiempos en el que Dios será todo en todos.
El Adviento nos habla de un origen, la primera venida del Salvador desde el Si Incondicional de María, y nos habla también de una meta, la segunda venida del Salvador para concluir la historia y comenzar la época definitiva, la época en que Dios será “todo en todos”. Y entre estas dos venidas se desarrolla el tiempo de la Iglesia y se sitúa nuestra vida. Y también se da la venida de Jesucristo por medio de la acción de su Espíritu: llega el Señor a nosotros a través de su Palabra, se hace presente para actuar en sus sacramentos, toca a nuestras puertas como hermano necesitado que reclama nuestra solidaridad.
El Adviento nos invita a mirar al futuro y nos abre a la esperanza. “La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo” (CIC 1817)
Y la esperanza lanza un grito de alegría porque sabe bien, en lo más profundo de su esencia, que “la salvación anunciada es la salvación que trae el Señor”. Esa salvación proviene de Dios y no es solamente hechura de manos del hombre, aunque sabe bien que “la virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre” (CIC 1818).
Por eso mismo, desde este sentido profundo de la esperanza misma, sabemos que la promesa es clara, “alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”, pero que se nos exige esfuerzo de cambio personal, una profunda renovación y conversión.
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